– No.
– ?Por que?
– Porque me dijo que no lo haria.
Por extrano que parezca, ambos encontraban la respuesta completamente satisfactoria.
Les trajeron los huevos. Los dos estaban hambrientos y comieron sin decir palabra durante unos minutos. Luego, Starling decidio ir al grano.
– Barney, cuando trasladaron a Memphis al doctor Lecter, te pedi que me dieras sus dibujos y tu me los trajiste de la celda. ?Que paso con todo lo demas, libros, papeles…? En el hospital ni siquiera tienen su historial medico.
– Hubo un follon de mil pares de cojones -Barney hizo una pausa para golpear la base del salero contra la palma de la mano-. Ya sabes la que se armo en el hospital. Me despidieron. Despidieron a un monton de gente, y todo se desperdigo por ahi. Cualquiera sabe…
– ?Perdona? -dijo Starling-. Con todo este jaleo creo que no te he oido bien. Anoche descubri que el ejemplar del
– Unos diez -respondio el mirandola fijamente.
Starling asintio.
– El recibo dice que fueron diez quinientos. Y por la entrevista con el
– Quince de los grandes.
– Vale. Me alegro por ti. Toda la mierda que les contaste era pura invencion.
– Sabia que a el no le importaria. Se habria sentido decepcionado si no los hubiera puteado un poco.
– El ataque a aquella enfermera, ?fue antes de que trabajaras en el hospital?
– Si.
– Le dislocaron un hombro.
– Eso creo.
– ?Le hicieron alguna radiografia?
– Es de suponer que si.
– Quiero esa radiografia.
– Ummmm.
– He descubierto que los autografos de Lecter estan divididos en dos grupos. Los escritos con tinta, anteriores a su encarcelamiento, y los hechos con lapices de colores o rotulador en el manicomio. Los hechos con lapices son los que mas valen, pero supongo que ya lo sabes. Barney, creo que tu tienes todo ese material y piensas sacarlo al mercado de los coleccionistas poco a poco, durante anos.
Barney se encogio de hombros, pero no solto prenda.
– Creo que estas esperando a que el doctor vuelva a estar en el candelero ?Que pretendes, Barney?
– Ver todos los Vermeer del mundo antes de morirme.
– ?Hace falta que te pregunte quien te inicio en Vermeer?
– Hablabamos de muchas cosas en plena noche.
– ?Hablasteis de lo que le hubiera gustado hacer de estar libre?
– No. Al doctor Lecter no le interesan las hipotesis. No cree en los silogismos, ni en las sintesis, ni en ningun absoluto.
– ?En que cree?
– En el caos. Tiene la ventaja de que no necesitas tener fe. Es evidente por si mismo.
Starling prefirio seguirle la corriente por el momento.
– Lo dices como si creyeras en ello -le dijo-, pero tu trabajo en el Hospital Psiquiatrico de Baltimore consistia precisamente en mantener el orden. Eras el celador jefe. Tu y yo estamos en el negocio del orden. De hecho el doctor Lecter nunca escapo a tu vigilancia.
– Eso ya te lo he explicado.
– Porque nunca bajaste la guardia. Aunque, en cierto sentido, fraternizarais…
– No fraternice con el -la corto Barney-. El no es hermano de nadie. Hablabamos de temas que nos interesaban a los dos. Por lo menos, me interesaron a mi cuando empece a descubrirlos.
– ?Alguna vez se burlo de ti porque no sabias algo?
– No. ?Se burlo de ti?
– No -respondio para no herir a Barney, al comprender por primera vez que, si el monstruo la habia ridiculizado, debia tomarselo en parte como un cumplido-. Y habria podido burlarse de mi si hubiera querido. ?Sabes donde estan todas esas cosas, Barney?
– ?Dan alguna recompensa al que las encuentre?
Starling doblo su servilleta de papel y la puso bajo el borde del plato.
– La recompensa es que no te acusare de obstruccion a la justicia. Ya te di una oportunidad cuando pusiste un microfono en mi escritorio del hospital.
– Aquel microfono era del difunto doctor Chilton.
– ?Difunto? ?Como sabes que Chilton es un «difunto»?
– Si no es eso, es que lleva siete anos de retraso -dijo Barney-, Y yo no lo esperaria para la hora de la cena. Dejame preguntarte algo: ?con que te conformarias, agente especial Starling?
– Quiero ver la radiografia. Necesito la radiografia. Si hay libros de Lecter, quiero echarles un vistazo.
– Supongamos que dieramos con el material. ?Que pasaria despues?
– Bueno, la verdad es que no estoy segura. El fiscal podria incautarse de todo y considerar los objetos pruebas en la investigacion de la huida. Luego criarian moho en su enorme deposito de pruebas. Si examino el material y no descubro nada util en los libros, y lo hago constar, tu podrias alegar que te los regalo el propio doctor Lecter. Ha permanecido
– ?Y si te dijera que no tengo ese material?
– A quien lo tuviera le costaria horrores venderlo, porque expediriamos una orden de busqueda y hariamos saber al mercado que requisariamos cualquier objeto y perseguiriamos a quien fuera por recepcion y posesion. Y yo pediria una orden de registro de tu casa.
– Ahora que has averiguado donde esta mi casa.
– Lo que puedo asegurarte es que si devuelves el material, nadie te reprochara haberlo cogido, sobre todo teniendo en cuenta lo que le habria ocurrido si lo hubieras dejado en su sitio. Ahora, prometerte que te lo devolveran, no, eso no puedo hacerlo. -A modo de puntuacion, Starling se puso a rebuscar en su bolso-. Sabes, Barney, tengo la sensacion de que no has conseguido un titulo porque quiza lleves algo arrastrando. No se, tal vez tengas unos antecedentes rodando por ahi. ?Lo miramos? Quiero que sepas una cosa; nunca he intentado averiguar si tenias una ficha, ni me he puesto a husmear en tu pasado.
– No, solo has estado fisgando en mi declaracion de la renta y mi solicitud de ingreso en el hospital, nada mas. Estoy conmovido.
– Si tienes antecedentes, el fiscal de esta jurisdiccion podria hablar en tu favor, y conseguir que se haga tabla rasa de tu historial.
– ?Has acabado? -dijo Barney rebanando el plato con un trozo de pan-. Vamos a dar una vuelta.
– He visto a Sammie, ?te acuerdas, el que ocupo la celda de Miggs? Sigue viviendo en ella -dijo Starling una vez en la calle.
– Creia que el hospital estaba condenado.
– Lo esta.