preguntas: ?que pudo sucederle a Montalo en los ultimos anos de su vida? Aristides me dijo que estaba obsesionado con probar la teoria de las Ideas de Platon mediante un texto eidetico… ?Quiza La caverna contiene la prueba que buscaba, y eso lo enloquecio? ?Y por que, si era experto en obras eideticas, no advierte en su edicion que La caverna lo es?
Aunque no se muy bien el motivo, cada vez estoy mas seguro de que la respuesta a estos interrogantes se oculta en el texto. Debo seguir traduciendo. Pido disculpas al lector por la interrupcion. Comienzo de nuevo en la frase: «En la oscuridad, una voz pregunto».
[53] No puedo seguir con la traduccion. Mis manos tiemblan.
Vuelvo al trabajo tras dos dias de angustia. Aun no se si continuare o no, quiza no tenga valor. Pero al menos he logrado regresar a mi escritorio, sentarme y contemplar mis papeles. No hubiese creido posible hacer esto ayer por la manana, cuando charlaba con Helena. Lo de Helena fue un acto impulsivo, lo reconozco: le pedi el dia anterior que me hiciera compania -no me sentia con fuerzas para soportar la soledad nocturna de mi casa-, y, aunque no quise contarle en aquel momento las razones ocultas de mi peticion, ella debio de percibir algo en mis palabras, porque acepto de inmediato. Procure no hablar del trabajo. Fui amable, cortes y timido. Tal conducta persistio incluso cuando hicimos el amor. Hice el amor con el secreto deseo de que ella me
–
Ella protesto. Se incorporo en la cama. Me hizo muchas preguntas, se enfado. Yo -aun desnudo- sali del cuarto, me dirigi a! salon y regrese con los papeles de mi traduccion interrumpida. Se los entregue. Era gracioso: ambos desnudos -ella sentada, yo de pie-, convertidos otra vez en companeros de trabajo; ella frunciendo el ceno de profesora al tiempo que sus pechos -tremulos, rosaceos- se alzaban con cada respiracion; yo, aguardando en silencio frente a la ventana, mi absurdo miembro arrugado por el frio y la angustia.
– Es ridiculo… -dijo al acabar la lectura-. Es absolutamente ridiculo…
Protesto de nuevo. Me increpo. Me dijo que me estaba obsesionando, que la descripcion era muy vaga, que podia corresponder a cualquier otra persona. Agrego:
– Y el anillo de la estatua lleva un circulo grabado en el sello. ?Un
Ese era el detalle mas horrible. Y ella ya se habia dado cuenta.
– En griego, «circulo» es
– Pero el texto dice
– Montalo advierte en una de sus notas que la palabra es dificil de leer. El interpreta
– ?Pero es absurdo! -se exaspero-. ?Que haces… aqui dentro? -golpeo los papeles-. ?Esta obra fue escrita hace miles de anos!… ?Como…? -aparto las sabanas que cubrian sus largas piernas. Se atuso el pelo rojizo. Avanzo, descalza y desnuda, hacia la puerta-. Ven. Quiero leer el texto original -habia cambiado de tono: hablaba ahora con firmeza, con decision.
Horrorizado, le suplique que no lo hiciera.
– Vamos a leer entre los dos el texto de Montalo -me interrumpio, de pie en la puerta-. Me da igual si despues decides no continuar con la traduccion. Quiero quitarte esta locura de la cabeza.
Fuimos hacia el salon -descalzos, desnudos-. Recuerdo que pense algo absurdo mientras la seguia: «Queremos asegurarnos de que somos seres humanos, cuerpos materiales, carne, organos, y no solo personajes o lectores… Vamos a saberlo. Queremos saberlo». En el salon hacia frio, pero de momento no nos importo. Helena llego antes que yo al escritorio y se inclino sobre los papeles. Yo fui incapaz de acercarme: aguarde detras de ella, observando su espalda lustrosa y encorvada, la suave curvatura de sus vertebras, el mullido escabel de sus nalgas. Hubo una pausa. «Esta leyendo mi rostro», recuerdo que pense. La oi gemir. Cerre los ojos. Dijo:
– Oh.
La senti acercarse y abrazarme. Su ternura me horrorizaba. Dijo:
– Oh… oh…
No quise preguntarle. No quise saberlo. Me amarre a su tibio cuerpo con fuerza. Entonces percibi su risa: suave, creciente, naciendo en su vientre como la alegre presencia de otra vida.
– Oh… oh… oh… -dijo sin dejar de reir.
Despues, mucho despues, lei lo que ella habia leido, y comprendi por que se reia.
He decidido continuar con la traduccion. Reanudo el texto a partir de la frase: «Pero aun no habia visto el rostro de la figura».
[54] Laguna textual a partir de aqui. Montalo afirma que las cinco lineas siguientes son ilegibles.
[56] Durante estas ultimas horas he recuperado el control de mis nervios. Ello se debe, sobre todo, a que he distribuido racionalmente mis periodos de descanso entre los parrafos: estiro las piernas y doy breves paseos alrededor de mi celda. Gracias a este ejercicio he logrado concretar mejor el reducido mundo en que me hallo: un rectangulo de cuatro pasos por tres con un camastro en una esquina y una mesa con su silla junto a la pared opuesta; sobre la mesa, mis papeles de trabajo y el texto de La caverna de