Decimas de segundo mas tarde, Sheere atravesaba la trampilla de la caja escarlata con el puno. Sintio las laminas de la escotilla cerrarse sobre su muneca como una flor envenenada. Ben grito a sus pies y el puno igneo de Jawahal se cerro frente a su rostro. Pero Sheere sonrio triunfante y, en algun momento, sintio como el aspid le asestaba su beso mortal y el estallido ardiente de veneno encendia la sangre que corria por sus venas como una bengala lo haria con una estela de gasolina.
Ben rodeo a su hermana con sus brazos y arranco su mano de la caja roja, pero ya era demasiado tarde. Dos punzadas sangrantes brillaban sobre la palida piel del dorso de su muneca. Sheere le sonrio, desvaneciendose.
– Estoy bien -murmuro la muchacha, pero antes de que pudiera acabar de pronun-ciar la ultima silaba, sus piernas sucumbieron a una sacudida invisible y se desplomo sobre el.
– ?Sheere! -grito Ben.
Sintio que una nausea indescriptible se apoderaba de todo su ser y que las fuerzas parecian escaparse de su cuerpo como el tiempo en un reloj de arena. Sujeto a Sheere y la acomodo sobre su regazo, acariciando su rostro.
Sheere abrio sus ojos y le sonrio debilmente. Su rostro se adivinaba blanco como la cal.
– No me duele, Ben -gimio la muchacha. Ben encajo cada palabra como un puntapie en el estomago y alzo la mirada en busca de Jawahal. El espectro contemplaba la escena inmovil y su rostro resultaba impenetrable. Los ojos de ambos se encontraron.
– Nunca lo planee asi, Ben -dijo Jawahal-. Esto va a hacer las cosas mas dificiles.
Ben sintio el odio crecer en su interior; igual que una gran grieta, sesgaba su alma en dos.
– Es usted un asqueroso asesino -murmuro Ben entre dientes.
Jawahal dirigio una ultima mirada a Sheere, que temblaba en brazos de Ben, y nego lentamente. Sus pensamientos parecian muy lejos de alli.
– Ahora solo quedamos tu y yo, Ben -dijo Jawahal-. Cara o cruz. Despidete de ella y ven en busca de tu venganza.
El rostro de Jawahal se enmascaro en un velo de llamas y su silueta encendida se volvio y atraveso la puerta del vagon, lo que dejo una brecha abierta en el metal que goteaba acero candente.
Ben escucho el crujido de apertura de los cerrojos que mantenian presos a Ian, Michael y Roshan. Ian corrio hasta ellos y, asiendo el brazo de Sheere, llevo la herida a sus labios. Succiono con fuerza y escupio la sangre impregnada de veneno que le quemaba la lengua. Michael y Roshan se arrodillaron frente a Sheere y dirigieron una mirada desesperada a Ben, que se maldecia a si mismo por haber dejado transcurrir aquellos segundos preciosos sin comprender que el deberia haber hecho lo que su amigo se habia apresurado a realizar.
Ben alzo la vista y observo el rastro de llamas que Jawahal dejaba a su paso fundiendo el metal al igual que la punta de un cigarro atravesaria unas laminas de papel. El tren sufrio una fuerte sacudida y, lentamente, empezo a desplazarse a traves del tunel. El fragor de la locomotora inundo las galerias subterraneas del laberinto de Jheeter's Gate con su estruendo. Ben se volvio a sus companeros y dirigio una intensa mirada a Ian.
– Cuida de ella -ordeno.
– No, Ben -suplico lan leyendo los pensamientos que anegaban su mente-. No vayas.
Ben abrazo a su hermana y la beso en la frente.
– ?Volveras a decirme adios, Ben? – pregunto la muchacha con voz temblorosa.
Ben sintio que las lagrimas inundaban sus ojos.
– Te quiero, Ben -murmuro Sheere.
– Te quiero -replico Ben, comprendiendo que nunca habia dirigido esas palabras a nadie.
El tren acelero con rabia, arrastrandolos por el tunel. Ben corrio hacia la puerta del vagon y sorteo la herida fresca en la plancha de metal en pos de Jawahal.
Al atravesar el siguiente vagon advirtio que Michael y Roshan corrian tras el. Rapi-damente, se detuvo en la plataforma que separaba los vagones para arrancar la llave que unia los dos ultimos coches, y la lanzo al vacio. Los dedos de Roshan rozaron sus manos durante una decima de segundo, pero cuando Ben alzo la vista de nuevo, las miradas desesperadas de sus amigos se quedaban atras, mientras el tren los arrastraba a el y a Jawahal a toda velocidad hacia el corazon de las tinieblas de Jheeter's Gate. Ahora solo quedaban ellos dos.
A cada paso que Ben daba en direccion a la locomotora, el tren adquiria mayor velocidad en su carrera infernal a traves de los tuneles. La vibracion que sacudia el metal le hacia tambalearse en su camino entre los escombros tras el rastro luminoso de las huellas hundidas en el metal que Jawahal habia dejado. Ben consiguio llegar hasta una nueva plataforma y se asio con fuerza a la barra que servia de agarradero mientras el tren enfilaba una curva afilada en forma de media luna y se sumergia en una pendiente que parecia conducir a las entranas de la Tierra. Luego, en una nueva sacudida, el tren acelero aun mas y la bola de fuego desaparecio en la oscuridad. Ben se incorporo y corrio de nuevo tras el rastro de Jawahal mientras las ruedas del tren arrancaban a los railes estelas de metal encendido, del mismo modo que las cuchillas sobre el hielo.
Escucho un estallido bajo sus pies y pronto advirtio que espesas lenguas de fuego envolvian todo el esqueleto del tren y hacian saltar en pedazos los restos de madera carbonizada que todavia permanecian adheridos a la estructura. Las llamas tambien hicieron estallar los dientes de cristal que rodeaban los huecos de las ventanillas como colmillos emergiendo de las fauces de una bestia mecanica. Ben tuvo que lanzarse al suelo para evitar la tormenta de astillas de vidrio que se estrellaron contra las paredes del tunel, igual que salpicaduras de sangre tras un disparo a bocajarro.
Cuando consiguio levantarse, pudo distinguir a lo lejos la silueta de Jawahal que avanzaba entre las llamas y comprendio que estaba muy proximo a la maquina. Jawahal se volvio y Ben aprecio su sonrisa criminal incluso entre los estallidos de gas que forma-ban anillos de fuego azul y atravesaban el tren trazando un tornado de polvora enloque-cida.
– Ven por mi -escucho en su mente. El rostro de Sheere se encendio en su memoria y Ben emprendio lentamente el trayecto hacia el ultimo vagon que le restaba por recorrer. Cuando cruzo la plataforma externa, noto una bocanada de aire fresco; el tren debia de estar a punto de dejar atras los tuneles y se dirigian a toda velocidad hacia la estacion central de Jheeter's Gate.
Ian no ceso de hablar a Sheere durante todo el trayecto de vuelta. Sabia que si se abandonaba al sueno letal que la acosaba, apenas viviria para ver de nuevo la luz que existia mas alla de aquellos tuneles. Michael y Roshan le ayudaban a sostenerla, pero ninguno de los dos conseguia arrancarle una silaba. Ian, enterrando en lo mas profundo de su alma el sentimiento que le carcomia por dentro, explicaba anecdotas absurdas y toda suerte de ocurrencias, dispuesto si era preciso a desenterrar hasta la ultima palabra que quedase en su mente para mantenerla despierta. Sheere le escuchaba y asentia vaga-mente, entreabriendo sus ojos idos y adormecidos. Ian sostenia la mano de Sheere entre las suyas, sintiendo como su pulso se apagaba lenta pero inexorablemente.
– ?Donde esta Ben? -pregunto. Michael miro a Ian y este sonrio abiertamente.
– Ben esta a salvo, Sheere -contesto con serenidad-. Ha ido a buscar un medico, lo cual, dadas las circunstancias, me parece una groseria. Se supone que yo soy el medico. O lo sere algun dia. ?Que clase de amigo es ese? Menudos animos me da. A la primera de cambio, desaparece en busca de un doctor. Menos mal que medicos como yo hay pocos. Se nace con ello, eso es todo. Por eso se, por instinto, que te vas a poner bien. Con una condicion: no te duermas. ?No te habras dormido, verdad? ?Ahora no te puedes dormir! Tu abuela nos espera a doscientos metros de aqui y yo soy incapaz de explicarle lo que ha pasado. Si lo intento, me lanzara al Hooghly y tengo que coger un barco dentro de unas horas. Asi que mantente despierta y ayudame con tu abuela. ?De acuerdo? Di algo.
Sheere empezo a jadear pesadamente. El color se desvanecio del rostro de Ian y el muchacho la agito. Los ojos de Sheere se abrieron de nuevo.
– ?Donde esta Jawahal? -pregunto.
– Ha muerto -mintio Ian.
– ?Como murio? -consiguio articular Sheere. Ian dudo un segundo. -Cayo bajo las ruedas del tren. No se pudo hacer nada.
Sheere parecio sonreir.
– No sabes mentir, Ian -susurro, luchando por pronunciar cada palabra.
Ian sintio que no podria continuar mucho mas tiempo representando su papel.