Fruncio el ceno.

– Con el dinero que tienes. Buscate un trabajo en Florida. Yo te prestare dinero si te hace falta. Vete ahora y llevate a tu familia.

Nego con la cabeza.

– ?Tyrese?

Se levanto.

– Venga, doc. Es mejor que nos vayamos.

– Todavia lo estamos buscando.

Lance Fein echaba chispas, su cara cerosa estaba empapada de sudor. Dimonte mascaba. Krinsky tomaba notas. Stone se estiro los pantalones hacia arriba.

Carlson estaba abstraido en un fax que acababan de enviarle al coche.

– ?Que hay de los disparos? -le espeto Lance Fein.

El agente uniformado, Carlson no se habia molestado en aprender su nombre, se encogio de hombros.

– Nadie sabe nada. Supongo que no tienen nada que ver con el asunto.

– ?Que no tienen nada que ver? -Le grito Fein-. ?Que clase de idiota incompetente eres, Benny? Corrian por la calle y gritaban no se que de un blanco.

– Bien, pues ahora nadie sabe nada.

– Fiate de ellos -dijo Fein-. Fiate totalmente de ellos. Quiero decir que por algo gritaban. ?Como diablos han dejado escapar al individuo? ?Me lo quieres decir?

– Lo atraparemos.

Stone dio unos golpecitos en la espalda a Carlson.

– ?Que hay, Nick?

Carlson miraba el papel impreso con el ceno fruncido. Era un hombre meticuloso, ordenado hasta un extremo obsesivo-compulsivo. Se lavaba las manos demasiadas veces. Cuando salia de casa, cerraba y abria con llave una docena de veces la puerta. Si seguia con la mirada fija en el papel era porque alli veia algo que no cuadraba.

– ?Nick?

Carlson se volvio hacia el.

– Encontramos la treinta y ocho en la caja de seguridad de Sarah Goodhart.

– ?La caja que se abria con la llave que encontramos en el cadaver?

– Si.

– ?Que mas? -pregunto Stone.

Carlson seguia con el ceno fruncido.

– Aqui hay muchas lagunas.

– ?Lagunas?

– En primer lugar, damos por sentado que la caja de seguridad de Sarah Goodhart es de Elizabeth Beck, ?no es asi?

– Asi es.

– Y sin embargo, alguien ha pagado cada ano durante ocho anos el alquiler de la caja -dijo Carlson-. Elizabeth Beck esta muerta. Los muertos no pagan recibos.

– A lo mejor ha sido su padre. Me parece que sabe mas de lo que aparenta.

A Carlson aquello no le gusto.

– ?Y que me dices de las escuchas que encontramos en casa de Beck? ?Que hay de eso?

– No se -replico Stone encogiendose de hombros-. Quiza alguien mas del departamento tambien sospechaba de el.

– A estas alturas ya lo sabriamos. Y esta el informe sobre la treinta y ocho que encontramos en la caja -lo senalo-. ?Sabes con que han salido los de ATF? *

– No.

– Pues dicen que las pruebas balisticas no han dado resultado, aunque no es de extranar, porque los datos no se remontan a ocho anos atras -las pruebas balisticas eran el modulo de analisis de bala usado por el Departamento de Alcohol, Tabaco y Armas para relacionar los datos de delitos anteriores con armas de fuego recientemente descubiertas-. Pero los del Centro de Rastreo Nacional se han apuntado un tanto. ?Sabes quien era el ultimo propietario registrado?

Tendio a Stone el documento. Stone le echo una ojeada y lo descubrio al momento.

– ?Stephen Beck?

– El padre de David Beck.

– Esta muerto, ?no?

– Exactamente.

Stone le devolvio el papel.

– Esto significa que probablemente el hijo heredo el arma de su padre -dijo-. El arma era de Beck.

– Pero entonces, ?por que su mujer la tenia guardada en una caja de seguridad junto con las fotos?

Stone reflexiono un momento.

– Quiza temia que Beck utilizase el arma contra ella.

Carlson fruncio todavia mas el ceno.

– Aqui falta algo.

– Mira, Nick, no hagamos las cosas mas complicadas de lo que son. Hemos colgado a Beck el asesinato de Rebecca Schayes. No esta nada mal. Vamos a olvidarnos de Elizabeth Beck, ?no te parece?

– ?Olvidarnos de ella? -Carlson lo miro fijamente.

Stone carraspeo y abrio los brazos.

– Afrontemos las cosas como son. Colgar a Beck lo de la Schayes es un buen bocado. Pero su mujer… ?por Dios, si lleva ocho anos muerta! Tenemos cabos sueltos, es verdad, pero no hagamos responsable de todo a Beck. Un poco tarde para eso. Tal vez… -y se encogio de hombros de manera teatral-… tal vez sea mejor no remover en aguas tranquilas.

– Pero ?que diablos estas diciendo?

Stone se acerco mas e indico a Carlson con una sena que se acercase.

– Algunas personas del departamento preferirian que no hurgasemos en esto.

– ?Quien?

– Eso tiene poca importancia, Nick. Estamos todos en el mismo barco, ?no? Si descubrimos que KillRoy no mato a Elizabeth Beck, el asunto despedira muy mal olor, ?comprendes? Y entonces su abogado exigira que se celebre otro juicio…

– Nunca lo juzgaron por lo de Elizabeth Beck.

– Fue un caso que adjudicamos a KillRoy. Sembrariamos la duda. La cosa asi queda mas arreglada.

– Pero yo no quiero que quede mas arreglada -dijo Carlson-, lo que quiero es la verdad.

– La verdad la queremos todos, Nick. Pero lo que queremos por encima de todo es que se haga justicia, ?no te parece? A Beck lo condenaran a cadena perpetua por la muerte de la Schayes. KillRoy seguira en la carcel. Es como debe ser.

– Quedan lagunas, Tom.

– No paras de decirlo, yo no veo esas lagunas. Tu fuiste el primero en decir que Beck podia ser el asesino de su mujer.

– Exactamente -dijo Carlson-, el asesino de su mujer, no de Rebecca Schayes.

– No veo adonde quieres ir a parar.

– El asesinato de la Schayes no encaja en el cuadro.

– ?Me tomas el pelo? Ese asesinato lo deja todo atado. Schayes sabia algo. Nosotros empezamos a estrechar el cerco. Beck tuvo que hacerla callar.

Carlson volvio a fruncir el ceno.

– ?Como? -prosiguio Stone-. ?Crees que la visita que le hizo ayer Beck en su estudio, poco despues de que empezaramos a presionarlo, fue una pura coincidencia?

– No -dijo Carlson.

– ?Entonces, que fue, Nick? Pero ?es que no lo ves? El asesinato de la Schayes encaja perfectamente.

– Demasiado bien -replico Carlson.

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