ceniza. En aquel caso particular, mierda eres y en ceniza te convertiras.
– Y asi nos desembarazamos de esto.
Gandle tendio la veintidos a Eric Wu. El arma era un objeto insignificante e inutil en la mano gigantesca de Wu. Este fruncio el ceno, contrariado quiza porque Gandle la habia escogido antes que sus talentos y se metio el arma en el bolsillo. Cuando se operaba con una veintidos, rara vez habia heridas de salida. Lo cual significaba menos pruebas. En cuanto a la sangre, habia quedado en la lamina de vinilo. Donde no hay ruido todo es silencio.
– Hasta luego -dijo Wu, llevandose el cadaver con una mano como si se tratara de una maleta.
Larry Gandle se despidio de el con un movimiento de cabeza. No le habia complacido especialmente ver sufrir a Vic Letty, por eso ahora sentia un especial malestar. De hecho, se trataba de un asunto muy sencillo. Gandle debia cerciorarse de que Letty operaba solo y de que alli no quedaban pruebas. Y esto suponia apurar todas las posibilidades. No se podia hacer otra cosa.
Al final se habia encontrado ante una disyuntiva: o la familia Scope o Vic Letty. Los Scope eran buena gente. Jamas habian hecho dano a Vic Letty. En cambio, Vic Letty se habia apartado de su camino con el unico fin de perjudicar a la familia Scope. Solo uno de los dos podia salir indemne: la victima inocente y bien intencionada o el parasito que estaba tratando de cebarse en la desgracia ajena. Si uno se detenia a reflexionar en el caso, veia que no habia otra opcion.
El movil de Gandle vibro. Lo cogio y dijo:
– ?Si?
– Han identificado los cadaveres del lago.
– ?Y
– Que son ellos. ?Oh, Dios, son Bob y Mel!
Gandle cerro los ojos.
– ?Y eso que significa, Larry?
– Pues no lo se.
– ?Que haremos?
Larry Gandle sabia que no habia opcion. Tenia que hablar con Griffin Scope. Aquello removeria recuerdos desagradables. Ocho anos. Despues de ocho anos. Gandle nego con la cabeza. Tendria que volver a destrozar el corazon del viejo.
– Yo me ocupare de esto -dijo.
6
Kim Parker, mi suegra, es una mujer guapa. Fue siempre tan parecida a Elizabeth que su cara era para mi la referencia de la que un dia tendria mi mujer. Pero la muerte de Elizabeth habia ido minando lentamente aquel rostro. Ahora estaba demacrada, sus rasgos se habian crispado y sus ojos eran como canicas gastadas de tanto rodar.
Desde los anos setenta la casa de los Parker habia experimentado muy pocos cambios: los mismos paneles adhesivos de madera en las paredes, la misma moqueta azul celeste moteada de blanco de hebra corta, la misma chimenea de piedra artificial con relieves a lo Brady Bunch. Bandejas plegables de plastico blanco con patas de metal dorado, para comer viendo la tele, alineadas en una pared. Pinturas de payasos y bandejas con escenas de Rockwell. La unica cosa visible que se habia renovado era el televisor. Con los anos, el robusto televisor de doce pulgadas en blanco y negro se habia transformado en un monstruoso aparato de cincuenta pulgadas a todo color instalado ahora en un angulo.
Mi suegra se sentaba en el mismo sofa donde Elizabeth y yo nos habiamos acariciado tantisimas veces. Sonrei un momento y dije para mi: «Si ese sofa hablara…». A pesar de todo, aquel horrendo asiento, con su diseno floral chillon, rememoraba tambien otras cosas que nada tenian que ver con la lascivia. En el nos habiamos sentado Elizabeth y yo para abrir los sobres que contenian las cartas de admision a la universidad. En el nos habiamos hecho arrumacos mientras veiamos
Recuerdo que, durante unas vacaciones de verano del primer curso, trabajo para Covenant House y se dedico a rescatar ninos extraviados y sin familia que deambulaban por las peores calles de Nueva York. Una vez la acompane y, con la furgoneta de Covenant House, estuvimos patrullando arriba y abajo de la calle Cuarenta y dos en los tiempos anteriores a la era Giuliani, tamizando aquellas inmundas charcas de cuasi humanidad en busca de ninos necesitados de proteccion. Elizabeth descubrio a una prostituta de catorce anos absolutamente drogada y sucia. No pude reprimir una mueca de asco. No estoy orgulloso de mi reaccion. Admito que esa clase de personas son tambien seres humanos pero, si tengo que ser sincero, debo decir que la suciedad me repele. Colabore, pero con una mueca.
Elizabeth no hacia nunca muecas. Era un privilegio suyo. Tomaba a los ninos de la mano. Los cogia en brazos. En el caso de aquella nina, la limpio, la cuido, se paso toda la noche hablando con ella. La miro a los ojos. Elizabeth creia sinceramente que todo el mundo era bueno, que todos tenian su dignidad. Tambien yo habria querido ser tan candido.
Siempre me he preguntado si debio de morir pensando de la misma manera, con la misma ingenuidad intacta, fiel, a pesar de sus sufrimientos, en su fe en la humanidad y en todas esas maravillosas tonterias. Espero que asi fuera, aunque sospecho que KillRoy hizo tambalear sus convicciones.
Kim Parker estaba sentada muy compuesta con las manos en el regazo. Yo siempre le habia gustado, pese a que cuando Elizabeth y yo eramos ninos a nuestros padres les preocupaba que estuvieramos tan unidos. Habrian querido que jugasemos con otros ninos. Es natural, supongo.
Hoyt Parker, el padre de Elizabeth, todavia no habia llegado, por lo que Kim y yo nos dedicamos a charlar acerca de naderias o, mejor dicho, a decir las mismas cosas pero de diferente manera. Hablamos de todo salvo de Elizabeth. Yo mantenia los ojos clavados en Kim porque sabia que, como los apartase de ella, irian indefectiblemente a la repisa de la chimenea, atiborrada de fotos de Elizabeth y de aquella sonrisa suya que me partia el alma.
«Esta viva…»
No podia creerlo. Despues de mi paso por el departamento de psiquiatria de la facultad de Medicina, por no mencionar, ademas, mi historia familiar, sabia que la mente posee poderes increiblemente distorsionadores. No me creia tan loco como para invocar su imagen, pero los locos tampoco creen estarlo. Pense en su madre y me pregunte si era consciente de su propia salud mental suponiendo que todavia fuera capaz de una verdadera introspeccion.
Lo que no era probable.
Kim y yo hablamos del tiempo. Hablamos de mis pacientes. Hablamos de su nuevo trabajo a tiempo parcial en Macy's. Y de pronto, Kim me dio una gran sorpresa.
– ?No tienes ninguna relacion con nadie? -me pregunto.
Era la primera vez que me hacia una pregunta tan personal. Me cogio por sorpresa y me obligo a preguntarme que queria que le contestara.
– No -le respondi.
Asintio con la cabeza y me miro como si quisiera anadir algo mas. Hizo un gesto vago con la mano acercandosela al mismo tiempo a la cara.
– Pero alguna vez salgo -dije.
– Bien -respondio con un gesto muy energico-, haces bien.
Me mire las manos y me sorprendi al decir:
– ?Todavia la echo mucho de menos!
No queria hablar de esas cosas. Queria mantenerme tranquilo y moverme por los caminos seguros habituales. La mire a los ojos. Parecia triste pero agradecida.