Erica Spindler

Fruta Prohibida

Titulo Original: Forbidden fruit (1996)

Prologo

Vacherie, Luisiana 1959

Hope Pierron estaba sentada frente a la ventana de su dormitorio, en el tercer piso, mirando el rio Misisipi. Sonrio para sus adentros. La ansiedad la carcomia, pero consiguio controlarla con firme determinacion. Habia esperado toda la vida a que llegara aquel dia. Y ahora que habia llegado, no se traicionaria aparentando ansia alguna.

Apreto una mano contra el cristal, que habia calentado la luz del sol. Deseo poder romperlo y volar hacia la libertad. A lo largo de los catorce anos que habia pasado entre las rojas paredes de aquel edificio, no habia dejado de desear lo mismo: ser un pajaro para poder salir volando por la ventana.

Sin embargo, ya no necesitaria alas para ser libre. Podria escapar de aquella casa. Podria librarse de su madre y de todas las personas que habia conocido.

Aquel dia, volveria a nacer.

Hope cerro los ojos. Intento pensar en el futuro, pero en lugar de eso revivio su pasado y aquella horrible casa. La mansion Pierron se encontraba en River Road desde 1917, y formaba parte de la cultura del sur de Luisiana. Habian terminado de construirla poco antes de la muerte de Storyville, cuando su abuela Camelia, la primera «madame» Pierron, decidio llevarse a la casa a su hija y a sus chicas.

Sorprendentemente nadie puso el grito en el cielo, ni si quiera cuando los caballeros empezaron a llegar. Tras muchos anos la casa y las actividades que en ella se desarrollaban habian terminado por aceptarse tal y como se aceptaba el calor y los mosquitos de agosto.

A Hope no le extranaba nada aquella situacion. No en vano se encontraban en Luisiana, un lugar donde se apreciaba la comida, la bebida y los placeres. Los habitantes de Luisiana sabian disfrutar y sufrir al mismo tiempo. Y en cierto modo, la mansion Pierron representaba ambos extremos.

El edificio era una maravilla arquitectonica con veintiocho columnas doricas, que evocaban la Grecia clasica. Cuando el sol de la tarde lo iluminaba, brillaba con un halo blanco. Sin embargo, la mansion adquiria un aspecto mucho menos virginal cuando caia la noche; adquiria nueva vida con la musica de hombres como Jelly Rofi Morton y Tony Jackson, y se llenaba con las risas de los clientes que querian probar la fruta prohibida y las de las profesionales que la vendian.

Habia pasado todas las noches de su vida escuchando aquellas risas y contemplando a las chicas que trabajaban para su madre mientras subian con los clientes por la escalera. Aquellos escalones, cubiertos con una alfombra roja, llevaban a los seis grandes dormitorios del segundo piso; todos estaban decorados con sedas y brocados, y en todos ellos habia una cama disenada para que los hombres se sintieran reyes durante una noche. Reyes, o dioses.

Hope siempre habia sabido lo que sucedia en aquellos dormitorios. Como habia sabido, hasta donde alcanzaba su memoria, que era la hija de una «madame», de una prostituta.

Mas de una vez habia contemplado desde algun escondrijo las cosas que hacian las chicas y los clientes de la casa. Y en alguna ocasion las imagenes la habian impactado tanto como para acabar abrazada a si misma, casi sin aliento, atenazada por el miedo.

Tras espiar a hurtadillas, casi siempre se sentia culpable y avergonzada. Hope habia recibido una educacion muy religiosa, y pensaba que la manera que tenia de tocarse a si misma, y las cosas que observaba, eran pecado. Cuando daba clase de religion, los ninos evitaban sentarse a su lado. Pero habia aprendido que fuera de la iglesia tales comportamientos eran aplaudidos o comprendidos, especialmente por los hombres que visitaban la casa por las noches, los hombres que evitaban mirarla cuando se cruzaba con ellos.

Hope oyo un sonido que procedia de las escaleras, de modo que se aparto de la ventana y miro hacia la puerta. Un segundo mas tarde, aparecio su madre.

Lily Pierron era una mujer muy hermosa, como todas las mujeres de la familia. Ni su rostro ni su figura habian envejecido con los anos. Aun tenia el mismo cabello negro azulado de su juventud. Y las chicas que trabajaban para su madre, por envidia, la acusaban a sus espaldas de haber hecho un pacto con el diablo para conservar la belleza. Hasta decian que todas las Pierron lo habian hecho.

Todas, excepto Hope. Hope no era ni mucho menos tan bella como su madre. Su cabello no era negro, sino castano oscuro; sus ojos azules no eran brillantes, sino apagados; sus rasgos no eran suaves, sino duros. E intentaba contentarse diciendose que su falta de belleza se debia a que el pecado no la habia mancillado.

– Hola, mama -murmuro con una sonrisa triste.

La mujer devolvio la melancolica sonrisa y dio un paso adelante.

– Has crecido tanto que durante un momento ni siquiera te he reconocido.

El corazon de Hope empezo a latir mas deprisa.

– Soy yo, mama.

Su madre rio con suavidad y movio la cabeza en gesto negativo.

– Lo se, lo se. Pero el tiempo pasa tan deprisa.., me parece que hasta ayer solo eras un bebe.

– A mi tambien, mama.

Lily camino hacia la cama, sobre la que descansaba una maleta abierta. Hope noto su pesadumbre y se pregunto que habria dicho su madre de haber sabido que su unica hija planeaba no volver a verla de nuevo.

– ?Es la ultima maleta? -pregunto Lily-. El coche llegara en cualquier momento.

– Si, ya he bajado las otras.

Lily guardo las ultimas cosas, con mucho cuidado, y despues cerro la maleta.

– Bueno, ya esta -dijo, con la voz rota-. Ya puedes marcharte.

Hope tuvo que hacer un esfuerzo para caminar hacia su madre. Tomo una de las manos de Lily y se la llevo a la mejilla.

– No te preocupes, mama. Menfis no esta tan lejos.

– Lo se, pero… ?Como voy a arreglarmelas sin ti? Eres lo unico bueno que ha existido en mi vida, Te voy a echar mucho de menos.

Hope abrazo a su madre y apoyo la cabeza en su hombro.

– Yo tambien te echare de menos. Tal vez no deberia… tal vez deberia quedarme contigo y ayudarte a…

– No, nunca. No quiero que acabes como yo. No lo permitire, ?me oyes? Quiero que vivas tu vida, que aproveches la oportunidad de escapar. Siempre fuiste mi esperanza. No puedes quedarte aqui.

– Hare que te sientas orgullosa de mi, mama -sonrio-. Espera y veras.

– Se que lo haras -declaro, mientras la soltaba-. Todo esta preparado ya, y te esperan en la academia de St Mary. Y recuerda que eres de Meridian, de Misisipi. La hija unica de unos padres ricos.

– Que estan de viaje, si, ya lo se -dijo, subitamente nerviosa-. ?Pero que ocurriria si alguien descubre la verdad? ?Que pasaria si alguna de mis companeras de clase fuera de Meridian?

– Nadie descubrira la verdad. Mi amigo se ha encargado de todo. Te aseguro que no todas las chicas de Misisipi van al colegio. Hasta la directora cree que te llamas Hope Penelope Perkins. No pondran en duda tu historia. ?Te sientes mejor ahora?

Hope observo a su madre y asintio tras unos segundos. Supuso que el amigo de su madre debia ser el gobernador de Tennessee. Se conocian desde hacia muchos anos, y Lily conocia muchos de sus mas ocultos secretos; estaba dispuesta a llevarselos a la tumba, y tal lealtad se pagaba de vez en cuando en forma de favores.

El sonido de una bocina rompio el silencio de la tarde.

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