– Algun dia sere yo quien cuide de ti. No tendras que cubrirte la cara con esos potingues, ni trabajar en nada parecido. Te cuidare. Te doy mi palabra.

Capitulo 5

– Victor, carino, me voy.

Santos aparto la mirada del pequeno televisor en blanco y negro para despedirse de su madre.

– Hasta luego.

– ?No vas a darme un beso de despedida?

El chico hizo tal gesto de desagrado que su madre rio.

– Ya se, eres demasiado mayor para hacer algo asi.

Lucia camino hacia el y lo beso en la frente.

– Ya conoces las normas, ?verdad?

– ?Como no? Las repites todas las noches.

– No seas tan listillo. Repitelas.

– Que ponga la cadena y que no abra a nadie, ni siquiera a Dios.

– Y no salgas de la casa a no ser que se incendie.

– De acuerdo.

– No me mires asi, hijo -entrecerro los ojos-. Piensas que mis normas son estupidas, pero te equivocas. Creeme, en el mundo hay demasiados canallas peligrosos. Y si no caes en sus manos, puedes caer en las manos de la ley. A Merry, la chica del club, le quitaron a su hijo. Descubrieron que lo dejaba solo por las noches y se lo quitaron.

– Si, claro, pero es drogadicta y su hijo solo tiene seis anos -se levanto-. Te preocupas demasiado, mama.

– Cuando yo tenia tu edad tambien creia que lo sabia todo. Nunca imagine que algun dia tendria que trabajar como bailarina en locales de mala muerte para ganarme la vida. Ni siquiera sabia que existieran mujeres asi. Es una de las cosas que aprendes en la vida. Cualquier cosa puede arruinar tu existencia. Un accidente, mala suerte, o una mala decision. Recuerdalo.

Santos sabia que se estaba refiriendo al error que habia cometido con su padre. Se quedo embarazada y su familia la desheredo. En cuanto a Willy, la uso siempre como saco de boxeo.

– No te preocupes, mama, tendre cuidado.

– No podria soportar perderte, hijo -acaricio su mejilla.

– No me perderas. Estamos atrapados los dos, juntos.

Lucia sonrio y camino hacia la puerta.

– Tengo que marcharme. Ya sabes como se pone Milton si llego tarde.

Santos asintio y la acompano a la salida. La observo mientras bajaba las escaleras. Cuando Lucia llego al rellano, se dio la vuelta y sonrio. Su hijo le devolvio la sonrisa con un nudo en la garganta y cerro la puerta. De repente, sintio la extrana necesidad de bajar corriendo y abrazarla como hacia tiempo que no la abrazaba.

Abrio la puerta con intencion de hacerlo, pero se dijo que era demasiado mayor para aferrarse a su madre como si fuera un nino, demasiado para necesitar de su carino y de su seguridad. La preocupacion de Lucia, y su miedo de perderlo, lo habian puesto nervioso. Rio para sus adentros, sintiendose algo idiota. Se preocupaba tanto por el que cualquier dia diria que habia monstruos en el armario.

Divertido, echo la cadena y camino hacia su habitacion. Se puso unas zapatillas y se sento a esperar.

Miro el reloj. Daria diez minutos de tiempo a su madre antes de salir a encontrarse con los amigos. Todas las noches se veia con ellos en el colegio abandonado que habia en Esplanade y Burgundy, al norte del barrio frances.

Sin embargo, no podia dejar de pensar en los miedos de su madre. Se preocupaba excesivamente. Lo trataba como a un nino. Hacia un ano que veia a sus amigos por las noches, y siempre llegaba a casa antes que su madre. Procuraba mantenerse alejado de la policia y no se metia nunca en problemas. Como habia dicho, tenia mucho cuidado.

Diez minutos mas tarde salio de la casa. El calor agobiante de Nueva Orleans lo envolvio. Eran las nueve y media de la noche y apenas se podia respirar.

Se llevo la mano a la nuca, empapada de sudor, y penso que eso era lo malo de los veranos de Nueva Orleans. En otros lugares refrescaba por la noche. Pero en aquella ciudad, no. De mayo a septiembre se convertia en un lugar infernal, y agosto era el peor de los meses. Los turistas siempre se sorprendian. En cuanto a los habitantes de Nueva Orleans, lo encontraban tan insoportable como cualquier visitante. Pero estaban acostumbrados.

No obstante, cuando levanto la vista al cielo y respiro profundamente noto que se habia producido un cambio, aunque la temperatura no hubiera bajado.

En el exterior, el ambiente no podia ser mas distinto al que se respiraba durante el dia. Los oficinistas y trabajadores habian dado paso a la gente de la noche, que se dividia en tres grupos: los que se divertian; las personas como su madre, que deseaban vivir de otro modo; y finalmente, los que vivian siempre al filo por propia eleccion, porque les gustaba aquella forma de vida.

Al fondo se oia una cancion triste. Santos procuraba evitar los lugares por los que pasaba su madre y tenia cuidado de que nadie lo reconociera, porque no queria que le contaran lo que hacia por las noches.

Poco tiempo despues, cuando pudo ver el colegio a lo lejos, empezo a andar mas despacio. Aquel vecindario era tan conflictivo que resultaba mas conveniente tomarse las cosas con tranquilidad. Habia policias por todas partes, y siempre sospechaban de cualquier joven que corriera o que sencillamente anduviera demasiado deprisa.

Santos se dirigio hacia la parte trasera del colegio. Miro a su alrededor para asegurarse de que nadie lo veia y se introdujo en el recinto entre unos arbustos. Como siempre, una de las ventanas estaba abierta. En cuanto entro, oyo las risas de sus amigos, que ya habian llegado.

Una cerilla se encendio. Sobresaltado, Santos se dio la vuelta. Scout, uno de sus amigos, se encontraba en una esquina.

– ?Que haces? Me has asustado.

Scout encendio un cigarrillo.

– Lo siento, hombre. Esta noche llegas tarde.

– Mi madre me retraso.

– Ah. Bueno, me alegro de que seas tu. Por un momento, pense que tendriamos problemas.

La mayor parte de los amigos de Santos vivia todo el dia en la calle. Eran chicos que habian huido o bien de sus familias o bien de algun reformatorio. Solo unos pocos, como el mismo, eran jovenes del barrio. El grupo crecia diariamente, y habia chicos de once a dieciseis anos. Pero Santos se pasaba por alli desde el principio.

– ?Donde esta todo el mundo?

– En el salon. Lenny y Tish robaron un monton de langostinos, y estan comiendo.

– ?Vienes?

– No, me quedare aqui un rato.

Santos asintio de nuevo y camino hacia la habitacion que llamaban «el salon». El colegio era tan grande que habian elegido cuatro aulas distintas que utilizaban a modo de centro cultural. Se dedicaban a todo tipo de cosas, desde hacer teatro a pintar.

El salon se encontraba en el segundo piso. Como esperaba, encontro a todo el grupo reunido alrededor de la comida, riendo y charlando.

Razor, el mayor de todos, hizo un gesto para que se acercara. Llevaba mucho tiempo en la calle y eso lo habia endurecido. A los dieciseis anos, todos sabian que los dejaria mas tarde o mas temprano.

Santos se sento en el suelo y empezo a charlar con sus amigos. De ese modo supo que habian descubierto a Ben y que lo habian devuelto al reformatorio, que un policia se habia metido con Claire para asustarla, y que Tiger y Rick se habian marchado de Nueva Orleans con la intencion de lograr todos sus suenos en California.

Unos minutos mas tarde, Santos noto que habia una chica nueva. No decia nada. Permanecia sentada en uno

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