– ?En que?

– Dice que los federales deben de estar desesperados y que haran lo que sea para pescarte.

– ?Y?

El ascensor dejo oir la ultima senal.

– Espera y veras.

La puerta del ascensor se abrio a una gran planta dividida en cubiculos. Eran las normas que ahora regian en la City. De haber retirado el techo y contemplado la planta desde arriba, habria costado mucho decir que diferencia habia entre la misma y la laberintica madriguera de una rata. Y pensandolo bien, le habria ocurrido lo mismo a quien mirara desde abajo.

Shauna avanzo entre innumerables tabiques divisorios tapizados de tela. Yo seguia sus pasos. A medio camino, doblo a la izquierda, despues a la derecha y finalmente de nuevo a la izquierda.

– Quiza habria debido tirar migas de pan -dije.

Respondio con voz inexpresiva:

– Muy buena.

– Gracias, ?a mandar!

Pero Shauna no me rio la gracia.

– ?Y este sitio que es, dicho sea de paso? -pregunte.

– Una empresa llamada DigiCom. Mi agencia ha trabajado con ellos alguna vez.

– ?Para que?

– Ya lo veras.

Dimos por fin una ultima vuelta y fuimos a parar a un recondito cubiculo ocupado por un hombre joven de cabeza alargada y dedos finos de pianista.

– Mira, te presento a Farrell Lynch. Farrell, este es David Beck.

Estreche la mano delgada que me tendio.

– ?Hola! -dijo Farrell.

Lo salude con una inclinacion de cabeza.

– Muy bien -dijo Shauna-, ya puedes teclear.

Farrell Lynch hizo girar la silla y se situo frente al ordenador. Shauna y yo veiamos la pantalla por encima de sus hombros. Comenzo a teclear con sus finos dedos.

– Manos a la obra -dijo.

– Continua.

Lynch pulso el retroceso. La pantalla quedo negra y de pronto aparecio Humphrey Bogart. Llevaba sombrero de fieltro y gabardina. Inmediatamente identifique la escena. La niebla, el avion al fondo. El final de Casablanca.

Mire a Shauna.

– Espera -dijo.

La camara enfocaba a Bogie. En aquel momento decia a Ingrid Bergman que se fuera en avion con Laszlo y que los problemas que pudieran tener tres personas no importaban un rabano al mundo. Y entonces la camara se trasladaba a Ingrid Bergman… que no era Ingrid Bergman.

Parpadee. Bajo el celebre sombrero, con los ojos clavados en Bogie y banado en un resplandor grisaceo, estaba el rostro de Shauna.

– No puedo irme contigo, Rick -dijo la Shauna del ordenador con acento dramatico- porque estoy locamente enamorada de Ava Gardner.

Me volvi a Shauna. Formule la pregunta con los ojos y ella asintio con la cabeza. Pese a todo, hice la pregunta.

– ?Crees…? -balbucee-. ?Crees que las fotografias eran un camelo?

Farrell se adelanto a responder:

– Es fotografia digital -me corrigio-, facilisima de manipular. Las imagenes de ordenador no son pelicula, en realidad son pixeles guardados en archivos. No se diferencian en nada de los documentos procesados con el tratamiento de texto. Usted sabe que es facilisimo cambiar una palabra de un texto procesado por ordenador, ?verdad? Y quien dice una palabra, tambien el contenido, la tipografia o el espaciado.

Asenti.

– Bien, pues para una persona con unos conocimientos rudimentarios de la imagen digital, es facilisimo manipular las imagenes obtenidas a traves de ordenador. No son fotografias ni peliculas ni cintas. Las imagenes de los videos no son mas que un monton de pixeles susceptibles de todo tipo de manipulacion. Lo unico que hay que hacer es activar un programa de mezclas y despues cortar y pegar.

Mire a Shauna.

– Me he fijado que en el video parecia mayor -insisti-. No se, diferente.

– ?Farrell? -inquirio Shauna.

El hombre pulso otro boton. Volvio a aparecer Bogie. Esta vez, cuando pasaron a Ingrid Bergman, Shauna se habia convertido en una mujer de setenta anos.

– No hay mas que aplicar un programa que registra el paso del tiempo -intervino Farrell-. Muy util en el caso de ninos desaparecidos para determinar cual puede ser su aspecto con el tiempo, aunque ahora ya se puede adquirir una version domestica en los comercios del ramo. Tambien puedo cambiar una parte de la imagen de Shauna, cosas como su peinado, el color de sus ojos, las dimensiones de la nariz. Puedo hacer que sus labios sean mas gruesos o mas finos, ponerle un tatuaje, en fin, lo que sea.

– Gracias, Farrell -dijo Shauna.

Y le dirigio una mirada disuasoria que hasta un ciego habria sabido interpretar.

– Perdon -se excuso Farrell borrandose del mapa.

Me sentia incapaz de pensar.

Cuando Farrell ya no podia oirnos, Shauna dijo:

– Recuerdo una foto que me hicieron el mes pasado. Era estupenda, al cliente le encanto, pero resultaba que se me habia caido el pendiente. Trajimos aqui la imagen, Farrell hizo lo de cortar y pegar y voila! , el pendiente volvio a la oreja.

Asenti con un gesto de la cabeza.

– Piensa un poco, Beck. Los federales se figuran que mataste a Elizabeth pese a que no tienen forma de probarlo. Hester me dijo que estaban que trinaban. Esto me hizo pensar y al final me dije que quiza habian urdido alguna patrana. ?Quieres mejor patrana que los mensajes que te enviaron?

– Pero lo de la hora del beso…

– ?Que pasa con la hora del beso?

– ?Como iban a saber lo de la hora del beso?

– Lo se yo, lo sabe Linda. Te apuesto lo que quieras a que lo sabe Rebecca y seguramente tambien los padres de Elizabeth. Se habran enterado.

Senti que las lagrimas acudian a mis ojos. Quise hablar con voz normal, pero me salio una especie de graznido.

– ?Crees que es una patrana?

– No lo se, Beck. De veras que no lo se. Pero procura poner los pies sobre la tierra. Si Elizabeth estuviera viva, ?donde habria pasado los ultimos ocho anos? ?Por que iba a elegir este momento para salir de la tumba… nada menos que cuando el FBI empieza a sospechar que tu la mataste? Venga, dimelo francamente. ?De veras crees que esta viva? Se que piensas que ojala fuera verdad. ?Que diablos, tambien yo! Pero miremos las cosas con ojos sensatos. Si examinas el caso de una manera realista, ?que version te parece mas logica?

Retrocedi torpemente y me deje caer en un sillon. Tenia el corazon hecho anicos. Y senti que la esperanza empezaba a desmoronarse.

Una patrana. ?Seria todo una patrana?

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