Aquel ano tu padre fue victima de los aires de muerte y habria estado a punto de perecer, de no haber sido por un companero, Jawahal, que cuido de el durante veinte dias en una barraca de adobe y maderos quemados al borde del Hooghly. Tu padre, al recupe-rarse, juro que siempre protegeria a Jawahal y que compartiria con el todo lo que el futuro le deparase, porque ahora su vida tambien le pertenecia. Fue un juramento de ninos. Un pacto de sangre y honor. Pero habia algo que tu padre no sabia: Jawahal, aquel angel salvador de apenas once anos, llevaba en las venas una enfermedad mucho mas terrible que la que habia estado a punto de acabar con el. Una enfermedad que empezaria a mani-festarse mucho despues, primero de un modo casi imperceptible, mas tarde con la fatali-dad de una condena: la locura.

Anos mas tarde, tu padre supo que la madre de Jawahal se habia prendido en llamas frente a los ojos de su hijo en un sacrificio a la diosa Kali y que la madre de su madre habia acabado sus dias en una celda miserable de un manicomio de Bombay. No eran mas que eslabones en una larga cadena de sucesos que convertian la historia de aquella familia en un sendero de horror y desgracia. Pero tu padre era un hombre fuerte, incluso de muchacho, y asumio la responsabilidad de proteger a su amigo fuera cual fuera su terrible herencia.

Todo fue sencillo hasta que, al cumplir los dieciocho anos, Jawahal asesino a sangre fria a un rico comerciante en el bazar porque se habia negado a venderle un medallon que deseaba adquirir, aludiendo a su aspecto y dudando de su solvencia. Tu padre le oculto en su casa durante meses y puso en peligro su vida y su futuro al protegerle de la justicia que le buscaba por toda la ciudad. Lo consiguio, pero aquel solo habia sido el primer paso. Un ano despues, en la noche del ano nuevo hindu, Jawahal incendio una casa donde vi-vian una docena de ancianas y se sento en la calle a ver las llamas hasta que las vigas cayeron convertidas en brasas. Esta vez ni las artes de tu padre pudieron salvarle de la justicia.

Hubo un juicio, largo y terrible, donde Jawahal fue condenado por sus crimenes a cadena perpetua. Tu padre hizo cuanto pudo por ayudarle, gasto sus ahorros en pagarle abogados, enviarle ropa limpia a la carcel donde le tenian preso y sobornar a sus guardianes para que no le atormentasen. El unico agradecimiento que recibio de Jawahal fueron palabras de odio. Le acuso de haberle delatado, abandonado, y de haber querido deshacerse de el. Le recrimino el haber roto el juramento que ambos habian hecho anos atras y juro venganza porque, como le grito airadamente desde el estrado cuando se leyo su sentencia condenatoria, la mitad de su vida le pertenecia.

Tu padre enterro ese secreto en lo mas profundo de su corazon y nunca quiso que tu madre supiera de ello. Los anos borraron los signos externos de aquel recuerdo. Tras la boda y los primeros anos de matrimonio y exitos de tu padre, todo aquello no parecia mas que un episodio enterrado en un pasado lejano.

Me acuerdo de la epoca en que tu madre se quedo embarazada. Tu padre parecia otra persona, un desconocido. Compro un cachorro de perro guardian al que afirmo estar dispuesto a entrenar para que se convirtiera en la mejor de las nineras para su futuro hijo y no cesaba de hablar de la casa que iba a construir, de los planes que tenia para el futuro, de un nuevo libro…

Un mes despues, el teniente Michael Peake, uno de los antiguos pretendientes de tu madre, llamo a su puerta con una noticia que iba a sembrar de terror sus vidas: Jawahal habia incendiado un pabellon de la prision de criminales peligrosos en la que estaba confinado y habia huido, no sin antes escribir en los muros de su celda, con la sangre de su companero degollado, la palabra venganza.

Peake se comprometio personalmente a buscar a Jawahal y a protegerlos de cual-quier posible amenaza. Pasaron dos meses sin novedades ni indicios de la presencia de Jawahal. Hasta el dia del cumpleanos de tu padre.

Al amanecer llego un paquete entregado a su nombre por un mendigo. Contenia un medallon, la joya por la que habia cometido su primer asesinato, y una nota. En ella, Jawahal explicaba que tras varias semanas de espiarlos en secreto y de comprobar que ahora era un hombre de exito y que tenia una esposa radiante, queria desearles lo mejor y, tal vez, realizar alguna visita proxima para, como el decia, volver a compartir como her- manos lo que les pertenecia a ambos.

Los dias siguientes estuvieron sembrados de panico. Uno de los centinelas que Peake habia puesto a custodiar la casa por la noche aparecio muerto. El perro de tu padre fue hallado en el fondo del pozo del patio. Y cada noche, ante la impotencia de Peake y sus hombres, los muros de la casa amanecian con nuevas amenazas pintadas en sangre.

Aquellos fueron dias dificiles para tu padre. Se acababa de construir su maxima obra, la estacion de Jheeter’s Gate en la orilla Este del Hooghly. Era una estructura de acero im-presionante y revolucionaria y constituia la culminacion del proyecto largamente ansiado de tu padre de establecer una red de ferrocarril en todo el pais que permitiese desarrollar el comercio propio y modernizar las provincias hasta llegar a superar el dominio britani-co. Aquella siempre fue una de sus obsesiones, sobre la que podia hablar con vehemencia durante horas, como si se tratase de una mision divina que le hubiese sido encomendada.

La inauguracion oficial de Jheeter's Gate tuvo lugar al final de aquella semana y, para celebrar la ocasion, se decidio fletar simbolicamente un tren que iba a transportar a 360 ninos huerfanos a su nuevo hogar en el Este del pais. Eran hijos de los estratos mas castigados por la pobreza, y el proyecto de tu padre significaba para ellos una nueva vida. Era un empeno en el que tu padre habia estado comprometido desde el primer dia y, que constituia la ilusion de su vida. Tu madre insistio hasta la desesperacion en acudir duran-te unas horas al acto y le aseguro que la proteccion del teniente Peake y sus hombres bas-taba para mantenerla segura.

Cuando tu padre subio al tren y puso en marcha la maquina que debia conducir a los ninos a su nuevo hogar, sucedio algo imprevisto y para lo cual nadie estaba preparado. El fuego. Un terrible incendio se propago por varios niveles de la estacion y a lo largo de los vagones del tren que se internaba en el tunel convertido en un verdadero infierno rodante, una tumba de hierro candente para los ninos que viajaban en su interior. Tu padre murio aquella noche intentando salvar inutilmente a los ninos mientras sus suenos se desvane-cian entre las llamas para siempre.

Cuando tu madre recibio la noticia, estuvo a punto de perderte. Pero la fortuna, cansada de enviar desgracias a la familia, quiso salvarte. Tres dias mas tarde, cuando apenas le faltaban unos dias para dar a luz, Jawahal y sus hombres irrumpieron en la casa y se llevaron a tu madre, no sin antes proclamar que la tragedia de Jheeter's Gate habia sido obra suya.

El teniente Peake logro sobrevivir y seguirlos hasta las entranas de la estacion de Jheeter's Gate, que ahora se habia convertido en un lugar abandonado y maldito donde nadie habia vuelto a entrar desde la noche de la tragedia. Jawahal dejo una nota en la casa jurando matar a tu madre y al nino que iba a dar a luz. Pero habia algo que ni el mismo habia previsto. No era un nino. Eran dos. Dos gemelos. Un nino y una nina. Vosotros dos…»

Aryami Bose siguio relatando el resto de la historia: como Peake habia conseguido salvarlos y llevarlos hasta su casa, como ella habia decidido separarlos y ocultarlos del asesino de sus padres… Ni Sheere ni Ben la escuchaban ya. Ian observo en silencio el rostro blanco de su mejor amigo y el de Sheere. Apenas parpadeaban; las revelaciones que habian oido de labios de la anciana parecian haberlos transformado en estatuas. Ian suspiro profundamente y deseo no haber sido el el elegido para asistir a aquella extrana sesion familiar. Se sentia profundamente incomodo al encarnar el papel de intruso en el drama de sus amigos.

Con todo, Ian se trago su propia consternacion por cuanto habia averiguado y sus pensamientos se concentraron en Ben. Trataba de imaginar la tormenta interna que la historia de Aryami debia de haber desatado en el y maldecia la brusquedad con que el miedo y el cansancio habian llevado a la anciana a desvelar acontecimientos cuya trascen-dencia iba probablemente mucho mas alla de lo aparente. Trato de apartar de su mente por el momento el suceso que Ben habia explicado aquella misma manana sobre su vision de un tren en llamas. Las piezas de aquel rompecabezas se multiplicaban con una veloci-dad escalofriante.

No podia olvidar las decenas de veces en que Ben habia afirmado que ellos, los miembros de la Chowbar Society, eran personas sin pasado. Ian temia que el encuentro de Ben con su pasado en las penumbras de aquel caseron hubiera desgarrado su interior sin remedio. Se conocian desde ninos e Ian sabia de las largas e impenetrables melancolias de Ben, de como era mejor apoyarle sin formular preguntas o tratar de leer sus pensamientos. Por lo que sabia de su amigo, la fachada altanera y arrolladora con que Ben solia escudar-se habitualmente habia encajado aquel golpe como una punalada fatal, una herida de la que el propio Ben no querria hablar jamas.

Ian poso su mano suavemente sobre el hombro de Ben, pero su amigo no parecio advertirlo.

Ben y Sheere, que apenas unas horas antes se habian sentido unidos por un nexo de simpatia y afecto crecientes, parecian ahora incapaces de mirarse el uno al otro, como si las nuevas cartas que se habian repartido

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