escondido en su oscura rendija y enredado en su telarana, Shlikov parecia un gusano en un verde jardin. Todo el gabinete estaba lleno de enredaderas de diminutas hojas. Parecia una cueva verde iluminada por los vivos rayos del sol. Al fondo, en una especie de sillon trenzado, estaba Shlikov medio acostado: un hombre robusto, bronceado, de edad mediana. A primera vista me parecio algo indolente y como medio dormido. Tenia los parpados pesados, como hinchados. Cuando me presente, levanto los parpados y vi unos ojos grises, muy vivos e inteligentes. Su viveza no armonizaba con la lentitud de sus movimientos.
Nos saludamos. Shlikov empezo a preguntarme sobre la Luna. Una muestra de musgo ya estaba alli, sobre una larga mesa de aluminio.
— No veo nada de extraordinario en el hecho que haya usted encontrado en la Luna este musgo — dijo pausadamente y en voz baja—. Hay esporas de bacterias y mohos conocidos en la Tierra que pueden soportar temperaturas muy bajas, hasta doscientos cincuenta grados bajo cero, conservando la viabilidad. ?La respiracion? Puede ser intramuscular y al mismo tiempo no es absolutamente necesario el oxigeno, ni aun en forma ligada. Recuerde nuestras azoebacterias. ?La alimentacion? Recuerde nuestras amebas. No tienen ni boca. Si encuentran algo «comestible», lo envuelven con su cuerpo y lo asimilan. Sin embargo, con vuestra «tortuga» la cosa ya es mas complicada. Pero no niego la posibilidad de existencia en la Luna de animales aun mas complejos. La adaptabilidad de los organismos es casi infinita… Muy bien, ya tenemos una base. Muy pronto vamos a saber sobre el pasado de la vida organica de la Luna no menos que sobre el pasado de nuestra Tierra.
Shlikov apunto algo en su libreta de notas y continuo:
— Ahora, a nuestro trabajo. Nuestra primerisima tarea en la Estrella Ketz, habla de nosotros, los biologos, consiste en la maxima utilizacion de las plantas para nuestras necesidades. ?Que pueden darnos los vegetales? Ante todo alimentos. Luego purificacion del aire y del agua y, finalmente, el material de sus residuos, que tenemos que utilizar hasta la ultima molecula.
«Tenemos que transformar, cambiar y mejorar las plantas a nuestro gusto, de manera que nos sean utiles. ?Podemos hacer esto? Sin duda. Y mas facilmente que en la Tierra. Aqui no hay heladas, ni sequias, no hay quemaduras causadas por los rayos del sol, ni vientos. Nosotros podemos crear artificialmente cualquier clima para cualquier planta. La temperatura, humedad, composicion del suelo y aire, la fuerza de los rayos solares: todo esta en nuestras manos. En la Tierra, en los invernaderos, se puede crear algo tan solo relativamente parecido a lo que tenemos en la Estrella Ketz. Aqui tenemos rayos cortos ultravioleta que nunca llegan a la superficie de la Tierra. Hablo de los rayos cosmicos. Y, finalmente, la falta de gravedad. Usted, claro, ya sabe como actua la atraccion terrestre en el crecimiento y desarrollo de los vegetales, como reaccionan contra esta atraccion…
— Geotropismo — dije.
— Si, geotropismo. Las raices sienten la direccion de la fuerza de atraccion terrestre, como la aguja de la brujula, el norte. Y si la raiz se desvia de esta direccion, es solo en su «busqueda» de humedad y alimento. ?Y como se opera la division de las celulas, el crecimiento y formacion de las plantas al faltar la fuerza de gravedad? Tenemos aqui laboratorios en los que esta ausente por completo la fuerza de gravedad. Por eso nosotros podemos hacer experimentos que en la Tierra son imposibles. Resueltos los problemas aun no esclarecidos de la vida de las plantas, trasladamos nuestro experimento a las condiciones de la ponderabilidad terrestre. Yo querria que usted empezara su trabajo con el estudio del geotropismo. En el Gran Invernadero trabaja de asistente Kramer, en el laboratorio le ayudara la nueva colaboradora Zorina.
Shlikov callo. Yo queria volverme hacia la puerta, pero el me detuvo con un gesto de la mano.
— Los vegetales…, no es todo. Hacemos trabajos interesantisimos en los animales. Alli trabaja Falieev. No estoy muy contento de el. Al principio trabajaba bien, pero en los ultimos tiempos parece como si lo hubieran cambiado. Si usted se interesara podria trasladarse alli. Visite, por si acaso, aquel laboratorio, vea lo que alli se hace. Ahora dirijase al Gran Invernadero. Kramer le pondra al corriente de todo.
Los pesados parpados bajaron. Con un movimiento de cabeza se despidio y se enfrasco en sus apuntes.
XVI — A Kramer se le estropea el caracter
Sali al corredor.
— ?Camarada Artiomov! ?Tiene carta! — oi una voz detras de mi. La joven cartero me tendia un sobre. Lo tome con avidez. Era la primera carta que recibia en Ketz. El matasellos era de Leningrado. Mi corazon saltaba de emocion.
— Una carta de Leningrado — dijo la joven—. Yo nunca estuve en esta ciudad. Digame, ?es bonita?
— ?Una ciudad extraordinaria! — conteste con vehemencia—. Es la mejor ciudad despues de Moscu. Pero a mi me gusta incluso mas que Moscu.
Y empece a describirle con ardor los maravillosos nuevos barrios de Leningrado, cerca de Strellne y de los altos de Pullkovsky, sus admirables parques, pintorescos canales que le dan un parecido a Venecia, su metropolitano, el aire de Leningrado, limpio de todo polvo y del hollin de las fabricas, las cubiertas de vidrio que protegen al peaton del aire en sus innumerables puentes, los parques invernales para los ninos, sus museos de primera categoria, sus teatros, bibliotecas…
— Incluso el clima ha mejorado — decia yo—. Se han secado los pantanos de turba de centenares de kilometros alrededor, los pantanosos rios y lagos han sido puestos en condiciones, algunos canales de los alrededores de la ciudad han sido tapados y convertidos en paseos, o cubiertos por puentes que sirven de autopista. La humedad del aire ha disminuido y su nitidez ha dado a los leningradenses la posibilidad de recibir mas sol. A cada automovil que llega a la ciudad, le son lavadas las ruedas antes de entrar, para que no lleve a ella barro y polvo. ?Para que hablar! ?Leningrado… es Leningrado!
— Tengo que ver Leningrado sin falta — exclamo la joven y moviendo la cabeza en senal de despedida «volo».
Abria la carta. Mi asistente me comunicaba que el laboratorio iba a terminar la reparacion. Se instalaba un nuevo equipo. Que al terminar se marcharia a Armenia junto con el profesor Gabel, ya que habian perdido la esperanza a que yo volviera pronto.
Estaba agitado. ?Podria dejarlo todo y volver a la Tierra…?
La aparicion de Kramer cambio el rumbo de mis pensamientos. Y cuando vi el invernadero, me olvide en seguida de todo. Este me causo una fuerte impresion.
Pero no llegue alli tan pronto. Kramer me propuso vestirme con el traje de «buzo», un poco mas ligero que el de salida al espacio interplanetario. Estaba ademas dotado de radiotelefono.
— En el invierno la presion es mucho menor que aqui — me explico Kramer—. Y en su atmosfera hay mucho mas anhidrido carbonico. En la atmosfera terrestre el gas anhidrido carbonico compone tan solo una tres milesima parte; en el invernadero tres centesimas y en algunos departamentos aun mas. Esto ya es danino para el hombre. ?Pero para las plantas…! ?Crecen como en el periodo carbonifero!
De improviso, Kramer empezo a reir sin causas justificadas, una risa un poco extrana, segun me parecio.
— En estas escafandras — dijo despues de concluir su racha de risa—, hay telefono, asi que no sera necesario acercarnos para hablar. Muy pronto las escafandras de los trajes interplanetarios tambien iran provistos de el. ?Es muy comodo, no le parece? Creo que lo construyo su amiga, la que vino con usted desde la Tierra.
Kramer me guino el ojo y de nuevo solto la carcajada.
«No se sabe quien trajo a quien — pense yo—. ?Y por que Kramer rie hoy de esta manera…?»
Pasamos por la camara atmosferica y sin prisa, nos dirigimos por un largo corredor que unia el cohete con el invernadero.
— Tenemos varios invernaderos — charlaba sin parar Kramer—. Uno largo que ya vio al llegar. ?Ja, ja, ja! ?Recuerda como por poco volo usted y yo le ate como un perrito? Ahora vamos al nuevo invernadero, es conico.