Los miembros de la Chowbar Society se reunieron por ultima vez aquel amanecer de mayo de 1932 junto al puente desaparecido a orillas del rio Hooghly, frente a las ruinas de la estacion de Jheeter's Gate. Una cortina de nieve desperto a la ciudad de Calcuta, donde nunca nadie habia visto aquel manto blanco que empezo a recubrir las cupulas de los viejos palacios, los callejones y la inmensidad del Maidan.
Mientras los habitantes de la ciudad salian a las calles a contemplar aquel milagro que jamas volveria a producirse, los miembros de la Chowbar Society se retiraron hasta el puente y dejaron a solas a Sheere en brazos de Ben. Todos habian sobrevivido a los acontecimientos de aquella noche. Habian presenciado como aquel tren en llamas se precipitaba al vacio y una explosion de fuego ascendia al cielo y rasgaba la tormenta como una cuchilla infernal. Sabian que tal vez nunca volverian a hablar de los acontecimientos de aquella noche y que, si algun dia lo hacian, nadie les creeria. Sin embargo, aquel amanecer, todos comprendieron que no habian sido mas que invitados, pasajeros ocasionales de aquel tren venido del pasado. Poco despues, contemplaron en silencio el abrazo de Ben a su hermana, bajo la nieve. Paulatinamente, el dia desvanecia las tinieblas de aquella noche interminable.
Sheere sintio el contacto frio de la nieve sobre sus mejillas y abrio los ojos. Su hermano Ben la sostenia y le acariciaba suavemente el rostro.
– ?Que es esto, Ben?
– Es nieve -respondio Ben-. Esta nevando sobre Calcuta.
El rostro de la muchacha se ilumino por un instante.
?Te hable alguna vez de mi sueno? -pregunto Sheere.
– Ver nevar sobre Londres -dijo Ben-. Lo recuerdo. El ano que viene iremos juntos alli. Visitaremos a Ian mientras este estudiando medicina. Nevara todos los dias. Te lo prometo.
– ?Recuerdas el cuento de nuestro padre, Ben? ?El que os explique la noche que fuimos al Palacio de la Medianoche?
Ben asintio. -Estas son las lagrimas de Shiva, Ben -dijo Sheere trabajosamente-. Se fundiran cuando salga el Sol y nunca mas volveran a caer sobre Calcuta.
Ben incorporo suavemente a su hermana y le sonrio. Los profundos ojos perlados de Sheere le observaban atentamente.
– ?Voy a morirme, verdad?
– No-respondio Ben-. No vas a morirte hasta dentro de muchos anos. Tu linea de la vida es muy larga. ?Ves?
– Ben -gimio Sheere-, era lo unico que podia hacer. Lo hice por nosotros.
Ben la abrazo con fuerza. -Lo se -murmuro. Sheere trato de incorporarse y acerco sus labios al oido de Ben.
– No me dejes morir sola -susurro. Ben oculto su rostro de la mirada de su herma-na y la apreto contra si.
– Nunca.
Permanecieron juntos, asi, abrazados bajo la nieve y en silencio, hasta que el pulso de Sheere se apago lentamente como una vela al viento. Poco a poco las nubes se alejaron hacia el Oeste, mientras la luz del amanecer desvanecia para siempre aquel lienzo de lagrimas blancas que habia cubierto la ciudad.
Los lugares que albergan la tristeza y la miseria son el hogar predilecto de las historias de fantasmas y aparecidos. Calcuta guarda en su cara oscura cientos de esas historias, historias que nadie reconoce creer y que, sin embargo, perviven en la memoria de generaciones como la unica cronica del pasado. Se diria que, iluminadas por una extrana sabiduria, las gentes que pueblan sus calles comprenden que la verdadera historia de esta ciudad fue siempre escrita en las paginas invisibles de sus espiritus y sus maldicio-nes calladas Y ocultas.
Tal vez fuera esa misma sabiduria la que, en sus ultimos minutos, ilumino el camino de Lahawaj Chandra Chatterghee y le permitio entender que habia caido irremisiblemente en el laberinto de su propia maldicion. Tal vez comprendiese, desde la profunda soledad de un alma condenada a recorrer una Y otra vez las heridas de su pasado, el verdadero valor de las vidas que habia destruido y el de las que todavia podia salvar. Es dificil saber que vio en el rostro de su hijo Ben segundos antes de permitir que este apagase para siempre las llamas del rencor que ardian en las calderas del Pajaro de Fuego. Tal vez el, en su locura, fue capaz, por un segundo, de reunir la cordura que todos sus verdugos le habian arrebatado desde los dias de Grant House.
Todas las respuestas a estas preguntas, al igual que sus secretos, sus descubrimien-tos, sus suenos y sus anhelos, desaparecieron para siempre en la terrible explosion que abrio el cielo sobre Calcuta al alba de aquel 30 de mayo de 1932, como aquellos copos de nieve que se fundieron al besar el suelo.
Cualquiera que sea la verdad, me basta con recordar que, poco despues de que aquel tren en llamas se sumergiese en las aguas del Hooghly, el charco de sangre fresca que habia albergado el espiritu atormentado de la mujer que dio a luz a los dos gemelos se evaporo para siempre. Supe entonces que el alma de Lahawaj Chandra Chatterghee y de la que habia sido su companera descansarian en paz eternamente. Nunca mas volveria a ver en suenos la mirada triste de la princesa de luz inclinandose sobre mi amigo Ben.
No he vuelto a ver a mis companeros en todos estos anos desde que subi a bordo de aquel buque que habria de llevarme rumbo a mi destino en Inglaterra al atardecer de aquel mismo dia. Recuerdo los rostros de aquellos muchachos asustados despidiendome desde los muelles a orillas del rio Hooghly mientras el barco levaba anclas. Recuerdo las promesas que hicimos de mantenernos unidos y no olvidar jamas lo que habiamos presenciado. No negare que, en ese mismo momento, me di cuenta de que aquellas pala-bras se perderian para siempre en el rastro de aquel buque que partio bajo el crepusculo encendido de Bengala.
Todos estaban alli, a excepcion de Ben. Pero ninguno como el estaba tan presente en el corazon de todos nosotros.
Al volver ahora la memoria hasta aquellos dias, siento que todos y cada uno de ellos perviven en un lugar sellado de mi alma que cerro para siempre sus puertas aquel atarde-cer en Calcuta. Un lugar donde todos seguimos siendo apenas unos jovenes de dieciseis anos y donde el espiritu de la Chowbar Society, y el Palacio de la Medianoche permane-ceran vivos mientras yo lo este.
En cuanto a lo que el destino nos reservaba a cada uno de nosotros, el tiempo ha bo-rrado las huellas de muchos de mis companeros. Supe que Seth, con los anos, sucedio al orondo Mr. De Rozio como Jefe de Bibliotecas y Documentacion del museo hindu, con lo que se convirtio en el hombre mas joven que ocupaba aquel cargo en la historia de la insti-tucion.
Tuve tambien noticias de Isobel, que anos mas tarde contrajo matrimonio con Michael. Su union duro cinco anos y tras su separacion Isobel marcho a recorrer el mundo con una modesta compania de teatro. Los anos no le impidieron mantener vivos sus suenos. No se que habra sido de ella. Michael, que todavia vive en Florencia, donde da clases de dibujo en un instituto, no ha vuelto a verla jamas. Todavia hoy espero encontrar algun dia su nombre en grandes titulares.
Siraj fallecio en 1946 tras haber pasado los ultimos cinco anos de su vida en una prision de Bombay acusado de un robo que hasta el ultimo dia juro no haber cometido. Como predijo Jawahal, la poca suerte que habia tenido le abandono para siempre.
Roshan es hoy un prospero y poderoso comerciante, dueno de buena parte de las antiguas calles de la ciudad negra donde se crio como un mendigo sin techo. El es el unico que, cada ano, cumple con el ritual de enviarme una carta de felicitacion en la fecha de mi cumpleanos. Se por sus cartas que se caso Y que el numero de nietos que corretean por sus propiedades solo es comparable al de las cifras que componen su fortuna.
Por lo que a mi respecta, la vida ha sido generosa conmigo Y me ha permitido recorrer este extrano pasaje a ninguna parte en paz Y sin privaciones. Poco despues de finalizar mis estudios, la clinica del doctor Walter Hartley en Whitechapel me ofrecio un puesto Y fue alli donde realmente aprendi el oficio con el que siempre sone y del que todavia vivo. Hace veinte anos, tras la muerte de mi esposa Iris, me traslade a Bourne-mouth, donde mi hogar y mi consulta comparten una pequena y confortable casa desde la que se divisa la marisma de Poole Bay. Mi unica compania desde que Iris me dejo han sido su recuerdo y el secreto que un dia comparti con mis companeros de la Chowbar Society.
Una vez mas, he dejado a Ben para el final. Incluso hoy, cuando hace ya mas de cin-cuenta anos que no le veo, me resulta dificil hablar del que fue y siempre sera mi mejor amigo. Me entere, gracias a Roshan, de que Ben se fue a vivir a la que habia sido la casa de su padre, el ingeniero Chandra Chatterghee, en compania de la anciana Aryami Bose, cu-ya fortaleza de animo nunca se sobrepuso al impacto de la muerte de Sheere, lo que la