– Pues que era policia y era homosexual. Segun mi hombre misterioso, unos meses antes de su muerte, Curtis se habia quejado a Asuntos Internos de que lo acosaban en el trabajo a causa de su orientacion sexual.

– ?Insinuas que tal vez se lo cargo un poli? -exclamo Kovac-. Joder, Tinks. Si crees eso, quiza deberias presentarte a la vacante que ha dejado Andy Fallon.

– Que te den, Kovac -espeto Liska-. Odio a los de Asuntos Internos. Odio lo que le hacen a la gente, los odio con una intensidad que ni te imaginas. Pero Eric Curtis era policia y homosexual, y esta muerto. Andy Fallon lo estaba investigando, tambien era gay y tambien esta muerto.

A juzgar por su expresion hurana, tampoco a ella le gustaba lo que estaba diciendo, pero pese a ello, se encaro con el y expuso su opinion. Asi era Liska; ningun trabajo era demasiado dificil ni repugnante para ella. Se plantaba en el monticulo del bateador y golpeaba lo que hubiera que golpear.

– Y a mi me dicen que el caso Fallon esta practicamente cerrado -anadio Kovac, mirando la calle.

– A ti tampoco te hace ninguna gracia esta historia, Sam -murmuro Liska-. Intuyes algo raro, ?verdad?

Kovac no respondio enseguida, sino que dejo que las imagenes surcaran su mente mientras las campanas del ayuntamiento daban la hora con la melodia de Blanca Navidad.

– No -reconocio por fin-. No me hace ni pizca de gracia este asunto.

Guardaron silencio unos instantes. Los coches pasaban por la Cuarta, el viento aullaba en los tuneles que mediaban entre los edificios, haciendo ondear las banderas del edificio federal situado en la acera de enfrente.

– Lo mas probable es que Andy Fallon se suicidara -senalo Liska-. No hay nada en el escenario de su muerte que indique lo contrario. El tipo que acaba de llamarme… ?Quien sabe si le importa una mierda Andy Fallon? Puede que el asesinato de Curtis no sea mas que su causa perdida, y que crea que lo resolveremos si damos un rodeo… Pero ?y si no es asi, Sam? Andy Fallon y Mike solo nos tienen a nosotros. Tu me lo ensenaste… ?Para quien trabajamos?

– Para la victima -musito Kovac sin poderse sacudir la opresion del estomago.

Trabajaban para la victima. Eso era lo que habia procurado inculcar a incontables discipulos. Las victimas no podian hablar por si mismas. Era el detective quien debia formular las preguntas pertinentes, indagar, presionar, ponerlo todo patas arriba hasta descubrir la verdad. A veces resultaba facil, a veces muy dificil.

– ?Que perdemos con hacer unas cuantas preguntas mas? -anadio, consciente de que podian perder muchisimo.

– Yo me encargo del deposito de cadaveres -propuso Liska, arrebujandose en su abrigo mientras regresaba a la puerta-. Tu ve a Asuntos Internos.

– Ya hable con su companera, sargento -dijo la teniente Savard sin apenas levantar la mirada de los informes que se apilaban sobre su mesa-. Y por si no esta al corriente, va a dictaminarse que la muerte de Andy Fallon fue un accidente.

– En tiempo record, por cierto -puntualizo Kovac.

Al oir aquello, la teniente de Asuntos Internos le presto toda su atencion. El verde de sus ojos era abrumador, gelido y cristalino bajo las cejas varios tonos mas oscuras que el cabello rubio ceniza. Aquel contraste intensificaba la seriedad de su expresion. A buen seguro, se dijo Kovac, aterraria a un monton de policias con aquella mirada.

El llevaba demasiado tiempo en el ruedo para aterrarse. La vida lo habia curtido, o quiza se debia a que era un imbecil.

Se sento en la silla frente a ella con los tobillos cruzados. Cien anos antes, tambien el habia hecho sus pinitos en Asuntos Internos, cuando la seccion la dirigia un policia de verdad, no un trepa deseoso de llegar arriba a toda costa. No le habia avergonzado hacer el trabajo, pues no sentia simpatia alguna por los policias malos, pero tampoco le habia gustado.

A la sazon no habia en el cuerpo tenientes con el aspecto de aquella.

– Que amable por su parte hacer la autopsia tan deprisa, ?no le parece? -comento-. Teniendo en cuenta lo a tope que va el deposito en esta epoca del ano… Tienen cadaveres para parar un tren.

– Cortesia profesional -replico Savard con sequedad. Kovac se sorprendio mirandole los labios, unos labios de arco perfecto y rematados con una capa de brillo.

– Ya -dijo-. Pues a mi me parece que le debo al viejo Mike la misma cortesia, ?sabe? ?Lo conoce usted, por cierto? ?Conoce a Mike Fallon?

Los ojos verdes volvieron a clavarse en los papeles.

– He oido hablar de el, y hoy le he llamado por telefono para darle el pesame.

– Ya, claro, es usted demasiado joven para haber estado aqui en la epoca de Iron Mike. ?Que edad tiene? ?Treinta y siete, treinta y ocho?

La teniente le lanzo una mirada que habria derretido el polo.

– No es asunto suyo, sargento, y si me permite un consejo, cuando intente adivinar la edad de una mujer, tire por lo bajo.

– Vaya, ?tanto me he equivocado? -se lamento Kovac con una mueca.

– No, casi acierta, y le dire que soy muy vanidosa. Y ahora, si me disculpa…

Levanto algunos papeles y los revolvio un poco para indicarle que la conversacion habia tocado a su fin.

– Solo un par de preguntas mas.

– Usted no necesita hacer preguntas ni escuchar sus respuestas. Se ha quedado sin caso.

– Pero tengo a Mike -le recordo Kovac-. Intento encajar algunas piezas por su bien. Es muy duro perder a un hijo, y si puedo hacer algo para explicarle como transcurrieron los ultimos dias de Andy, lo hare. No es mucho pedir, ?no le parece?

– Lo es si lo que quiere es informacion confidencial acerca de una investigacion de Asuntos Internos -corrigio Savard mientras retiraba la silla de la mesa.

Habia intentado despacharlo con displicencia; ahora trataria de librarse de el de otro modo. Kovac permanecio sentado un instante para ponerla nerviosa, para hacerle saber que no se rendiria tan facilmente. Savard rodeo la mesa para acompanarlo a la puerta. Kovac espero a que estuviera junto a su silla y entonces se levanto, provocando cierto titubeo. La teniente retrocedio un paso con el ceno fruncido, irritada por verse obligada a retirarse.

– Se lo de Curtis -faroleo Kovac.

– Entonces sabra que no tiene nada de que hablar conmigo a fin de cuentas -replico Savard.

– No se le da muy bien lo de la igualdad de derechos, ?verdad, teniente? -observo Kovac, conteniendo a duras penas una sonrisa torva.

– Le aseguro que estoy mas que cualificada para desempenar mis funciones, sargento Kovac.

En su voz se advertia algo parecido a la diversion, aunque mas tenebroso. Ironia, tal vez. Kovac no imaginaba a que se debia, de donde procedia ni que motivo podria tener ella para hacerle participe del secreto. De momento, el asunto carecia de importancia para el, pero archivo la curiosidad en su mente, por si la necesitaba mas adelante.

Se cruzo de brazos y se apoyo contra el canto de la mesa mientras ella avanzaba de nuevo hacia la puerta con un destello de exasperacion en la mirada. La furia contenida le tenia las mejillas de rubor. Ese era el aspecto que la television siempre intentaba conferir a las tenientes de policia: mujer con clase y estilo, enfundada en un traje chaqueta de color gris acero, fria, controlada y sexy sin ser llamativa.

Demasiada clase para ti, penso Kovac. Una teniente, por el amor de Dios. ?Por que la miraba siquiera?

– ?Sabia usted que Andy Fallon era homosexual? -inquirio.

– Su vida personal no era asunto mio.

– No es eso lo que le he preguntado.

– Si, me dijo que era homosexual.

– ?Antes de que fuera usted a su casa el domingo por la noche?

– Se esta pasando, sargento -advirtio Savard-. Ya le he dicho que no pienso contestar a sus preguntas. ?De verdad quiere que hable con su teniente de esto?

– Llamele si quiere, pero esta demasiado ocupado ensayando el discurso en el que asegurara al mundo que fue un «tragico accidente»

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