– El mentiroso del grupo es Ben -dijo-. Yo siempre digo la verdad. Jawahal ha muerto.

Sheere cerro los ojos e Ian indico a Michael y Roshan que se apresurasen. Medio minuto despues, la luz al final del tunel ilumino sus rostros y la silueta del reloj de la estacion se recorto a lo lejos. Cuando llegaron hasta alli, Siraj, Isobel y Seth los esperaban. Las primeras luces del alba asomaban en una linea escarlata en el horizonte, mas alla de las grandes arcadas de metal de Jheeter's Gate.

Ben se detuvo frente a la entrada del ultimo vagon y poso sus manos sobre la llave giratoria que aseguraba su cierre. La anilla estaba ardiendo. La hizo girar lentamente, sintiendo el metal que mordia cruelmente su piel. Una nube de vapor emergio del interior. Ben empujo la puerta de un puntapie. La silueta de Jawahal, inmovil entre una densa masa de vapor de las calderas, le contemplaba silenciosamente. Ben observo la diabolica maquinaria que atronaba junto a el e identifico el simbolo de un ave ascendiendo entre las llamas que estaba grabado sobre el metal. La mano de Jawahal estaba apoyada sobre la lamina palpitante de la caldera y parecia absorber la fuerza que ardia en su interior. Ben examino el complejo entramado de tuberias, valvulas y tanques de gas que se estremecia junto a ellos.

– En otra vida fui un inventor, hijo mio- dijo Jawahal-. Mis manos y mi mente podian crear cosas. Ahora solo sirven para destruirlas. Esta es mi alma, Ben. Acercate y contempla como late el corazon de tu padre. Yo mismo lo cree. ?Sabes por que lo llame Pajaro de Fuego?

Ben contemplo a Jawahal sin responder.

– Hace miles de anos, existio una ciudad maldita, casi tanto como Calcuta -explico Jawahal-. Su nombre era Cartago. Cuando fue conquistada por los romanos, era tanto el odio que despertaba en ellos el espiritu de los fenicios que no les basto con arrasarla, ni con asesinar a sus mujeres, hombres y ninos. Tuvieron que destruir cada piedra hasta reducirla a polvo. Pero tampoco eso fue suficiente para aplacar su odio. Por eso Caton, el general que mandaba sus tropas, ordeno que sus soldados sembrasen de sal cada resquicio de aquella ciudad, para que jamas un solo brote de vida pudiese crecer en aquel suelo maldito.

– ?Por que me cuenta todo eso? -pregunto Ben mientras sentia que el sudor reco-rria su cuerpo y se secaba casi al instante ante el asfixiante calor que escupian las calderas.

– Aquella ciudad fue el hogar de una divinidad, Dido. Una princesa que entrego su cuerpo al fuego para aplacar la ira de los dioses y purgar sus pecados. Pero ella volvio y se convirtio en diosa. Es el poder del fuego. Igual que el ave fenix, un poderoso pajaro de fuego bajo cuyo vuelo crecian las llamas.

Jawahal acaricio la maquinaria de su letal creacion y sonrio.

– Yo tambien he vuelto de mis cenizas y, como Caton, he vuelto para sembrar de fuego el destino de mi sangre, para borrarlo por siempre.

– Esta usted loco -corto Ben-. Especialmente si cree que podra entrar en mi para mantenerse vivo.

– ?Quienes son los locos? -pregunto Jawahal-. ?Aquellos que ven el horror en el corazon de sus semejantes y buscan la paz a cualquier precio ?O son aquellos que fingen no ver cuanto sucede a su alrededor? El mundo, Ben, es de los locos o de los hipocritas. No existen mas razas en la faz de la Tierra que esas dos. Y tu debes elegir una de ellas.

Ben contemplo largamente a aquel hombre y, por primera vez, creyo ver en el la sombra de quien algun dia habia sido su padre.

– ?Y cual elegiste tu, padre? ?Cual elegiste tu al regresar para sembrar la muerte entre los pocos que te amaban? ?Has olvidado tus propias palabras? ?Has olvidado el rela-to que escribiste sobre las lagrimas de aquel hombre que se convirtieron en hielo cuando comprobo, al volver a su hogar, que todos se habian vendido a aquel brujo itinerante? Tal vez puedas acabar con mi vida tambien, como lo has hecho con la de todos los que se cruzaron en tu camino. No creo ya que eso suponga una gran diferencia. Pero antes de hacerlo, dime a la cara que tu no vendiste tambien tu alma a ese brujo. Dimelo, con la mano en este corazon de fuego en el que te escondes, y te seguire hasta el mismisimo infierno.

Jawahal dejo que los parpados de sus ojos cayeran pesadamente y asintio lentamente. Una lenta transformacion parecio apoderarse de su rostro, y su mirada pali-decio entre las brumas ardientes, derrotada y abatida. La mirada de un gran depredador herido que se retira a morir en la sombra. Aquella vision, aquella subita imagen de vulnerabilidad que Ben vislumbro por apenas unos segundos, se le antojo mas estremecedora y terrorifica que cualquiera de las previas apariciones fantasmales de aquel espectro atormentado. Porque en ella, en aquel rostro consumido por el dolor y el fuego, Ben ya no podia ver a un espiritu asesino, sino solo el triste reflejo de su padre.

Por un instante ambos se observaron mutuamente como viejos conocidos perdidos en la niebla del tiempo.

– Ya no se si yo escribi esa historia o lo hizo otro hombre, Ben -dijo finalmente-. Ya no se si esos recuerdos son mios o los sone. Ni se si mis crimenes los cometi yo o fueron obra de otras manos. Cualquiera que sea la respuesta a estas preguntas, se que ya nunca podre volver a escribir una historia como la que tu recuerdas ni llegar a comprender su significado. Yo no tengo futuro, Ben. Ni vida alguna. Lo que ves no es mas que la sombra de un alma muerta. No soy nada. El hombre que fui, tu padre, murio hace mucho tiempo y se llevo consigo todo cuanto yo podria sonar. Y si no vas a darme tu alma para que viva en ella durante toda la eternidad, dame entonces la paz. Porque ahora solo tu puedes devolverme la libertad. Has venido a matar a alguien que ya esta muerto, Ben. Cumple con tu palabra o unete conmigo en las tinieblas…

En aquel momento el tren emergio del tunel y atraveso el carril central de Jheeter's Gate a toda velocidad proyectando su manto de llamas que se alzaban hacia el cielo. La locomotora cruzo el umbral de las grandes arcadas de la estructura metalica y recorrio los railes que conducian a un camino esculpido sobre la luz del amanecer hacia el horizonte.

Jawahal abrio sus ojos y Ben reconocio en ellos el horror y la profunda soledad que encarcelaban aquella alma maldita.

Mientras el tren recorria los ultimos metros que lo separaban del puente desaparecido, Ben palpo su bolsillo y extrajo la caja que contenia aquel ultimo fosforo que habia guardado. Jawahal hundio su mano en la caldera de gas y una nube de oxigeno puro le envolvio en una cascada de vapor. Su espectro se fundio lentamente en la maquinaria que albergaba su alma y el gas tino su silueta en un espejismo de cenizas. Los ojos de Jawahal le dirigieron una ultima mirada y Ben creyo vislumbrar en ellos el brillo de una lagrima solitaria deslizandose por su rostro.

– Liberame, Ben -murmuro la voz en su mente-. Ahora o nunca.

Ben extrajo el fosforo y lo prendio.

– Adios, padre -susurro.

Lahawaj Chandra Chatterghee bajo la cabeza y Ben lanzo el fosforo encendido a sus pies.

– Adios, Ben. En aquel momento, durante un instante fugaz, Ben sintio junto a el la presencia de un rostro envuelto en un velo de luz. Mientras las llamas prendian como un rio de polvora hasta su padre, aquellos dos profundos ojos tristes le miraron por ultima vez. Ben penso que su mente jugaba con el y reconocio en ellos la misma mirada herida de Sheere. Luego, la silueta de la princesa de luz se sumergio para siempre en las llamas con la mano en alto y una debil sonrisa en los labios, sin que Ben llegase a sospechar a quien habia visto desvanecerse entre el fuego.

La explosion empujo su cuerpo hasta el extremo del vagon al igual que una corriente de aguas invisibles y le proyecto fuera de aquel tren en llamas. Al caer, su cuerpo rodo entre la maleza que habia crecido al amparo de los railes del puente. El convoy se alejo y Ben corrio tras el siguiendo el camino letal al que conducian las vias dirigidas al vacio. Segundos despues, el vagon que albergaba a su padre volvio a estallar con tal fuerza que las vigas de metal que formaban el tendido del puente colgante salieron proyectadas hacia el cielo. Una pira de llamas ascendio hasta las nubes de la tormenta dibujando el haz de un rayo de fuego y quebro el cielo en un espejo de luz.

El tren salto al vacio y la serpiente de acero y llamas se precipito sobre las aguas negras del Hooghly. Un estallido ensordecedor conmovio el cielo sobre Calcuta e hizo temblar el suelo bajo sus pies.

El ultimo aliento del Pajaro de Fuego se extinguio llevandose consigo para siempre el alma de Lahawaj Chandra Chatterghee, su creador.

Ben se detuvo y cayo de rodillas entre las vias mientras sus amigos corrian hacia el desde el umbral de Jheeter's Gate. Sobre ellos, cientos de pequenas lagrimas blancas parecian llover del cielo. Ben alzo la mirada y las sintio sobre su rostro. Estaba nevando.

Вы читаете El Palacio de la Medianoche
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату