– En la clinica. ?Que pasa?
– Conteste una pregunta -dijo Hester Crimstein-. ?Cuando fue la ultima vez que vio a Rebecca Schayes?
Senti el lento y profundo latido de mi corazon.
– Ayer, ?por que?
– ?Y la vez anterior?
– Hace ocho anos.
Crimstein solto un taco por lo bajo.
– ?Que pasa? -pregunte.
– Anoche asesinaron a Rebecca Schayes en su estudio. Le dispararon dos tiros en la cabeza.
Senti la desazon de la caida libre, esa sensacion que se tiene pocos momentos antes de caer dormido. Me flaquearon las piernas. Y cai sentado en un taburete.
– ?Oh, Dios mio!…
– Beck, escucheme. Ponga mucha atencion.
Me acordaba de Rebecca, de su aspecto de ayer.
– ?Donde estuvo anoche?
Aparte el telefono e hice una profunda aspiracion. Muerta, Rebecca estaba muerta. Era extrano, seguia recordando el brillo de su hermosa cabellera. Pense en su marido. Pense en las noches que le esperaban, solo en la cama, recordando aquellos cabellos desparramados sobre la almohada.
– ?Beck?
– En casa -dije-. Estuve en casa con Shauna.
– ?Y despues?
– Sali a dar un paseo.
– ?Por donde?
– Por ahi.
– ?Donde es por ahi?
No respondi.
– Escucheme bien, Beck, ?me escucha? Han encontrado el arma del crimen en su casa.
Oi las palabras pero su significado tardo en abrirse camino hasta mi cerebro. La habitacion se transformo de pronto en un espacio agobiante. No habia ventanas. Me costaba respirar.
– ?Me oye?
– Si -dije y, entendiendo a medias lo que acababa de oir, segui repitiendo las mismas palabras-. No es posible.
– Mire, no hay tiempo para hablar de eso. Van a detenerle. He hablado con el fiscal del distrito. Es un cabron de cuidado y ha decidido entregarlo.
– ?Me detendran?
– Atienda lo que le digo, Beck.
– Yo no he hecho nada.
– Eso ahora no tiene importancia. Van a detenerlo. Van a llevarlo ante un tribunal. Conseguiremos una fianza. Estoy camino de la clinica. Voy a recogerlo. No se mueva de ahi. No diga nada a nadie. ?Me oye? No hable con la policia, ni con los federales, ni con el companero con quien lo encierren. ?Me ha comprendido?
La mirada se me extravio hasta el reloj situado sobre la mesa de reconocimiento. Pasaban unos minutos de las dos. Washington Square. Pense en Washington Square.
– No pueden detenerme, Hester.
– Todo se arreglara.
– ?En cuanto tiempo? -pregunte.
– ?En cuanto tiempo que?
– ?Cuanto tiempo tardare en obtener la fianza?
– No lo se con seguridad. No creo que la fianza en si sea un problema. Usted no tiene antecedentes. Es una persona integra, con raices y vinculos en la comunidad. Es probable que tenga que entregar su pasaporte.
– ?Pero cuanto tiempo?
– ?Cuanto tiempo para que, Beck? No le entiendo.
– Para quedar en libertad.
– Mire lo que le digo. Tratare de presionarlos, ?de acuerdo? Pero incluso si son diligentes… no digo que vayan a serlo, tendran que enviar sus huellas a Albany. Es la norma. Y si tenemos suerte, estoy hablando de mucha suerte, podemos conseguir que lo hagan comparecer ante el juez a medianoche.
?Medianoche?
Un terrible pavor me atenazo el pecho como una cinta de acero. La carcel equivalia a no poder acudir a la cita de Washington Square Park. El hilo que me unia a Elizabeth era tan fragil como el cristal veneciano. Si no podia estar a las cinco en Washington Square…
– Es imposible.
– ?Como?
– Tiene que pararles los pies, Hester. Conseguir que me detengan manana.
– ?Esta usted bromeando? Mire lo que le digo, es probable que ya esten ahi, que lo tengan vigilado.
Me asome por la puerta y recorri el pasillo con la mirada. Desde donde me encontraba solo podia ver parte del mostrador de recepcion, el extremo de la derecha, pero fue suficiente.
Habia dos polis, posiblemente mas.
– ?Oh, Dios mio! -exclame, volviendo a la habitacion.
– ?Beck?
– No puedo ir a la carcel -volvi a decir-. Hoy, no.
– Oiga, Beck, no me fastidie, ?quiere? Quedese ahi. No se mueva, no hable, no haga nada de nada. Quedese sentadito en su despacho y espere. Voy enseguida.
Y colgo.
Rebecca muerta. Y se figuraban que yo la habia matado. Ridiculo, por supuesto, pero era indudable que ahi tenia que estar la conexion. Yo la habia visto el dia antes por primera vez desde hacia ocho anos y la mataron esa misma noche.
?Que demonios estaba pasando?
Abri la puerta y saque la cabeza. Los polis no miraban hacia donde yo estaba. Sali al pasillo y avance. Habia una salida de emergencia en la parte posterior del edificio. Podia colarme por ella. Eso me permitiria ir hasta Washington Square Park.
?Estaba ocurriendo todo aquello de veras? ?Estaba huyendo de la policia?
No lo sabia. Cuando ya estaba en la puerta, me aventure a volverme y mirar. Uno de los policias me descubrio. Me senalo con el dedo y echo a correr hacia mi.
Abri la puerta de par en par y me lance a la carrera.
Era increible: yo huyendo de la policia.
La puerta de salida se cerro con estruendo y me dejo en un callejon oscuro detras de la clinica. No conocia la calle. Aunque pueda parecer extrano, no conocia el barrio. Iba a la clinica, trabajaba y me marchaba. Trabajaba encerrado en un espacio sin ventanas, agobiado por la falta de sol, como un adusto mochuelo. Bastaba que me alejara una manzana en paralelo de mi lugar de trabajo para encontrarme en territorio totalmente desconocido.
Doble a la derecha sin que ninguna razon particular me impulsara a hacerlo. Oi, detras de mi, que la puerta se abria.
– ?Alto! ?Policia!
Me llegaron las palabras. Pero no les hice caso. ?Dispararian, quiza? Lo dudaba. No lo harian, en todo caso, por las repercusiones que podia tener disparar a un fugitivo desarmado. No era imposible, sobre todo en aquel vecindario, pero si improbable.
No me tope con mucha gente en aquella manzana, pero los pocos que encontre me miraron con un interes que era poco mas que pasajero y superficial, el mismo interes que pones cuando haces