los tormentos de Tantalo, ya que no puedo sacarme la escafandra.
?La escafandra! Al recordarla me puse a temblar como si el frio del espacio hubiera penetrado en mi cuerpo. Toda la «atmosfera» que me da posibilidad de respirar y vivir, esta resumida en el pequeno balon que llevo en la espalda. Tiene capacidad para seis horas; no mas. Ya han pasado unas dos horas desde que renove la provision de oxigeno. ?Y despues? La muerte por asfixia… ?Tengo que salir de aqui mientras no se agoten mis fuerzas y la reserva de oxigeno!
Volvi atras de nuevo y empece a dar saltos como un saltamontes. Menos mal que aqui no se fatiga uno tanto como en la Tierra…
Llegue al final del canon. Ante mi otro canon vivamente iluminado por el sol y cubierto por entero por una verde alfombra. Por lo visto, todos los musgos se arrastraron hasta aqui desde los lugares sombrios. ?Asquerosos musgos! No queria verlos, pero mis ojos se encontraban con el color verde, debido al cual veia confusamente…
Pero, ?puede ser que este sea el mismo canon por el cual vine, aunque ahora no pueda reconocerlo, debido a que se ha puesto verde?
Nuevo viraje hacia una estrecha garganta sumergida de la oscuridad. A traves de mis vestidos calentados por el sol, senti frio. ?O es que los nervios me fallan?
?Hacia donde ir? Detras, despues de dos vueltas esta el abismo. Delante, un oscuro y estrecho canon desconocido.
Senti una debilidad aterradora y me deje caer sobre una piedra quebrada, desfallecido. Subitamente, debajo de mi, la piedra se movio y empezo a arrastrarse… Di un brinco como si me hubiera picado una avispa. Mis nervios estaban demasiado tensos. ?Una piedra viva! ?Un nuevo animal! ?Un nuevo descubrimiento sensacional! Pero en aquel momento no estaba para descubrimientos. Deje arrastrarse al nuevo ser vivo sin mirarle incluso. Y como un automata segui adelante.
Ya no meditaba, incluso, hacia donde iba. Algunas veces me parecia que el oxigeno del balon se agotaba. Sentia asfixia. Entonces me paraba y me agarraba el pecho. Luego todo pasaba. ?Nervios, nervios! ?Si en la Luna hubiera atmosfera, un medio ambiente elastico, aunque no fuera apto para la respiracion! Podria golpear piedra con piedra, para pedir auxilio. La atmosfera podria transmitirme los reflejos, el «resplandor» de los proyectores del cohete. Sin embargo, esto no podria ayudarme ahora: del cielo se derramaba la luz cegadora del sol, la cual quemaria mis ojos si no fuera por el ahumado de mi escafandra.
En el momento en que yo habia perdido las esperanzas y me preparaba para el final, vi el gran canon. Tuve una alegria tan grande como su hubiera salido de pronto a la Gran Avenida de la isla Vasilevskaia en Leningrado.
?Vaya suerte! ?Sera el instinto el que me llevo aqui?
Sin embargo, mi alegria pronto cambio en alarma. ?Hacia que lado seguir? ?A la derecha o a la izquierda? ?He perdido por completo la orientacion! Probe de poner a prueba mi «instinto», pero esta vez guardaba silencio. Di un paso a la izquierda — el instinto no se oponia— a la derecha, lo mismo.
Fue preciso dirigirse de nuevo en peticion de ayuda al «cerebro». A pensar. Cuando sali del cohete tire hacia la derecha. O sea que ahora hay que girar a la izquierda. Vayamos por la izquierda.
Segui en esta direccion por lo menos una hora. El hambre se dejaba sentir. Y el final del canon no se veia aun. Es extrano. Si la primera vez fui hasta la vuelta menos de media hora. O sea que no habia visto bien. ?Volver atras? ?Cuanto tiempo perdido! Segui adelante tenazmente. Subitamente el canon se estrecho. Esta claro: no voy bien, me he equivocado de lado. ?Atras rapidamente!
El sol quemaba sin compasion. Tuve que cubrirme con la capa blanca. El hambre me atormentaba, empezaban a faltarme las fuerzas, pero yo saltaba y saltaba, como si detras de mi vinieran acosandome monstruos desconocidos. De pronto me cerro el camino una grieta. No era muy grande, se podia traspasar. ?Pero esta grieta no la vi cuando vine! ?O es que, pensando, no me di cuenta de ella? Un sudor frio cubrio mi cuerpo. El corazon me latia febrilmente. ?Me muero! Tuve necesidad de echarme para descansar un poco y volver en si. Desde el negro cielo me miraba el azul, muerto sol. Asi, indiferente, iluminara mi cadaver… ?No! ?No! ?Aun no he muerto! Tengo aun reservas de oxigeno y energia… Poniendome de pie de un salto, traspase la grieta y eche a correr… ?Adonde? ?Delante, atras: es igual, lo que importa es moverse!
El canon se ensancho. Salte sin parar no menos de una hora, hasta que cai desvanecido. Aqui, por primera vez senti verdaderamente que me faltaba el aire. Esto ya no era engano. Con mis carreras habia gastado demasiado oxigeno y la provision se terminaba antes de tiempo.
Es el fin… Adios, Tonia… Armenia…
Mi cabeza empezo a turbarse…
Inesperadamente vi encima de mi, vivamente iluminado por el sol, uno de los lados de nuestro cohete. ?Me buscan! ?Estoy salvado! Reuniendo mis ultimas fuerzas, doy un brinco, agito los brazos, grito, olvidando por completo que mi grito no saldra de la escafandra… ?Ay! Mi alegria se apago con igual rapidez que se habia encendido: no me vieron. El cohete volo sobre el canon y se perdio tras las montanas…
Era el ultimo destello de energia. La indiferencia se apodero de mi. La insuficiencia de oxigeno se hacia sentir. Miles de soles azules centellearon ante mis ojos. Senti ruidos en los oidos y perdi el conocimiento.
No se cuanto tiempo estuve tendido sin sentido.
Luego, sin abrir los ojos, aspire profundamente. El vivificante oxigeno penetraba en mis pulmones. Abri los ojos y vi encima de mi a Sokolovsky. Con la preocupacion en su semblante, miraba a traves de mi escafandra. Yo estaba tendido en el suelo, en el interior del cohete donde, por lo visto, me habian llevado. Pero, ?por que no me sacan la escafandra?
— Tengo sed… — pronuncie debilmente, sin pensar en que no me oian. Pero Sokolovsky habia comprendido mi ruego por el movimiento de los labios. Me sento en el sillon y acercando su escafandra a la mia, pregunto:
— ?Tiene hambre y sed, verdad?
— Si.
— Desgraciadamente, tendra que esperar. Tenemos una averia. El alud de piedras causo algunos desperfectos en el cohete. Estan rotos los vidrios de las ventanillas.
Recorde los golpes «de lado», que habia sentido cuando saliamos del «Canon de la Muerte». Entonces no les habia prestado atencion.
— Tenemos cristales de repuesto — prosiguio Sokolovsky—, pero para colocarlos y soldarlos es necesario no poco tiempo. En una palabra, vamos a ir rapidamente hasta nuestro cohete grande. Habra que terminar la expedicion lunar.
— ?Y por que me llevaron al interior del cohete?
— Pues debido — contesto Sokolovsky—, a que tendre que desarrollar una gran velocidad cosmica para ir hasta el cohete en dos o tres horas. Las explosiones seran fuertes, el aumento de la gravedad del cuerpo sera extraordinario. Y usted esta aun demasiado debil para poderlo resistir arriba. Ademas, el profesor Tiurin tambien estara aqui.
— ?No sabe lo contento que estoy porque este usted vivo! — oi la voz de Tiurin—. Ya habiamos perdido las esperanzas de encontrarle…
En su voz habia un calor insospechado.
— Ahora echese mejor en el suelo. Yo tambien lo voy a hacer, y el camarada Sokolovsky se sentara en el mando.
Despues de un minuto nuestro cohete, con los vidrios rotos, se habia ya elevado sobre las cimas de las montanas. Viraje hacia el oeste. Por un momento, el cohete casi se puso de lado. Debajo vi el abismo de la gran grieta lunar, que por poco nos pierde, con la plazoleta y el canon. El cohete vibraba por las explosiones. Mi cuerpo se hacia pesado como el plomo. La sangre afluia tan pronto a la cabeza como a los pies. Senti que, otra vez, perdia el conocimiento… Cai en un leve desvanecimiento, que esta vez supere yo mismo. El oxigeno es un magnifico medio vivificante. Se notaba que Sokolovsky se habia preocupado porque a mi escafandra llegara en fuertes dosis. Pero la presion no debia sobrepasar una atmosfera, pues de lo contrario, podria fallar el vestido. Y tanto se habia hinchado que daba la impresion que me habia engordado.
Al final de este viaje, me habia recobrado hasta el punto en que pude ya salir por mi mismo del pequeno cohete y trasladarme a la gran nave interplanetaria.
?Con que gusto me deshice de la ropa de «buzo»! ?Y comi y bebi por cinco!