ventanilla mientras pasaban frente a las grandes mansiones antes de llegar a las clasicas calles del barrio frances, oVieux Carre.

Unos minutos mas tarde se detuvieron ante la catedral. Hope pidio al taxista que la esperara. En cuanto salio del vehiculo se sintio mucho mejor. El edificio habia sufrido varias catastrofes en su historia. Se habia quemado por completo en cierta ocasion, y en otra habia sufrido grandes desperfectos por culpa de un tornado, pero siempre lo reconstruian. Su estilo arquitectonico contrastaba bastante con el resto de las casas de la plaza.

Del rio Misisipi, que se encontraba al este de la plaza, llego el sonido de la sirena de un barco; y de la cercana calle Bourbon, risas mezcladas con jazz.

Basto que entrara en la catedral para que se sintiera aliviada de inmediato. La desesperacion que la habia dominado durante dias, desaparecio. Alli, la «oscuridad» no podia tocarla. Alli podria encontrar una respuesta.

Hope mojo los dedos de una mano en el agua bendita de la pila bautismal que habia en la entrada y se dirigio hacia los confesionarios. Se detuvo en el primero y se arrodillo. Oscurecido por una celosia, apenas podia contemplar el rostro del sacerdote.

– Perdoneme, padre, porque he pecado. Han pasado dos semanas desde mi ultima confesion.

– ?Que pecados debe confesar, hija?

– Padre, yo… En realidad no he venido a confesarme, sino a pedirle consejo.

Estaba tan asustada que no sabia como expresarse.

– No se a quien acudir -continuo-. Si no puede ayudarme no se lo que hare. Estaria perdida. Por favor, padre, ayudeme.

– Calmese, hija. La ayudare. Pero cuenteme lo que sucede.

Hope se estremecio.

– Las mujeres de mi familia siempre han sido malas, padre. Son pecadoras que venden su cuerpo. Todas las mujeres de mi familia estan malditas. Sin embargo, yo consegui huir de aquello -declaro entre lagrimas-. Por desgracia ahora temo por el alma de mi hija. Temo que tambien ella caiga en las garras del pecado. Cuando la miro veo la oscuridad en su rostro, y estoy muy asustada.

El sacerdote tardo unos segundos en hablar. Y cuando lo hizo, hablo con suavidad y firmeza.

– Hija mia, la oscuridad esta en todos nosotros, desde el pecado original. Nadie esta libre de pecado. Pero Dios envio a su hijo para que muriera por la humanidad, para limpiarnos Cristo es la promesa de la salvacion - dijo-. Debe ayudar a su hija. Debe ensenarle cual es el camino correcto. Debe ayudarla a vencer a la serpiente.

– ?Como, padre? ?Como puedo ayudarla?

– Usted es su madre. Tiene el poder de convertirla en una mujer con valores morales. No se preocupe, sabra como hacerlo Si eso le sirve de ayuda, intente creer que Dios ha enviar a su hija para probar su fortaleza y su fe. Esa nina podria ser su gloria, o su derrota.

De repente, Hope sintio que todo estaba claro. No era Dios quien intentaba probarla, sino el diablo. Apreto los punos con tanta fuerza que se clavo las unas en las palmas. No dejaria que la «oscuridad» la tentara, porque no perderia aquella batalla. No dejaria que se llevara a su hija. Sacaria el mal de ella tal y como lo habia sacado de si misma.

Aquella nina no seria su derrota, sino su camino a la gloria.

LIBRO 2

SANTOS

Capitulo 4

Nueva Orleans, Luisiana 1979

A Victor Santos le gustaba vivir en aquella casa del barrio frances de Nueva Orleans. Hasta entonces no habia vivido en ningun sitio parecido. Las calles estaban llenas de vida, dia y noche, y siempre habia algo que hacer. A sus quince anos de edad le agradaban los sonidos y los olores; le gustaban las hermosas fachadas de los viejos edificios, siempre mojados, los ocultos jardines y los balcones de hierro forjado.

Pero lo que mas le gustaba era la gente. En el barrio frances se mezclaban todas las razas, y habia todo tipo de personas, buenas y malas. Hasta le gustaba el ambiente nocturno de Bourbon Street, siempre repleta con personas dispuestas a divertirse o simples curiosos.

Los consejeros del colegio siempre estaban diciendo a su madre que el barrio frances era mal sitio para que creciera, porque supuestamente no era un buen barrio. Eran individuos bastante reaccionarios, que no habrian opinado mejor de su madre de haber sabido que no era camarera, tal y como decia, sino bailarina de danzas exoticas.

Pero Santos, al que todo el mundo llamaba asi excepto su madre, sabia que solo eran unos cretinos. Como sabia que cualquiera de las personas que habitaban aquel barrio tenia mas corazon que los cerdos como su padre. A su corta edad ya sabia que las personas que no tenian nada, las que habian sufrido los rigores de la pobreza, eran mucho mejores. Ni siquiera tenian tiempo para odiar.

Santos cruzo Bourbon Street y saludo a Bubba, el chico que trabajaba como portero del Club 69, el local donde actuaba su madre por las noches.

– Hola, Santos, ?quieres un cigarrillo?

– Deberias dejar de fumar, hombre. Tanto tabaco va a matarte.

El hombre se despidio amistosamente de Santos y se volvio hacia un par de turistas que dudaban en la puerta del club.

Victor continuo calle abajo y decidio torcer por St Peter, para tardar menos. Le habia prometido a su madre que compraria un par de bocadillos de vuelta a casa. Al pensar en ellos, se le hizo la boca agua y acelero el paso, aunque no demasiado. Agosto en Nueva Orleans no era buena epoca para apresurarse. El sol estaba a punto de ocultarse, pero aun hacia tanto calor como para freir un huevo en la acera. Calor que empeoraba con la alta humedad ambiental. La semana anterior, un caballo que tiraba de una de las calesas para turistas se habia muerto en mitad de la calle, victima de las elevadas temperaturas.

– Eh, Santos -dijo una mujer a su espalda-, ?adonde vas tan deprisa?

Victor se detuvo, se dio la vuelta y sonrio.

– Hola, Sugar. Voy al mercado de camino a casa. Mi madre me esta esperando.

Sugar habia bailado con su madre en el club hasta seis meses atras. Por desgracia, su marido la habia abandonado dejandola sola con tres ninos, y su situacion economica era tan lamentable que no habia tenido mas opcion que empezar a trabajarse la calle todo el dia.

– Seguro que vas a comprar un par de bocadillos. A tu madre le gustan mucho, e imagino que a ti tambien. Ya eres todo un hombre -rio-. Dale saludos de mi parte a tu madre. Y dile que las cosas me van bastante bien.

– Lo hare. Se alegrara de saberlo.

Santos la observo mientras se alejaba. Sugar era un claro ejemplo de lo que los tutores del colegio denominaban «malas influencias». En cambio, el opinaba que se limitaba a hacer lo unico que podia para sacar adelante a su familia. La vida podia ser terrible en ocasiones. Habia que elegir entre comer o morirse de hambre.

Con todo, sabia que en el barrio habia unas cuantas persona poco recomendables. Como en todas partes. Tal y como lo veia, el mundo se dividia en tres tipos de personas: los que tenian, los que no tenian, y los que querian tener. Una simple cuestion economica, nada mas. Los que tenian actuaban con indiferencia, y en terminos personales no habia que preocuparse demasiado por ellos salvo en el caso de que uno de los otros dos grupos se

Вы читаете Fruta Prohibida
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату