Se quedo sorprendido.
– Pero ?se puede saber que pasa aqui?
– Necesito que me confirmes una cosa.
Helio se quedo a la espera.
– ?Estabas con mi mujer aquella noche? ?Si o no?
– ?Que quieres que diga, tio?
– La verdad.
– ?Y si la verdad fuera que ella estuvo conmigo toda la noche?
– No es verdad -conteste.
– ?Por que estas tan seguro?
Tyrese intervino:
– Anda, dile lo que quiere saber.
Helio volvio a concederse un momento de espera.
– La verdad es lo que ella dijo. Me la tire, ?esta claro? Lo siento, tio, pero es asi. Estuvimos toda la noche dale que te pego.
Mire a Tyrese.
– Dejanos un momento, ?quieres?
Tyrese asintio. Se levanto y se fue al coche. Se quedo apoyado en la puerta lateral con los brazos cruzados. Brutus estaba a su lado. Mire a Helio.
– ?Donde conociste a mi mujer?
– En el centro.
– Ella queria ayudarte, ?verdad?
Se encogio de hombros, pero sin mirarme.
– ?Conocias a Brandon Scope?
Una sombra de algo que podia ser miedo cruzo su cara.
– Oye, yo me voy -dijo.
– Aqui no estamos mas que tu y yo, Helio. Estoy en tus manos.
– ?Lo que usted busca es que niegue mi coartada?
– Si.
– ?Y eso por que?
– Pues porque hay alguien que mata a todo aquel que esta relacionado con lo que le ocurrio a Brandon Scope. Anoche mataron a la amiga de mi mujer en su estudio. Hoy me han cogido a mi y si estoy aqui es gracias a Tyrese. Tambien quieren matar a mi mujer.
– Creia que habia muerto.
– Es largo de contar, Helio. Pero eso es lo que hay. Como no me entere de lo que ocurrio realmente, nos mataran a todos.
No sabia muy bien si era realidad o hiperbole. En cualquier caso, me tenia sin cuidado.
– ?Donde estabas tu aquella noche? -insisti.
– Con ella.
– Puedo demostrar que no es verdad -dije.
– ?Como?
– Mi mujer estaba en Atlantic City. Tengo los informes de las acusaciones. Puedo demostrarlo. Si quiero, pulverizo tu coartada, Helio. Y lo hare. Se que tu no mataste a Brandon Scope. O sea que tienes que ayudarme. Dejare que te liquiden si no me dices la verdad.
Era un farol. No era mas que un mayusculo farol. Vi, sin embargo, que le habia hecho mella.
– Dime la verdad y seguiras libre -dije.
– Yo no mate a ese tipo, te lo juro, tio.
– Lo se -repeti.
Se quedo meditando.
– No se por que ella hizo lo que hizo, ?comprende?
Asenti procurando que siguiera charlando.
– Aquella noche robe en una casa de Fort Lee. O sea que no tenia coartada. Me habrian hundido. Menos mal que ella me salvo.
– ?Le preguntaste por que lo habia hecho?
Nego con un gesto de cabeza.
– Pero la deje hacer. Mi abogado me conto lo que ella habia dicho. Y yo lo confirme. Y me soltaron al momento.
– ?Viste a mi mujer otra vez?
– No -dijo levantando los ojos-. Oye, ?por
– La conozco.
Sonrio.
– ?Y crees que nunca te ha mentido?
No respondi.
Helio se levanto.
– Di a Tyrese que me debe una.
Sonrio, dio media vuelta y se alejo.
34
No llevaba equipaje. Habia sacado un tique para registrarse a traves de una maquina y no de una persona. Espero en una terminal proxima con los ojos fijos en la pantalla de salidas para ver cuanto antes el anuncio del vuelo y acudir enseguida a la puerta de embarque.
Sentada en una silla de plastico moldeado, dejo vagar la mirada por las pistas. Un televisor emitia los destellos de un programa de la CNN: «A continuacion, deportes». Tenia la mente en blanco. Cinco anos antes habia pasado una temporada en la India en un pueblecito de las afueras de Goa. Aunque era un lugar perdido, en el pueblo reinaba gran actividad porque en el vivia un yogui que tenia cien anos. Habia pasado muchos ratos en su compania y el habia procurado ensenarle diversas tecnicas, entre ellas la meditacion, la respiracion pranayama, la purificacion mental. Sin embargo, no habia asimilado ninguna y tenia momentos en que se sumia en la negrura. En cualquier caso, cada vez con mayor frecuencia, alli donde iba cuando se hundia, estaba Beck.
Luego penso en ella. De hecho, no tenia opcion. Obraba por instinto de conservacion. Y conservacion significaba huir. Se habia metido en un lio y ahora volvia a huir dejando que otros lavaran los platos sucios. A pesar de todo, ?que otra cosa podia hacer? Andaban tras ella. Aunque habia tomado precauciones, seguian vigilandola. Ocho anos despues.
Un nino se dirigio torpemente al cristal de la ventana y lo golpeo con aire feliz. Su padre acudio presuroso a su lado y lo cogio en brazos riendo. Al mirarlos, dejo vagar sus pensamientos y no pudo por menos de pensar en lo que podia haber sido su vida. A su lado tenia una pareja de edad avanzada que charlaba cordialmente sin hablar de nada en particular. Cuando ella y Beck eran adolescentes, solian observar al senor y la senora Steinberg, que todas las noches, sin faltar una, paseaban por Downing Place cogidos del brazo, mucho despues de que sus hijos se hubieran hecho mayores y hubieran volado del nido. Sus vidas tambien serian asi, le habia prometido Beck. La senora Steinberg murio a los ochenta y dos anos. El senor Steinberg, que habia tenido siempre una salud de hierro, la siguio cuatro meses despues. Dicen que suele ocurrir con los viejos porque, parafraseando a Springsteen, sus dos corazones se convierten en uno solo. Cuando muere uno, le sigue el otro. ?Fue eso lo que pudo haberles ocurrido a ella y a David? Ellos no habian estado sesenta y un anos juntos como los Steinberg pero, considerando las circunstancias en terminos relativos, si se dice que apenas se conservan recuerdos de la propia vida anteriores a los cinco anos y teniendo en cuenta que ella y Beck habian sido inseparables desde los siete y que ninguno de los dos podia desenterrar ningun recuerdo sin encontrar al otro en el, y considerando todo el tiempo que habian pasado