– Perdon -dijo, pasando junto a John. Cuando al pasar le rozo el pecho, reacciono como si se hubiera quemado.

Sin embargo, el calor le venia de dentro.

A Rowan le basto un breve contacto visual para saber que John sentia la misma excitacion, y los dos se miraron arqueando las cejas. Sin decir palabra, ella se dirigio al pasillo y subio a la segunda planta.

John se froto el brazo con un gesto inconsciente. No era dolor sino la acuciante necesidad de volver a tocar a Rowan.

– ?Que narices estas haciendo? -pregunto Michael en cuanto ella salio de la cocina.

John lanzo una mirada a su hermano, fue hasta la nevera, la abrio y saco una botella de agua. La bebio entera y lanzo la botella vacia al cubo de la basura.

– Esta en forma -dijo John y se cruzo de brazos frente a Michael-. Hay que admirarla.

Michael golpeo con la taza la superficie de granito del mostrador y dio un paso hacia su hermano con los punos apretados.

– No te creas ni por un momento que tu vas a dirigir este caso -dijo, con el rostro tenso.

John alzo las manos.

– Oye, yo solo he venido para ayudar. Es tu asunto.

– He visto como la mirabas.

– Ay, hermano, no soy yo el que anda mirando por todos lados. Te vas a meter en un buen lio si no pones una cierta distancia entre tu y la rubia. -Mientras lo sermoneaba, se daba cuenta de que el hacia exactamente lo mismo.

La unica diferencia, penso, era que el no tenia miedo de herirla si con eso llegaba a la verdad. Era un pensamiento que no se acomodaba bien en su conciencia.

– No se de que estas hablando -le espeto Michael-. Llevo aqui casi una semana y ahora llegas tu y comienzas a plantear exigencias, a asustarla y…

– No sigas. -John se aparto del mostrador y dio un paso hacia su hermano-. Esta ocultando algo y tu la dejas. Ese «Danny» del que hablo tiene algo que ver con esto. Y a menos que empieces a pensar con la cabeza en lugar de con la… -dijo, mirando por debajo del cinturon de Michael-, acabaras muerto.

– ?Tu no sabes nada de Rowan!

– Ni tu -respondio John, con voz apenas audible-. Y sera mejor que empieces a plantearte ciertas preguntas en lugar de andar babeando detras de la senorita rubiales. Te esta utilizando, Mickey. Se vale de la evidente atraccion que sientes por ella para no contestar a las preguntas dificiles.

– Tu eres el que babea. No creas que no he visto como la mirabas.

John sacudio la cabeza y se apoyo contra el mostrador.

– Mickey, Mickey. Todo esto es calcado a lo de Jessica.

– No pronuncies su nombre.

– ?Y una mierda si crees que te dejare cometer dos veces el mismo error! Estuviste a punto de morir porque ella te mintio. Y bien, la boca cerrada de Rowan Smith equivale a mentir, y mi intuicion me dice que sabe algo acerca de este asesino. -John intento pasar al lado de su hermano. No tenia ganas de pelearse con el. Pero Michael lo cogio por el brazo y lo hizo girarse.

– Sueltame -dijo John.

Michael apreto con mas fuerza antes de soltarlo.

– No la presiones. Ha vivido un infierno.

Tu no sabes ni la mitad de lo que esta pasando, Mickey, penso John. Sospechaba que Rowan Smith habia ido y vuelto del infierno varias veces. Lo adivinaba en sus ojos, unos ojos que ocultaba siempre que podia porque la exponian al mundo. Pero mientras Michael se proponia protegerla para que no volviera a vivir el infierno, John sabia que la unica manera de vencer al mal era enfrentandose a el.

Para eso, Rowan tendria que contarlo todo. Y John sospechaba que la unica manera de hacerlo seria descubrir la verdad antes que el.

– No te metas en esto -advirtio Michael.

– Demasiado tarde. -Los dos se quedaron mirando. Si la situacion no fuera tan jodidamente seria, John se habria echado a reir.

Sono el telefono, pero ninguno de los dos hizo ademan de contestar. Cuando sono por tercera vez, Michael cogio el auricular del telefono que colgaba de la pared.

– Residencia de Rowan Smith -dijo, con voz hurana-. ?Quien es? -Guardo silencio y miro su reloj-. Esta en la ducha. Estaremos ahi en una hora -dijo, y colgo.

John lo miro alzando las cejas, pero no pregunto quien habia llamado.

– Era el agente Peterson -dijo Michael-. Esta todo a punto para que Rowan revise el archivo de los Franklin.

– Entonces, te dejare hacer -dijo John, y se fue hacia el salon.

– ?Que haras tu?

– Tengo que hacer unas cuantas llamadas -dijo John, mirando por encima del hombro-. Vigilare la casa.

– No tienes por que quedarte aqui.

John se volvio, cenudo. Lo que Michael queria decir, en realidad, era No quiero que te quedes aqui.

– Ya lo se -dijo-, pero quiero hacerlo. -Se alejo por el pasillo en busca de un cuarto de bano donde ducharse. Pero de pronto se detuvo y se volvio hacia su hermano.

– Mickey -dijo-, lo siento por el comentario sobre Jessica. Ha sido un golpe bajo.

– Ya esta olvidado.

John esperaba que su hermano lo dijera sinceramente. Su discusion era como un escozor que era mejor no rascar, y eso le irritaba. Discutian a menudo, pero siempre terminaban como amigos.

– Ten cuidado, ?vale?

– Eso hare -dijo Michael. Y sonrio apenas-. Y cuando todo esto haya acabado, podemos batirnos por Rowan Smith como Dios manda.

– No hay nada sobre que batirse. -Pero mientras lo decia, John cayo en la cuenta de que el tambien sentia algo por la rubia de marras, algo que no podia reconciliar con su deseo de que Rowan hablara.

Michael se dejaba dominar a menudo por las emociones, y eso le nublaba el juicio profesional, pero John se prometio a si mismo que eso no le ocurriria a el.

Encontro la ducha al final del pasillo, se desnudo y se metio bajo el chorro de agua caliente. No podia quitarse a Rowan Smith de la cabeza. Su perfil duro y sus ojos suaves. Esa manera de observar todo lo que ocurria a su alrededor sin mover la cabeza. Absorbia el entorno, y le costaba implicarse, pero John siempre sabia cuando estaba en la misma habitacion, aunque no pudiera verla.

Si, sentia una debilidad por ella. Pero, al contrario de Michael, conocia la diferencia entre el deseo y el amor. No creia en el amor a primera vista, ni en el destino ni en ninguna de esas cosas absurdas. John era un hombre practico que sabia distinguir entre los negocios y el placer.

Y el trabajo era lo primero.

Mientras se lavaba el sudor de la carrera, planifico la manera exacta de conseguir que Rowan se confiara. Intuia que una vez que se pusiera a hablar, tendria mucho que contar.

Capitulo 9

Las fotos en blanco y negro no dejaban de ser ilustrativas, a pesar de la ausencia de color.

Se quedo mirando la foto de Karl Franklin, con la pistola junto a la mano, la mancha oscura en la alfombra clara debajo de su cabeza. La mitad de la cabeza. La otra mitad habia quedado aplastada en la pared al pegarse el tiro.

Tras leer los informes sobre el asesinato de los Franklin le sorprendio descubrir que el caso no estaba

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