Siempre alegre y cordial, no era tan solo una trabajadora excelente, sino ademas una companera ideal.

Ella frecuentemente se dirigia a mi con diversos problemas cientificos y preguntas, que yo procuraba atender y solucionar.

Asi sucedio esta vez.

Vera Zorina estudiaba la accion del frio en el crecimiento de la lana. Los animales en observacion se encontraban en una camara a bastante bajas temperaturas, por lo cual, era necesario trabajar alli con vestidos termicos. Esta camara se encontraba al final de nuestro laboratorio.

Yo estaba sentado solo ante una vitrina, contemplando una inmensa mosca drosofila del tamano de una paloma. A pesar de este crecimiento, las alas de la mosca eran un poco mas desarrolladas que las de una abeja. Debido a que estas alas no le ayudaban en su vuelo, ella preferia trepar por las paredes de su casa de cristal. Pero esta gigantesca mosca ya no era asexual. Era hembra, segun yo habia querido. Meditando sobre las consecuencias de mi exito, no repare en seguida en la presencia de «Dgipsi» que empezo a explicarse en su lengua canina. Luego yo comprendi: Zorina me llamaba.

Me levante. «Dgipsi» volo delante «remando» con sus garras membranosas. Yo le segui. Al llegar al final del laboratorio me puse el traje de abrigo y entre en la camara. Cerca del «techo» flotaba una oveja. Tenia una lana tan larga que no se le veian las patas. Palpe la suave lana. ?Verdaderamente un vellon de oro! La lana envolvia a la oveja como una nube.

— ?No esta mal! — dije—. Usted tendra exito.

— Y tenga presente — exclamo Zorina contenta—, que hace muy poco que la esquile. Y la lana ha crecido de nuevo y mas larga que la anterior. Aunque es un poco mas aspera. Esto me ha preocupado.

— Pero…, si la seda no puede ser mas suave — objete.

— Pero los hilos son mas delgados que la seda — replico Zorina a su vez—. Vea, pruebe este vellon. — Y me tendio un mechon de lana blanca como la nieve, ligera como el gas.

Zorina tenia razon: la lana cortada era mas delgada.

— ?Sera posible que despues del esquilo la lana salga mas rustica? — pregunto la joven.

Yo no pude responder en seguida.

— Hace frio aqui — observe yo—. Salgamos de aqui y conversaremos.

Pasamos de la camara al laboratorio, nos sacamos los abrigos y «colgandolos en el aire», empezamos la conversacion. Por la ventana entraba la luz azul del Sol. Alla debajo flotaba el iluminado «cuarto» de la Tierra. Como un yacimiento de brillantes se veia brillar la Via Lactea. Blanqueaban las manchas de las nebulosas. Un cuadro habitual, conocido… Zorina me escuchaba agarrada con el dedo del pie de la correa en el «techo». Yo, abrazando a «Dsipsi» por la cabeza, estaba encaramado cerca de la ventana.

De repente «Dgipsi» pronuncio con alarma: «Kgmrrr…» En este mismo instante oi la voz de Kramer:

— ?Un idilio celestial! ?Duo en la Estrella!

Yo cambie una mirada con Zorina. Sus cejas se fruncieron. «Dgipsi» gruno de nuevo, pero yo lo apacigue. Kramer, agitando la mano derecha, daba lentas vueltas en el aire acercandose a nosotros.

— ?Tengo que hablar con Vera! — dijo el, parandose y mirandome a los ojos.

— ?Yo les estorbo? — pregunte.

— ?Hace falta que se lo diga? — respondio Kramer con rencor—. Con usted hablare despues.

Me empuje con la pierna de la pared y vole al lado contrario del laboratorio.

— ?Donde va usted Artiomov? — oi tras de mi la voz de Zorina.

Mire atras a medio camino y vi que «Dgipsi» vacilaba: volar tras de mi o quedarse con la joven, a la cual queria no menos que a mi.

— ?Vamos, «Dgipsi»! — grite.

Pero «Dgipsi», por primera vez en todo el tiempo, no cumplio mi orden. Me contesto que se quedaba con Zorina para resguardarla. Esta contestacion, claro esta, Kramer no la comprendio. Para el, las «palabras» de «Dgipsi» eran un conjunto de grunidos, ladridos y ruidos con las mandibulas. ?Mucho mejor!

Llegue a la camara de las moscas drosofilas y me pare prestando oido a lo que pasaba en el otro extremo del laboratorio. El extrano aspecto de Kramer y la conducta del perro, que habia presentido el peligro, me predispuso a la alarma.

Pero todo estaba en silencio, «Dgipsi» no grunia, no ladraba. Y la voz de Kramer no se oia. Seguramente estaba hablando muy bajo. La atmosfera de nuestro laboratorio no era tan densa como en la Tierra y por esto los ruidos eran apagados. Pasaron dos minutos de espera en tension de todos mis nervios. Subitamente llego hasta mi un ladrido rabioso de socorro. Luego ceso y solo se oia un grunido sordo.

Hice un esfuerzo y vole hacia ellos aferrandome en mi vuelo de los salientes de los tabiques para darme mas impulso.

Un horrendo cuadro se presento a mi vista.

Kramer estrangulaba a Zorina. Vera queria aflojar sus manos, pero no podia. «Dgipsi» mordia en el hombro a Kramer. Y este, queriendose liberar del perro hacia bruscos movimientos con su cuerpo. «Dgipsi» agitaba desesperadamente sus patas. Y los tres daban vueltas en medio del laboratorio.

Yo cai sobre el grupo de cuerpos entrelazados y aferre a Kramer por la garganta. Otra cosa no podia hacer.

— ?«Dgipsi»! ?Pide socorro! ?El timbre! ?El telefono! — chille.

Kramer enronquecia, enrojecia su semblante, pero no soltaba el cuello de Zorina. Sus manos estaban crispadas. Su cara estaba descompuesta, sus ojos eran de loco.

«Dgipsi» corrio al mando de timbres y oprimio el boton de «alarma». Luego, volvio de nuevo hacia mi y se aferro a la nariz de Kramer. Este grito y aflojo las manos.

Pero era aun pronto para cantar victoria. Menos mal que yo pude empujar a Vera lejos de Kramer. Pero un momento despues, este golpeo fuertemente la «cara» chata de «Dgipsi» y se abalanzo contra mi. Empezo una lucha singular. Yo agitaba desesperadamente mis brazos para esquivar a Kramer. Sin embargo mi enemigo, mas agil y practico en sus movimientos, cambiaba rapidamente de posicion y no podia desasirme de el. Entonces «Dgipsi» se lanzo de nuevo al ataque amenazando morderle la cara con sus dientes.

Kramer frenetico me pegaba con el puno y con los pies. Por suerte mia, los punos de mi enemigo no tenian ningun peso. Y senti solo un fuerte golpe, cuando Kramer se volco contra mi empujandome a la pared.

Finalmente pudo aferrarme por detras y sus manos empezaron a aproximarse a mi cuello. Aqui «Dgipsi» mordio su mano derecha. Kramer tuvo que liberar su izquierda para ahuyentar al perro, pero en este momento se unio Vera a nuestro bando. Ella agarro a Kramer por los pies.

— ?Dejelo ya, basta Kramer! ?De todas maneras no podra usted contra los tres! — gritaba yo en tono persuasivo.

Pero el estaba furibundo.

En el laboratorio se oyeron roces de otras personas y pronto cinco jovenes nos separaron. Kramer continuaba luchando, chillando como un loco. Fue necesario sujetarle entre cuatro, mientras otro iba en busca de una cuerda. Lo ataron.

— ?Tirenme al vacio! ?Echenme al espacio! — musitaba entre dientes.

— ?Que verguenza! — exclamo uno de los llegados—. ?Esto no habia sucedido nunca en Ketz!

— Nuestro director, camarada Parjomenko, tiene poderes judiciales. Yo creo que este acto de incivilidad sera el ultimo — dijo otro.

— No le juzguen antes de tiempo, camaradas — dije yo conciliador—. Me parece que a Kramer no hay que juzgarle, sino curarle. Esta enfermo.

Kramer apreto los dientes y callo.

Temiendo que de nuevo empezara a pelear, le vistieron el «buzo» sin desatarlo y lo llevaron a Ketz como un bulto. Yo y Zorina les seguimos alla. En el laboratorio se quedo uno de guardia y «Dgipsi».

Cuando llegamos a Ketz insisti para que Kramer fuera inmediatamente reconocido por Meller. Le conte todo sobre su comportamiento desde que le conoci hasta los sucesos que acababan de acontecer. Recorde a Meller que tambien Falieev, a mi parecer, habia enfermado corporal y psiquicamente y que podia ser que la causa de sus enfermedades fuera la misma.

Meller me escucho atentamente y dijo:

— Si, es posible. Las condiciones de vida en la Estrella son demasiado extraordinarias. Ya habiamos tenido casos de enajenacion mental. Uno de los primeros «habitantes celestes» se imagino que se encontraba en el «otro

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