Esta vez opte por la verdad.

– No lo se -conteste.

13

Shauna y Hester Crimstein estaban sentadas en el despacho del elegante gabinete juridico que Hester tenia en el centro de la ciudad. Hester finalizo una conversacion telefonica y dejo el aparato en su sitio.

– No quieren hablar -dijo Hester.

– Pero ?lo han detenido?

– No, todavia no.

– ?Que pasa, entonces? -pregunto Shauna.

– Si quieres saber mi opinion, se figuran que Beck mato a su mujer.

– Estan como chotas -dijo Shauna-. Si el estaba en el hospital por haber gritado. Y el chalado de KillRoy esta ahora en el corredor de la muerte.

– Pero no por haberla matado a ella -replico la abogada.

– ?Como?

– Se sospecha que Kellerton mato como minimo a dieciocho mujeres. El confeso catorce asesinatos, pero unicamente encontraron pruebas concluyentes para juzgarlo y condenarlo por doce. Mas que suficientes. ?Cuantas condenas de muerte necesita un hombre?

– Todo el mundo sabe que el mato a Elizabeth.

– Permiteme que te corrija: todo el mundo sabia.

– No lo capto, pero ?como pueden imaginar que Beck tiene algo que ver con esto?

– No tengo ni idea -contesto Hester, que puso los pies sobre el escritorio y apoyo la nuca en las manos-. Por lo menos de momento, pero tendremos que estar en guardia.

– ?Y eso por que?

– De momento debemos asumir que los federales vigilan todos sus pasos: tendra el telefono pinchudo, lo seguiran… cosas asi.

– ?Y que?

– ?Que quieres decir con «y que»?

– Es inocente, Hester. Dejalos que vigilen.

Hester levanto los ojos y sacudio la cabeza.

– ?No seas ingenua!

– ?Se puede saber que diablos quieres decir con eso?

– Pues quiero decir que si lo graban desayunando huevos, a lo mejor eso quiere decir algo. Tiene que andarse con mucho cuidado. Y hay otra cosa.

– ?Que?

– Los federales van a ir a por Beck.

– ?Por que?

– Creeme, lo haran. El solo hecho de pensar en tu amigo, hace que se les ponga dura. Y eso que han pasado ocho anos desde el asunto. Esto quiere decir que estan freneticos. Y cuando los federales se desesperan se vuelven peligrosos y les entran ganas de pisotear los derechos constitucionales de la gente.

Shauna se recosto hacia atras y penso en los extranos mensajes que Beck habia recibido de «Elizabeth».

– ?Pasa algo? -dijo Hester.

– Nada.

– No me ocultes cosas, Shauna.

– Yo no soy tu clienta.

– ?Quieres decir que quien se calla cosas es Beck?

De pronto a Shauna la asalto una idea que rozaba el horror. Reflexiono un momento, puso la idea a prueba dejandola discurrir por determinados caminos, la dejo rebotar unos momentos.

Todo cuadraba, pese a lo cual Shauna abrigaba la esperanza -rezaba por dentro para que asi fuera- de haberse equivocado. Se levanto y se dirigio a la puerta.

– Tengo que irme.

– ?Que pasa?

– Pregunta a tu cliente.

Los agentes especiales Nick Carlson y Tom Stone ocupaban el mismo sofa donde hacia muy poco Beck se habia entregado a la nostalgia. Kim Parker, la madre de Elizabeth, estaba sentada frente a los dos hombres con las manos decorosamente entrelazadas sobre el regazo. Su expresion era hieratica, una mascara de cera. Hoyt Parker iba de un lado a otro de la habitacion.

– ?Que es eso tan importante que no pueden decirnos por telefono? -pregunto Hoyt.

– Queremos hacerle algunas preguntas -dijo Carlson.

– ?Sobre que?

– Sobre su hija.

Los dos se quedaron helados.

– Y para decirlo mas concretamente, nos gustaria saber como era la relacion de su hija con su marido, el doctor David Beck.

Hoyt y Kim intercambiaron una mirada.

– ?Por que? -pregunto Hoyt.

– Porque el asunto tiene que ver con una investigacion que estamos realizando en estos momentos.

– ?Que clase de investigacion? Mi hija murio hace ocho anos. Su asesino esta ahora en el corredor de la muerte.

– Por favor, detective Parker. Aqui estamos todos en el mismo bando.

La habitacion se quedo silenciosa y fria. A Kim Parker se le afinaron los labios y le temblaron un poco. Hoyt miro a su mujer y despues hizo una indicacion con la cabeza a los dos hombres.

Carlson seguia con la vista fija en Kim.

– Senora Parker, ?como describiria la relacion entre su hija y su marido?

– Estaban muy unidos, muy enamorados.

– ?No habia problemas?

– No -dijo ella-. Ninguno.

– ?Tiene usted al doctor Beck por un hombre violento?

Lo miro sobresaltada.

– No, en absoluto.

Miraron a Hoyt y este asintio con el gesto.

– ?Sabe usted si el doctor Beck pego alguna vez a su hija?

– ?Como?

Carlson intento una sonrisa amable.

– ?Tiene usted la bondad de contestar a mi pregunta?

– Nunca -dijo Hoyt-. No pego nunca a mi hija.

– ?Esta seguro?

Su respuesta fue decidida.

– Totalmente.

Carlson miro a Kim.

– ?Senora Parker?

– La queria mucho.

– Lo comprendo, senora. Pero hay muchos maridos que pegan a sus mujeres y declaran que las quieren mucho.

– No le pego nunca.

Hoyt dejo de pasear.

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