Pronto volvio a nosotros el buen humor. Yo contaba ya riendo mis aventuras, mis descubrimientos cientificos, y no podia perdonarme el haber dejado escapar la «tortuga lunar» que habia tomado por una piedra. Por otra parte ya empezaba a dudar de su existencia. Puede ser que esto fuera tan solo una broma de mi trastornada imaginacion. Pero los «musgos» estaban en mi bolsa, como un trofeo traido del «Pais de los Suenos».

Nuestra expedicion a la Luna, a pesar de su breve duracion, dio inmensos resultados cientificos. Estos darian, sin duda, mucho que hablar a los cientificos terrestres.

El viaje de retorno se hizo sin dificultades. No existia ya la depresion natural que siempre sobrecoge al hombre ante lo desconocido. Volabamos hacia la Estrella Ketz, como si volvieramos «a casa». Pero, ?donde esta? Mire al cielo. En lo alto pendia sobre nosotros la hoz de la «tierra nueva». Debajo, la Luna ocupaba la mitad del horizonte. A pesar del hecho que por poco muero en ella, su vista no me causaba miedo.

Habia caminado por esta Luna y huellas de nuestros pies habian quedado en su superficie. Llevabamos a Ketz, a la Tierra, «pedazos» de Luna… Este sentimiento nos acercaba a ella.

XV — Dias de trabajo en la estrella

— ?A ver, muestrense, muestrense! — nos decia Meller mirando sobre todo a Tiurin por todos lados—. Se ha curtido, ha vuelto mas joven «la arana». ?Si parece un novio! ?Y los musculos? Bueno, no salte, no presuma. Dejeme palpar sus musculos. Los biceps son debiluchos. Pero las piernas se han reforzado bien. ?Por cuantos anos va a encerrarse de nuevo en su telarana?

— ?No, ahora no voy a atarme! — respondio Tiurin—. Voy a volver a la Luna. Hay mucho trabajo alli. Y tambien a Marte y a Venus quiero ir.

— ?Vaya, que brios! — bromeaba Meller—. Deje que le haga un analisis de sangre. ?Cuantos globulos rojos le agrego el sol lunar…? Los habitantes lunares son pacientes raros.

Terminada la revision medica me apresure a ver a Tonia. Me daba la sensacion que ella ya habia vuelto a la Estrella. Solo ahora sentia cuanto la anoraba.

Sali disparado por el ancho corredor. La gravedad de Ketz era menor que en la Luna y yo, casi sin tocar el suelo, revoloteaba como un pez volador. Los amigos de Ketz me paraban para preguntarme sobre la Luna.

— ?Luego, luego, camaradas! — respondia, y volaba hacia ella.

He aqui su puerta. Llame. Me abrio la puerta una joven desconocida. Unos cabellos castanos enmarcaban su cara de grandes ojos grises.

— Buenos dias — pronuncie confuso—. Yo queria ver a la camarada Gerasimova. ?Se ha trasladado de habitacion?

— ?El camarada Artiomov? — me pregunto la joven y sonrio como a un antiguo conocido—. Gerasimova aun no ha vuelto de su comision de servicios y parece que no volvera pronto. Yo ocupo su habitacion mientras tanto. Ella ahora trabaja en el Laboratorio Fisico-Tecnico.

Seguramente, noto mi cara de disgusto y anadio:

— Pero usted puede hablar con ella por telefono. Vaya a la cabina de radio.

Di las gracias precipitadamente y corri hacia la estacion radiotelefonica. Entre como una bala en la habitacion del operador de radio y grite:

— ?Laboratorio Fisico-Tecnico!

— ?Ahora mismo! — respondio y empezo a girar la manivela del aparato—. ?La camarada Gerasimova? En seguida… ?Alo! ?Alo! Por favor…

— Yo soy Gerasimova. ?Con quien hablo? ?Artiomov?

Si el eter no miente, se nota alegria en su voz.

— ?Buenos dias! ?Estoy tan contenta de volverle a oir! ?Por poco no perecio? Ya supe esto antes que ustedes llegaran. Lo comunicaron desde el cohete lunar… Bien, es bueno lo que bien acaba. Y yo aqui hago un trabajo muy interesante en el laboratorio del frio absoluto. Esta en el balcon de la parte sombria de nuestro cohete. Tengo que trabajar tambien con traje interplanetario. Es un poco incomodo. Pero en cambio tengo el frio absoluto, como diriamos, a mano. He hecho ya algunos descubrimientos en el dominio de la resistencia de los semiconductores a bajas temperaturas.

Y empezo a hablar sobre sus descubrimientos. ?Cuando dira algo del de la barba negra y de Paley? Me es embarazoso preguntarselo yo mismo. Ella queria venir a Ketz pero no antes de un mes «terrestre».

— ?Y como va la busqueda? — dije sin poder contenerme.

Pero, ?ay! precisamente en este momento el operador de radio dijo:

— Una llamada urgente desde el cohete «Ketz-ocho». Perdonen, tengo que cortar.

Sali de la estacion de radio desconcertado. Tonia se habia alegrado al oirme, eso estaba claro. O sea, que a ella no le era indiferente. Pero habia hablado sobre todo de sus trabajos cientificos. Y ni una palabra sobre Paley. Y no la vere pronto…

En el corredor me paro un joven.

— Camarada Artiomov, le estaba buscando. El director le llama.

No hubo mas remedio que ir a ver a Parjomenko. Me pregunto con todo detalle sobre nuestra expedicion a la Luna. Y yo le conteste bastante estupidamente.

— Veo que esta cansado — dijo el director—. Descanse y manana empiece a trabajar. Nuestro biologo, el camarada Shlikov, ya le espera con impaciencia.

Queria estar solo. Pero tenia hambre y me dirigi al comedor. Alli tuve que relatar mi expedicion. Resultaba ser una celebridad. ?Uno de los primeros hombres que habian estado en la Luna! Me escuchaban con gran atencion, me envidiaban. En otra ocasion esto me hubiera halagado, pero ahora yo estaba disgustado por no poder haber visto a Tonia. Sin dilacion relate lo mas interesante y excusandome por el cansancio me retire a mi habitacion. Durante mi ausencia habian traido una cama plegable muy ligera. No habia necesidad de colchones. Me eche en ella y me sumergi en mis pensamientos… Asi me dormi, entrelazando la Luna, la isla Vasilevskaia, el laboratorio, Tonia y el desconocido Paley…

— ?Camarada Artiomov! ?Camarada Artiomov…!

Desperte de un salto. En la puerta de mi habitacion habia un joven con la cabeza afeitada.

— Perdone que le haya despertado. Pero parece que de todas maneras es ya hora de levantarse. Nos conocemos ya. ?Recuerda en el comedor? Soy el aerologo Kistenko. Yo fui quien le pregunto sobre los musgos lunares. Esta noticia ha llegado ya a la ciudad de Ketz. Alli piden que les transmitamos una muestra. Y yo precisamente ahora tengo que enviar un cohete aerologico a la ciudad.

— Tenga, por favor — respondi, sacando de la bolsa un pedazo de «fieltro» lunar.

— Estupendo. Es musgo mas pesado que el terrestre, pero bueno, no creo que pese demasiado. ?Se extrana que le hable del peso? Es que mi cohete volara a la Tierra. Cada dia mandamos un cohete a la ciudad de Ketz. Durante el camino realiza ademas automaticamente apuntes aerologicos, composicion de la atmosfera, intensidad de las radiaciones cosmicas, temperaturas, humedad, etc., a diferentes distancias de la Tierra. Aproximadamente durante tres cuartos de su camino esta dirigido por radio desde la Estrella Ketz. Con un paracaidas automatico, el cohete cae en un punto determinado de la ciudad, una plazoleta de un metro cuadrado. No esta mal, ?eh? Con este cohete se transporta el correo… Su peso debe ser exacto. Por esto es importante el peso del musgo. Muchas gracias.

Salio. Mire el reloj. Segun la hora «terrestre», de Leningrado era ya de manana. Desayune y me dirigi al trabajo.

Al abrir la puerta del gabinete de trabajo del biologo Andrey Pavlovich Shlikov, me quede sorprendido. Era muy diferente este gabinete de «jefe» del de los terrestres. Si a Tiurin se le podia comparar con una arana,

Вы читаете La estrella Ketz
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату