de los extremos del circulo sin intervenir en la conversacion. Cuando Scout llego, Victor se intereso por ella.

– ?Quien es?

– Se llama Tina. La trajo Claire. No ha abierto la boca desde que llego.

– ?Se ha escapado de casa?

– Supongo.

Resultaba evidente que estaba sola y muy asustada. Se mordia el labio como si quisiera evitar que temblara, y no levantaba la mirada del suelo. Santos penso que debia haber escapado de algo realmente malo.

Sintio lastima por ella, como la sentia por muchos de sus amigos. A lo largo de los anos habia oido historias tan terribles que las palizas que le daba su padre parecian simples tonterias sin importancia. Santos tomo un langostino, y se lo comio. Cada vez que oia una historia nueva daba las gracias por tener a su madre, por vivir con ella.

Recordo la desagradable conversacion que habian mantenido, cuando confeso que sabia que hacia de prostituta de vez en cuando para poder pagar sus estudios y sus medicos. Se arrepentia de haber sacado el tema. Tal vez no vivieran en una situacion ideal, pero resultaba evidente que su madre lo amaba, y que habria sido capaz de hacer cualquier cosa por el. Las horribles experiencias de sus amigos habian servido, al menos, para que comprendiera y valorara en su justa medida la importancia de tener a alguien en quien poder confiar, alguien especial, alguien que mereciera la pena.

Cuando terminaron de comer, el grupo se dividio y algunos se marcharon del edificio. Tina permanecio en el sitio, sin moverse, como si estuviera congelada. Muerta de miedo, indudablemente.

Santos se levanto y camino hacia ella.

– Hola -murmuro con una sonrisa-. Me llamo Santos.

– Hola.

Su voz era dulce y denotaba un evidente temor. Demasiado dulce para ser una chica de la calle. De todas formas penso que en poco tiempo maduraria. Se sento a su lado, a cierta distancia y dijo:

– Te llamas Tina, ?verdad?

– Si.

– Scout dijo que te trajo Claire. Lo primero que debes saber sobre nosotros es que Scout siempre lo sabe todo -sonrio-. Y lo segundo, que cuidamos los unos de los otros.

Su actitud silenciosa le hizo pensar que preferia estar sola, de manera que se levanto.

– Bueno, si necesitas algo dimelo y te ayudare en lo que pueda.

La chica levanto la mirada, y Santos noto que sus ojos estaban llenos de lagrimas. Era muy atractiva, de ojos azules y pelo castano, mas o menos de su edad, o tal vez algo mayor.

– Gracias -susurro.

– De nada -sonrio de nuevo-. Ya nos veremos.

– ?Espera!

Santos se detuvo.

– Yo… No se que hacer. ?Puedes ayudarme?

Santos imagino que querria un lugar donde poder dormir a salvo, un hogar, y eso no podia proporcionarselo. Pero de todas formas se sento a su lado otra vez.

– Lo intentare. ?Donde quieres ir, Tina?

– A casa -respondio entre lagrimas-. Pero no puedo.

– ?De donde eres?

– De Algiers. Mi madre y yo…

En aquel momento la estridente sirena de un coche patrulla rompio el silencio de la noche.

– Oh, Dios mio! -exclamo Tina, aterrorizada. Se levanto de un salto y miro a su alrededor con desesperacion, como un animal atrapado.

Santos la siguio.

– Eh, Tina, no pasa nada. Solo…

Un segundo y un tercer coche de policia paso a toda velocidad junto al colegio, en un estruendo de luz y de sonido casi insoportable.

– ?No! -grito la joven, tapandose los oidos-. ?No!

– No te preocupes, Tina, no pasa nada.

Santos puso una mano sobre uno de sus hombros. Estaba aterrorizada. Se aparto de el y corrio hacia la puerta, pero consiguio detenerla antes de que huyera. Acto seguido la abrazo con fuerza.

Estaba histerica. Tina empezo a golpearlo una y otra vez.

– ?Sueltame! ?Tienes que soltarme!

– Te haras dano -dijo, intentando evitar sus golpes-. Maldita sea, Tina, las escaleras estan en muy mal estado.

– ?Vienen por mi! ?El los ha enviado!

– ?De quien hablas? -pregunto-. Tina, nadie viene por ti. Nadie te hara dano. Escucha, ?es que no lo oyes? Ya se han ido.

La joven se derrumbo contra el, sollozando y temblando.

– Tu no lo comprendes. No lo comprendes -se aferro a su camiseta-. El los ha enviado. Dijo que lo haria.

Al cabo de un rato se tranquilizo. Santos la llevo a una esquina, hacia un colchon que estaba colocado contra una pared. La chica se sento, desesperada, y el se acomodo a su lado.

– ?Quieres hablar sobre ello?

A pesar de que habia permanecido en silencio un buen rato, tuvo la impresion de que estaba decidida a confiar en el.

– Pense… pense que venian a buscarme -confeso-. Pense que los habia enviado el.

– ?Te refieres a la policia? ?Pensabas que venian por ti?

– Si.

– ?Por que? -pregunto en un murmullo-. ?Quien creias que los habia enviado?

– Mi padrastro. Es policia. Me dijo que si alguna vez intentaba huir de el, me encontraria y me…

Santos solo pudo imaginar lo que aquel hombre habia prometido hacer con ella. Fuera lo que fuese, resultaba evidente que nada bueno.

– Te comprendo. Vivo con mi madre. Es encantadora, pero mi padre era un canalla que me pegaba. Ahora esta muerto. Imagino que el tuyo debe ser de semejante calana.

– Lo odio -declaro entre lagrimas-. Me hacia dano. Me tocaba…

– De modo que decidiste escapar.

– No tenia otra opcion. Huir o suicidarme. Pero no tuve valor para quitarme la vida.

Santos supo por su mirada que estaba hablando en serio.

– ?Has hablado con alguien sobre lo sucedido?

– Con mi madre. Y no me creyo. Dijo que era una canalla y una mentirosa.

Santos no se sorprendio lo mas minimo. Habia oido historias muy similares con anterioridad.

– ?No se lo has contado a nadie mas?

– Es policia, por si no lo recuerdas, y con un puesto importante. ?Quien me creeria? Ni siquiera lo ha hecho mi madre.

– Lo siento -dijo, apretando su mano.

– Yo tambien. Siento no haber sido capaz de tomarme esas pildoras. Las tuve en mi mano, pero no pude hacerlo.

– No digas eso. Me alegra que no lo hicieras -sonrio, de forma forzada-, Todo saldra bien, Tina.

– Si, claro. No tengo dinero, ni un sitio a donde ir -empezo a llorar de nuevo-. Tengo tanto miedo… No se que hacer. ?Que voy a hacer?

Victor no lo sabia, de manera que la animo de la unica forma que conocia. La abrazo y dejo que llorara sobre su hombro hasta que todos los demas se marcharon. Mientras lo hacia, no dejaba de pensar que su madre debia estar a punto de regresar a casa, y que si no lo encontraba alli le daria un buen disgusto.

– Tina, tengo que irme. Yo…

– ?No me dejes! Tengo tanto miedo… Quedate un poco mas, por favor, Santos. No te vayas todavia.

Santos suspiro. No podia dejarla alli. No tenia a nadie, ni podia dormir en ninguna parte. Su madre tendria

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