concentracion consciente se centraba en la victima. Recordo las fotografias que habia visto en el tocador del dormitorio de Mike Fallon la noche anterior: el joven apuesto, el deportista estrella, el flamante policia junto a un Mike radiante. Vio la misma fotografia de graduacion sobre la comoda de Andy Fallon. Recordaba haber pensado que era un chaval guapo.
El atractivo rostro aparecia descolorido, distorsionado, livido e hinchado. La boca estaba ladeada en una especie de mueca sardonica, los ojos, vacuos y vidriosos. Llevaba un tiempo ahi, al menos un dia, dedujo Kovac por la aparente ausencia de rigor mortis, la cualidad tensa de la piel y el hedor, compuesto del nauseabundo olor dulzon de la carne en descomposicion, por un lado, y el aroma penetrante a orina y heces. En el momento de la muerte, los musculos, se habian relajado tanto que la vejiga y los intestinos se habian vaciado por completo.
El cadaver estaba desnudo. Los brazos pendian a los lados, con las manos semicerradas un poco por delante de las caderas. Manchas oscuras salpicaban los nudillos; era la lividez, la sangre que se acumulaba en la parte inferior de las extremidades. Los pies, suspendidos a escasa distancia del suelo, aparecian hinchados y amoratados.
Un espejo de cuerpo entero con marco de roble se apoyaba contra la pared a unos tres metros del cadaver. El espejo reflejaba todo el cadaver, aunque de forma distorsionada a causa del angulo. Sobre el vidrio se veian escritas dos palabras con alguna sustancia oscura: «Lo siento».
– Siempre me ha parecido que los tipos de Asuntos Internos son unos raritos.
Kovac se volvio hacia los dos agentes uniformados que miraban el espejo con sendas sonrisas ironicas. Eran los tipicos polis con pinta de garrulos, el mas corpulento de los cuales tenia una cabeza que mas bien parecia un bloque de hormigon. En sus placas identificativas leyo los nombres Rubel y Ogden.
– Eh, atontados -espeto-. Largo de aqui. Pero ?que cono os pasa? Estais pisoteando todas las pruebas.
– Pero si se ha suicidado -replico el mas feo, como si eso tuviera alguna importancia.
Kovac percibio que enrojecia de rabia.
– Cierra el pico, capullo. No tienes ni idea de nada. Puede que dentro de veinte anos te hayas ganado el derecho a expresar una opinion, pero de momento, fuera de aqui. Bajad y acordonad la zona. No quiero que nadie entre en la casa. Y mantened la puta boca cerrada. Donde hay un cadaver, hay periodistas. Si leo una sola palabra sobre esto -advirtio, senalando el espejo-, rodaran cabezas, os lo aseguro. ?Entendido?
Los agentes se miraron malhumorados y por fin se volvieron para bajar la escalera.
– Un tipo de Asuntos Internos que se ha suicidado -mascullo el feo entre dientes-. Como si fuera un delito. Por lo que a mi respecta, le ha hecho un favor al mundo.
Kovac se concentro de nuevo en el cadaver. Liska se paseaba por la habitacion, tomando nota de cada detalle, dibujando un tosco plano con la ubicacion de los muebles y cualquier otro pormenor que pudiera considerarse significativo. Se turnaban en la tarea de tomar notas, y en esa ocasion le tocaba a el sacar las primeras fotos.
Empezo por la habitacion y fue acercandose al cadaver para fotografiarlo desde todos los angulos. Cada destello del flash grababa una imagen en su memoria de esa cosa muerta que habia sido el hijo de Mike Fallon. La viga de la que colgaba la soga, la maquina de steps Reebok situada detras del cadaver, lo bastante cerca para ser el objeto que Andy Fallon habia utilizado para dar el paso hacia el mas alla, el espejo…
?Lo sentia Andy Fallon? ?Que era lo que habia sentido? ?O tal vez otra persona habia escrito aquellas palabras?
En aquel instante se puso en marcha el automatico de la calefaccion, y el cadaver empezo a oscilar levemente corno una pinata gigantesca en descomposicion. El reflejo en el espejo era su macabra pareja de baile.
– Nunca he entendido a la gente que se desnuda para suicidarse -comento Liska.
– Es simbolico. Se despojan de su piel terrena.
– Yo no lo haria.
– Puede que no se suicidara -aventuro Kovac.
– ?Crees que esto se lo hizo otra persona? ?O que alguien lo obligo a hacerlo? El asesinato por ahorcamiento es muy poco frecuente.
– ?Que me dices del espejo? -inquirio Kovac, aunque era una pregunta retorica.
Liska observo un instante el cadaver desnudo y a continuacion se volvio hacia el espejo, captando una parte de su reflejo junto al de Andy Fallon.
– Dios mio -musito-. ?Un accidente autoerotico? Nunca me habia topado con ninguno.
Kovac guardo silencio e intento imaginar que le diria a Mike. Ya era dificil explicar a los profanos el tema de la asfixia autoerotica, con la que habia tropezado un par de veces a lo largo de su carrera, pero ?como decirle a un policia duro de la vieja escuela que su hijo habia intentado alcanzar un orgasmo interrumpiendo el suministro de oxigeno y que habia muerto en el proceso?
– Pero ?y el mensaje? -se pregunto Liska en voz alta-. Escribir «Lo siento» indica suicidio, en mi opinion. ?Por que escribir «Lo siento» si lo que queria era correrse?
Kovac se llevo una mano a la coronilla de su cabeza dolorida e hizo una mueca.
– ?Sabes una cosa? Hay dias en que no merece la pena levantarse de la cama.
– Ya, en fin… ahi tienes una alternativa -repuso Liska, senalando el cadaver-. Aunque a mi no me parece ninguna maravilla. Siempre he creido que es mejor un mal dia en vida que cualquier dia muerta.
– Hay que joderse -mascullo Kovac.
Liska se puso en cuclillas delante del espejo para examinar de cerca las palabras escritas y miro al reflejo de Kovac.
– No delante de un cadaver, Sam. No soy de esas.
– Ya sabes lo que quiero decir.
– Si.
Liska se incorporo despacio, adopto una expresion seria y le apoyo una mano en el brazo.
– Lo siento, Sam. Como si el viejo Iron Mike no tuviera ya bastantes problemas.
Kovac se la quedo mirando un instante, luego se volvio hacia la pequena mano apoyada en la manga de su abrigo y por un instante contemplo la posibilidad de asirla, aunque solo fuera por experimentar el consuelo del contacto con otro ser humano. No llevaba anillos a fin de no ahuyentar a posibles pretendientes, segun afirmaba. Tenia las unas cortas y sin pintar.
– Exacto -murmuro.
De repente les llego de la planta baja un grito seguido de un fuerte golpe y mas gritos. Liska corrio escalera abajo como una cabra montesa. Kovac le pisaba los talones.
Rubel intentaba apartar a Steve Pierce de Ogden, que estaba tendido en el suelo.
– ?Apartate! -grito Rubel.
Presa de furia, Pierce se zafo de el y asesto un punetazo a Ogden, certero a juzgar por el sonido y el grunido de dolor del agente. Rubel agarro de nuevo a Pierce, le rodeo el cuello con el grueso brazo y tiro de el hacia arriba.
– ?He dicho que te apartes! -chillo.
Al intentar incorporarse, Ogden resbalo en el suelo de tarima pulida. Fragmentos de vidrio y porcelana rotos quedaron aplastados bajo sus zapatos de suela gruesa. Se aferro al canto de la vitrina contra la que habian chocado y empleo todas sus fuerzas para erguirse. Tenia el rostro livido, y le sangraba la nariz. Se enjugo la sangre con una mano y abrio los ojos como platos con expresion incredula. Sin duda pesaba veinte kilos mas que Steve Pierce.
– ?Quedas detenido, cabron! -aullo, senalando a Pierce con un dedo ensangrentado.
– ?Sueltalo! -ordeno Liska a Rubel.
El rostro de Pierce habia adquirido un matiz violaceo por la presion del brazo del agente. Rubel lo solto, y Pierce cayo de rodillas, jadeante, mirando a Ogden con ojos asesinos.
– ?Hijo de puta! -lo insulto.
– Nadie queda detenido -declaro Kovac al tiempo que se interponia entre ambos.
– ?Quiero que se larguen! -exigio Pierce con voz ronca mientras intentaba incorporarse, los ojos brillantes de furia y lagrimas-. ?Largo de aqui!
– Eres un… -empezo Ogden.