mar (seria muy propio de los griegos). Pero ?y la cualidad, tan repetida, de «untuoso»? Sigamos avanzando.
[7] Traduzco literalmente «la cabeza del higo», aunque no se muy bien a que se refiere el anonimo autor: es posible que se trate de la parte mas gruesa y carnosa, pero, por lo mismo, tambien puede ser la zona mas proxima al tallo. Ahora bien, quiza la frase sea tan solo un recurso literario para acentuar un vocablo -«cabeza»- que parece ganar cada vez mas terreno como nueva palabra eidetica.
[8] Con independencia de su finalidad dentro de la ficcion del dialogo, estas ultimas frases -«Hay
[9] Este curioso parrafo, que parece describir de forma poetica la ducha de los adolescentes en el gimnasio, contiene, en apretada sintesis pero bien remachados, casi todos los elementos eideticos del segundo capitulo: entre ellos, «humedad», «cabeza» y «ondulacion». Se hace notar tambien la repeticion de «multiple» y la palabra «escamas», que ha aparecido anteriormente. La imagen de la «flor de carne» me parece una simple metafora no eidetica.
[10] ?Seguro que estas lineas finales han sorprendido al lector tanto como a mi! Debemos excluir, por supuesto, la posibilidad de una complicada metafora, pero tampoco podemos caer en un exacerbado realismo: pensar que «multiples serpientes enroscadas» anidaban en el suelo de la habitacion de Heracles, y que, por tanto, todo el dialogo previo entre Diagoras y el Descifrador de Enigmas se ha desarrollado en «un lugar repleto de ofidios que se deslizan con fria lentitud por los brazos o las piernas de los protagonistas mientras estos, inadvertidamente, siguen hablando», como opina Montalo, es llevar las cosas demasiado lejos (la explicacion que aduce este ilustre experto en literatura griega es absurda: «?Por que no van a existir serpientes en la habitacion si el autor
– «Humedad fria», «untuosidad», movimientos «sinuosos» y «reptantes»… Puede estar hablando de una serpiente, ?no? -sugirio Elio-. Primer capitulo, leon. Segundo capitulo, serpiente.
– Pero ?y «cabeza»? -objete-. ?Por que tantas «cabezas multiples»? -Elio se encogio de hombros, devolviendome la pregunta. Le mostre, entonces, la estatuilla que me habia traido de casa-. Helena y yo creemos haberlo descubierto. ?Ves? Esta es la figura de la Hidra, el legendario monstruo de multiples cabezas de serpiente que, al ser cortadas, se reproducian… De ahi tambien la insistencia en describir la «decapitacion» de los higos…
– Pero hay mas -intervino Helena-: Derrotar a la Hidra de Lerna fue el segundo de los Trabajos que realizo Hercules, el heroe de gran parte de las leyendas griegas…
– ?Y que? -dijo Elio.
Tome la palabra, entusiasmado.
–
– Y la del segundo, la Hidra -concluyo Elio con rapidez-. Todo concuerda, en efecto… Al menos, por ahora.
– ?Por ahora? -me irrito un poco aquella coletilla-. ?A que te refieres?
Elio sonrio con calma.
– Estoy de acuerdo con vuestras conclusiones -explico-, pero los libros eideticos son traicioneros: tened en cuenta que se trata de trabajar con objetos completamente imaginarios, ni siquiera con palabras sino con… ideas. Con imagenes destiladas. ?Como podemos estar seguros de la clave final que tenia en mente el autor?
– Muy sencillo -repuse-: Todo consiste en probar nuestra teoria. El tercer Trabajo, segun la mayoria de las tradiciones, fue capturar al Jabali de Erimanto: si la imagen oculta del tercer capitulo se parece a un jabali, nuestra teoria recibira una prueba mas…
– Y asi hasta el final -dijo Helena, muy tranquila. -Tengo otra objecion -Elio se rasco la calva-: En la epoca en la que fue escrita esta obra, los Trabajos de Hercules no eran ningun secreto. ?Por que usar la eidesis para ocultarlos? Se hizo el silencio.
– Una buena objecion -admitio Helena-. Pero supongamos que el autor ha elaborado una eidesis de la eidesis, y que los Trabajos de Hercules ocultan, a su vez, otra imagen…
– ?Y asi hasta el infinito? -la interrumpio Elio-. No podriamos conocer entonces la idea original. Debemos detenernos en algun sitio. Segun ese punto de vista, Helena, cualquier cosa escrita puede remitir al lector a una imagen que, a su vez, puede remitir a otra, y a otra… ?Seria imposible leer!
Ambos me miraron aguardando mi opinion. Reconoci que yo tampoco lo comprendia.
– La edicion del texto original es de Montalo -dije-, pero, inconcebiblemente, no parece haber notado nada. Le he escrito una carta. Quiza su opinion nos resulte util…
– ?Montalo, has dicho? -Elio enarco las cejas-. Vaya, me temo que has perdido el tiempo… ?Acaso no lo sabias? Fue noticia en todas partes… Montalo murio el ano pasado… ?Tu tampoco lo sabias, Helena?
– No -reconocio Helena, y me dedico una mirada compasiva-. Vaya casualidad.
– Desde luego -asintio Elio, y se volvio hacia mi-: Y como la unica edicion del original era la suya y la unica traduccion hasta el momento es la tuya, parece que el descubrimiento de la clave final de
– Vaya responsabilidad -bromeo Helena.
Me quede sin saber que decir. Y aun le sigo dando vueltas al tema.
[11] «Rapidez, descuido. Las palabras fluyen aqui sobre el cauce de una caligrafia irregular, a veces incomprensible, como si al copista le hubiese faltado tiempo para acabar el capitulo», comenta Montalo acerca del texto original. Por mi parte, permanezco ojo avizor para «capturar» a mi Jabali entre las frases. Inicio la traduccion del tercer capitulo.
[12] «Siguen cinco lineas indescifrables», asegura Montalo. Al parecer, la caligrafia en este punto es desastrosa. Se adivinan, a duras penas (siempre segun Montalo), cuatro palabras en todo el parrafo: «enigmas», «vivio», «esposa» y «gordo». El editor del texto original anade, no sin cierta ironia: «El lector debera intentar reconstruir los datos biograficos de Heracles a partir de estas cuatro palabras, lo cual parece, al mismo tiempo, enormemente facil y muy dificil».