Eunio se acuchillo en el taller de Menecmo. Despues lo disfrazamos de mujer con un peplo
– ?Y Eumarco? ?Tambien bebio
– Naturalmente. Ese pobre esclavo pedagogo tenia muchos deseos de liberar sus viejos impulsos… Se destrozo con sus propias manos. A proposito, tu ya sospechabas que usabamos una droga… ?Por que?
– Lo percibi en el aliento de Antiso y Eumarco, y despues en el de Ponsica… Y por cierto, Crantor, aclarame esta duda: ?mi esclava ya era de vosotros antes de que todo esto comenzara?
A pesar de la penumbra de la gruta, la expresion del rostro de Heracles debio de hacerse bien patente, porque Crantor, de improviso, enarco las cejas y replico, mirandole a los ojos:
– ?No me digas que te sorprende!… ?Oh, por Zeus y Afrodita, Heracles! ?Crees que hubiera sido necesario insistirle mucho?
Su tono de voz reflejaba cierta compasion. Se acerco a su desfallecido prisionero y anadio:
– ?Oh, amigo mio, intenta, por una sola vez, ver las cosas tal como son, y no como tu razon te las muestra!… Esa pobre muchacha, mutilada cuando era nina y obligada, bajo tu mandato, a soportar la humillacion de una mascara perenne… ?necesitaba que alguien la convenciera de que liberase su
Hizo una pausa y encogio sus enormes hombros.
– Lo cierto es que Ponsica nos conocio poco despues de que la compraras -y frunciendo el ceno con expresion de disgusto, concluyo-: Debio matarte cuando se lo ordene, y asi nos hubieramos ahorrado muchas molestias…
– Supongo que lo de Yasintra tambien fue idea tuya.
– Asi es. Se me ocurrio cuando nos enteramos de que habias hablado con ella. Yasintra no pertenece a nuestra religion, pero la manteniamos vigilada y amenazada desde que supimos que Tramaco, que deseaba convertirla a nuestra fe, le habia revelado parte de nuestros secretos… Introducirla en tu casa me fue doblemente util: por un lado ayudo a distraerte y confundirte; por otro… Digamos que cumplio una mision didactica: mostrarte con un ejemplo practico que el placer del cuerpo, ante el que tan indiferente te crees, es muy superior al deseo de vivir…
– Gran leccion la tuya, por Atenea -ironizo Heracles-. Pero dime, Crantor, al menos para hacerme reir: ?en esto has empleado el tiempo que estuviste fuera de Atenas? ?En inventar trucos para proteger a esta secta de locos?
– Durante varios anos estuve viajando, como te dije -replico Crantor con tranquilidad-. Pero regrese a Grecia mucho antes de lo que supones y viaje por Tracia y Macedonia. Fue entonces cuando entre en contacto con la secta… Se la denomina de varias maneras, pero su nombre mas comun es Lykaion. Me sorprendio tanto encontrar en tierra de griegos unas ideas tan salvajes, que, de inmediato, me hice un buen adepto… Cerbero… Cerbero, basta, deja ya de ladrar… Y te aseguro que no somos una secta de locos, Heracles. No hacemos dano a nadie, salvo cuando esta en peligro nuestra propia seguridad: realizamos rituales en los bosques y bebemos
Revolvio furiosamente el liquido de la escudilla y prosiguio:
– El origen de nuestra hermandad es tracio, aunque ahora impera sobre todo en Macedonia… ?Sabias que Euripides, el celebre poeta, pertenecio a ella en sus ultimos anos?
Enarco las cejas en direccion a Heracles, esperando, sin duda, que aquella revelacion lo sorprendiera de algun modo, pero el Descifrador lo miraba impasible.
– ?Si, el mismo Euripides!… Conocio nuestra religion y se acogio a ella. Bebio
– Menecmo los menciono a ambos -asintio Heracles.
– De hecho, fueron grandes hermanos de Lykaion.
Y, como si se le hubiera ocurrido una idea repentina o algun tema colateral de conversacion, Crantor anadio:
– El caso de Euripides fue curioso… Toda su vida se habia mantenido apartado, artistica e intelectualmente, de la naturaleza instintiva del hombre con su teatro racionalista e insipido, y en su vejez, durante su voluntario exilio en la corte del rey Arquelao de Macedonia, desenganado por la hipocresia de su patria ateniense, entro en contacto con Lykaion… Por aquella epoca, nuestra hermandad no habia llegado aun al Atica, pero se hallaba floreciente en las regiones del norte. En la corte de Arquelao, Euripides contemplo los principales ritos de Lykaion y quedo transformado. Escribio, entonces, una obra distinta a todas las previas, la tragedia con la que quiso saldar sus deudas con el primitivo arte teatral, que pertenece a Dioniso:
– La droga os enloquece -dijo Heracles con voz fatigada-. Nadie en su sano juicio desearia ser mutilado por otros…
– Oh, ?de veras crees que es el
Se acerco a Heracles y la inmensa sombra de su rostro se partio en una amplia sonrisa.
– En cualquier caso, ya sabes que no me gusta discutir… Si es el
Heracles tenso las cuerdas que colgaban de los clavos de oro. Se sentia debil y entumecido, pero no creia que la droga le hubiese hecho ningun efecto. Alzo los ojos hacia el rocoso semblante de Crantor y dijo:
– Estas equivocado, Crantor. Este no es el secreto que la Humanidad querra conocer. No creo en las profecias ni en los oraculos, pero si hubiera de profetizar algo, te diria que Atenas sera la cuna de un nuevo hombre… Un hombre que luchara con sus ojos e inteligencia, no con sus manos, y, al traducir los textos de sus antepasados, aprendera de ellos…
Crantor lo escuchaba con los ojos muy abiertos, como si estuviera a punto de lanzar una carcajada.
– La unica violencia que profetizo es la imaginaria -prosiguio Heracles-: Hombres y mujeres podran leer y escribir, y se formaran gremios de sabios traductores que editaran y descifraran las obras de los que ahora son nuestros contemporaneos. Y, al traducir lo que otros dejaron por escrito, sabran como fue el mundo cuando la razon no gobernaba… Ni tu ni yo lo veremos, Crantor, pero el hombre avanza hacia la Razon, no hacia el Instinto… [135]
– No -dijo Crantor sonriendo-. Tu eres quien esta equivocado…
Su mirada, muy extrana, no parecia dirigirse a Heracles sino a alguien que se hallara detras, incrustado en la roca de la caverna, o quiza bajo sus pies, en alguna invisible profundidad, aunque de esto Heracles no pudiera estar seguro debido a la creciente penumbra.