cosas que nuestros ojos no ven, pero que pertenecen tambien al pueblo: diversiones absurdas, oficios inverosimiles, actividades irracionales… Tu no sales nunca de tu Academia y yo nunca salgo de mi cerebro, que vienen a ser lo mismo, pero Atenas, mi querido Diagoras, no es nuestra idea de Atenas…

– ?Ahora opinas igual que Crantor?

Heracles se encogio de hombros.

– Lo que intento decirte, Diagoras, es que la vida tiene lugares extranos que ni tu ni yo hemos visitado jamas. El esclavo que me ofrecio la informacion me aseguro que existen en la Ciudad varios teatros clandestinos como este. Por regla general, se trata de viejas casas adquiridas a bajo precio por comerciantes metecos, que estos, despues arriendan a los poetas. Con el dinero que recaudan, pagan sus fuertes impuestos. Por supuesto los arcontes no permiten tal actividad, pero, como acabas de ver, publico no les falta… El teatro es un negocio bastante lucrativo en Atenas.

– Y respecto a la obra…

– No conozco el titulo ni el tema, pero si el autor: es una tragedia de Menecmo, el escultor poeta. ?Lo viste actuar?

– ?A Menecmo?

– Si, era el hombre que estaba sentado en la mesa, el que hacia de Traductor. Su mascara era pequena y pude reconocerle. Un individuo realmente curioso: tiene un taller de escultura en el Ceramico, donde se gana la vida realizando frisos para las casas de nobles atenienses, y escribe tragedias que nunca estrena oficialmente, sino para un grupo de «escogidos», poetas mediocres como el, en estos teatrillos ocultos. He hecho algunas averiguaciones en su barrio. Segun parece, usa su taller para algo mas que para trabajar: organiza fiestas nocturnas al estilo siracusano, orgias que harian palidecer a un Morico. Los principales invitados son los mozalbetes que le sirven de modelos en sus marmoles y de coreutas en sus obras…

Diagoras se volvio hacia Heracles.

– No te atreveras a insinuar… -dijo.

Heracles se encogio de hombros y suspiro, como si se viera en la obligacion de dar una mala noticia y ello le causara cierto pesar.

– Ven -dijo-. Detengamonos aqui y hablemos.

Se hallaban en una zona despejada, junto a una Stoa de paredes decoradas con pinturas que evocaban rostros humanos. El artista habia suprimido todos los rasgos salvo los ojos, que permanecian abiertos y vigilantes. A lo lejos, en la calle observada por la luna, ladro un perro.

– Diagoras -dijo Heracles con lentitud-, pese al breve tiempo que llevamos tratandonos, creo conocerte un poco, y sospecho que lo mismo te ocurre a ti conmigo. Lo que voy a decirte no te va a agradar, pero es la verdad, o parte de ella. Y tu me has pagado para saberla.

– Habla -dijo Diagoras-. Te escuchare.

Empleando un tono tan delicado como las alas de un pequeno pajaro, Heracles comenzo:

– Tramaco, Antiso y Eunio han llevado… y llevan… una vida, digamos, un tanto disipada. No me preguntes el motivo: no creo que debas sentirte responsable como mentor. Pero el hecho es este: que la Academia les aconseja rechazar las emociones vulgares del placer fisico, asi como participar en obras teatrales, pero ellos se relacionan con hetairas y hacen de coreutas… -alzo una mano con rapidez, como si hubiera percibido que Diagoras se hallaba a punto de interrumpirle-. En teoria, esto no es malo, Diagoras. Incluso puede que algunos de tus colegas mentores lo conozcan y lo permitan. A fin de cuentas, son cosas de jovenes. Pero en el caso de Antiso y Eunio… y probablemente de Tramaco… Bien, digamos que exageraron un poco. Conocieron a Menecmo, aun no se como, y se convirtieron en fervientes… discipulos de su… peculiar «escuela» nocturna. El esclavo que contrate para que siguiera a Antiso anoche me dijo que, despues de actuar en el teatro que hemos visto, Eunio y Antiso se marcharon con Menecmo a su taller… y participaron en una pequena fiesta.

– Una fiesta… -los ojos de Diagoras se movian, vigilantes, en sus orbitas, como si quisieran abarcar de una sola mirada toda la figura del Descifrador-. ?Que fiesta?

Los ojos del viejo vigilaban, asomados… el taller de esculturas… un hombre maduro… varios adolescentes… reian… resplandores de las lamparas… mientras los adolescentes aguardaban… una mano… cintura… El viejo se paso la lengua por los labios… la caricia… un jovencito, mucho mas hermoso… completamente desnudo… el vino derramado… Asi, decia… El viejo, sorprendido… mientras el escultor… acercandose… lento y suave… mas suave… Ah, gimio… al tiempo que los demas jovenes… redondeces. Entonces, volcados todos… postura extrana… piernas… desesperante… en la penumbra… con el sudor… Espera, le oyo murmurar… «Increible», penso el viejo. [45]

– Es ridiculo -dijo Diagoras con voz ronca-. ?Por que no dejan la Academia entonces?

– No lo se -Heracles se encogio de hombros-. Quiza por las mananas quieren pensar como hombres y por las noches gozar como animales. No tengo la menor idea al respecto. Pero este no es el problema mas grave. Lo cierto es que sus familias desconocen la doble vida que llevan. La viuda Etis, por ejemplo, se siente satisfecha por la educacion que Tramaco estaba recibiendo en la Academia… Y no hablemos del noble Praxinoe, el padre de Antiso, que es pritano de la Asamblea, o de Trisipo, el padre de Eunio, un antiguo y glorioso estratego… ?Que ocurriria, me pregunto, si la actividad nocturna de tus alumnos llegara a trascender?

– Seria horrible para la Academia… -murmuro Diagoras.

– Si, pero ?y para ellos? Mas aun ahora, al cumplir la edad de la efebia, cuando adquieren derechos legales… ?Como crees que reaccionarian sus nobles padres, que tanto han deseado que se eduquen segun los ideales del maestro Platon? Yo creo que los primeros interesados en que nada de esto se sepa son tus alumnos… no digamos el propio Menecmo.

Y, como si ya no tuviera nada mas que decir, Heracles reanudo la marcha por la solitaria calle. Diagoras lo siguio en silencio, vigilando su rostro. Heracles dijo:

– Todo lo que te he contado hasta aqui se aproxima mucho a la verdad. Ahora procedere a explicarte mi hipotesis, que considero bastante probable. En mi opinion, todo iba bien para ellos hasta que Tramaco decidio delatarles…

– ?Que?

– Es posible que la conciencia le remordiera al saber que traicionaba las normas de la Academia, quien sabe. Sea como fuere, mi teoria es esta: que Tramaco decidio hablar. Contarlo todo.

– No hubiera sido tan terrible -se apresuro a decir Diagoras-. Yo habria comprendido…

Heracles lo interrumpio.

– No sabemos cuanto es todo, recuerdalo. No conocemos muy bien la indole exacta de la relacion que mantenian, y mantienen, con el tal Menecmo…

Heracles hizo una pausa para crear un silencio lo suficientemente explicito. Diagoras murmuro:

– ?Pretendes decirme que… su terror en el jardin…?

La expresion de Heracles evidencio que no era ese el aspecto que el consideraba mas importante. Pero dijo:

– Si, quiza. Sin embargo, debes tener en cuenta que yo nunca quise investigar el supuesto terror que afirmas haber visto en los ojos de Tramaco, sino…

– … algo que viste en su cadaver y que no has querido contarme -se impacientaba Diagoras.

– Exacto. Lo que ocurre es que ahora todo encaja. El hecho de haberte ocultado este detalle, Diagoras, obedecia a que sus implicaciones son tan desagradables que deseaba, en primer lugar, establecer alguna clase de hipotesis que pudiera explicarlo. Pero creo que ha llegado el momento de revelartelo.

De improviso, Heracles se llevo una mano a la boca. A Diagoras le parecio, por un instante, que el Descifrador pretendia amordazarse a si mismo para no hablar. Pero, luego de acariciarse la pequena barba plateada, Heracles dijo:

– A primera vista, se trata de algo muy simple. El cuerpo de Tramaco, como sabes, se hallaba cubierto de mordiscos, pero… no del todo. Quiero decir que sus brazos estaban casi ilesos. Y ese fue el detalle que me sorprendio. Lo primero que hacemos cuando nos atacan es alzar los brazos, y en ellos recibimos los primeros golpes. ?Como se explica que una manada entera de lobos atacara al pobre Tramaco sin herirle apenas los brazos? Solo existe una posible

Вы читаете La Caverna De Las Ideas
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату