callejeros que se movian por el escenario con excesiva delicadeza. Los indigentes sin techo eran la nota de color, elementos artificiales del cuadro.
– ?Seguro que tenemos la zona cubierta? -pregunto Gandle.
Wu asintio sin apartar los ojos del arbol.
– Seis hombres. Mas los dos de la furgoneta.
Gandle se volvio a mirar. La furgoneta era blanca y llevaba un rotulo magnetico en el que se leia B &T PINTURAS, un numero de telefono y un logo muy vistoso con un hombrecito muy parecido al del Monopoly con una escalera y una brocha. En caso de tener que describir la furgoneta, lo unico que recordarian los testigos, de recordar algo, seria el nombre de la empresa y tal vez el numero de telefono.
Y tanto la una como el otro eran falsos.
La furgoneta estaba estacionada en doble fila. En Manhattan, despierta mas sospechas un vehiculo de trabajo aparcado donde corresponde que uno aparcado en doble fila. Pese a todo, estaban alerta. De aparecer un policia, habrian desalojado el lugar al instante. En ese caso habrian trasladado la furgoneta a un solar de la calle Lafayette y alli habrian cambiado la matricula y el letrero magnetico. Y despues se habrian vuelto a estacionar en el mismo sitio.
– Tendrias que volver a la furgoneta -dijo Wu.
– ?Crees que vendra Beck?
– Lo dudo -respondio Wu.
– Yo suponia que, si lo detenian, ella desapareceria del mapa -dijo Gandle-. No creia que el llegara a arreglar el encuentro.
Uno de sus hombres, el de pelo rizado con pantalones de chandal que estaba en Kinko's la noche anterior, habia recogido el mensaje en el ordenador de Kinko. Pero en el momento de transmitir el mensaje, Wu ya habia colocado las pruebas en casa de Beck.
No importaba. La cosa funcionaria.
– Hay que pescarlos a los dos, pero ella tiene prioridad -anadio Gandle-. Como las cosas se pongan mal, los liquidamos. Pero mejor vivos. Asi podemos enterarnos de lo que saben.
Wu no respondio. Seguia mirando fijamente el arbol.
– ?Eric?
– A mi madre la colgaron de un arbol como ese -dijo Wu.
Como Gandle no sabia que responder, se limito a decir:
– Lo siento.
– Se figuraban que era una espia. La cogieron seis hombres, la desnudaron y la molieron a latigazos. Estuvieron dandole varias horas seguidas. En todo el cuerpo. Hasta la carne del rostro le arrancaron. No perdio el conocimiento. No dejo de gritar. Le costo mucho morir.
– ?Santo Dios! -murmuro Gandle en voz baja.
– Cuando se cansaron de azotarla, la colgaron de un arbol enorme -senalo el Olmo del Verdugo-. Un arbol como este. Se supone que lo hacian para dar una leccion, por supuesto. Asi ya nadie mas espiaria. Algunos pajaros y otros animales se acercaron al cuerpo de mi madre. A los dos dias en aquel arbol no habia mas que huesos.
Wu volvio a ponerse los auriculares del
– Mejor que no te dejes ver -dijo a Gandle.
A Larry le costaba apartar los ojos del arbol gigantesco, pero al final asintio con un gesto y se alejo.
28
Me puse unos vaqueros negros cuya cintura media aproximadamente como la circunferencia del neumatico de un camion. Doble el pantalon por arriba y me los ceni con el cinturon. La camisa negra uniforme de White Sox me caia como una guayabera. La gorra negra de beisbol que me adjudicaron, con un logo que no pude identificar, tenia la visera rota. Tyrese me facilito tambien unas gafas de sol como las que gozaban de las preferencias de Brutus.
Tyrese estuvo a punto de soltar una carcajada cuando me vio salir del cuarto de bano de aquella guisa.
– Le queda muy bien, doc.
– La palabra apropiada seria «chachi».
Se rio entre dientes y movio la cabeza.
– Esos blancos…
Pero de pronto se puso serio. Me tendio unas hojas de papel sujetas con grapas. Las cogi. En la de encima se leia «Ultimas Voluntades y Testamento». Le mire con aire interrogativo.
– De eso queria hablarle -dijo Tyrese.
– ?De tu testamento?
– Me quedan dos anos para acabar mi plan.
– ?Que plan?
– Sigo con esto otros dos anos. Entonces tendre bastante dinero para sacar a TJ de aqui. Tengo una probabilidad de sesenta contra cuarenta de conseguirlo.
– ?De conseguir que?
Los ojos de Tyrese se pararon en los mios.
– Usted ya me entiende.
Lo entendia. Estaba hablando de sobrevivir.
– ?Adonde piensas ir?
Me dio una postal. Un escenario con sol, mar azul y palmeras. La postal estaba ajada de tanto manoseo.
– Florida -dijo con un deje dulzon en la voz-. Conozco el sitio. Un lugar tranquilo. Piscinas, buenas escuelas. Sin nadie que me pregunte de donde he sacado el dinero, no se si me capta.
Le devolvi la foto.
– Lo que no capto es que pinto yo en todo esto.
– Esto si gana el sesenta por ciento -me mostro la foto-. Y esto -me indico el testamento-, si gana el cuarenta por ciento.
Le dije que seguia sin entender nada.
– Hara unos seis meses que un dia me fui al centro, usted ya me entiende. Busque un abogado pero de los buenos. Una visita de un par de horas me costo dos de los grandes. Se llama Joel Marcus. Si muero, tendra que ir a verlo porque usted es mi albacea. Tengo unos papeles bajo llave. Alli dice donde tengo el dinero.
– ?Y por que me has elegido a mi?
– Cuido a mi hijo.
– ?Y Latisha?
– Latisha es una mujer, doc -dijo en tono despreciativo-. En cuanto palme, se busca otro macho al momento, ?me capta? Lo mas seguro es que le hagan otro bombo. A lo mejor vuelve a engancharse -se sento y se cruzo de brazos-. No se puede confiar en las mujeres, doc. A esta altura ya deberia saberlo.
– Es la madre de TJ.
– Es verdad.
– Le quiere.
– Si, lo se. Pero no es mas que una mujer, no se si me capta. Si le dejo esta pasta va y se la cepilla en un dia. Por eso me guardo unos valores y unas cuantas mierdas mas. Y usted es mi albacea. Que ella quiere dinero para TJ, pues usted dice si o usted dice no. Usted y ese tal Joel Marcus.
Habria querido decirle que era un machista, un neandertaloide, pero no era el momento. Me revolvi en la silla y lo mire. Tyrese tendria unos veinticinco anos. Habia visto a tantos como el que los metia siempre en el mismo saco, tenia sus rostros difuminados en la oscura nebulosa de la maldad.
– ?Tyrese?
Me miro.
– Vete ahora.