– Si, ya lo has dicho antes.
Elizabeth se mordio el labio inferior. Despues dijo:
– Tengo que irme.
– No puedes -dijo Shauna.
– ?Que?
– No puedes huir.
– Si me quedo, el morira.
– Ya ha muerto -dijo Shauna.
– No lo entiendes.
– No es necesario entenderlo. Si lo dejas de nuevo, no sobrevivira. He esperado ocho anos a que superara tu ausencia. Se suponia que lo habia conseguido. Las heridas se cierran. La vida continua. Pero para Beck no es asi - dio un paso hacia Elizabeth-. No puedo permitir que vuelvas a huir.
Habia lagrimas en los ojos de las dos.
– No me interesa saber por que te marchaste -dijo Shauna, acercandose un poco mas-. Lo unico importante es que has vuelto.
– No puedo quedarme -dijo con voz debil.
– Tienes que quedarte.
– ?Aunque esto suponga su muerte?
– Si -dijo Shauna sin vacilar-, aunque suponga eso. Sabes que digo la verdad. Por eso estas aqui. Sabes que no puedes irte. Y tambien sabes que yo no lo permitiria.
Shauna avanzo otro paso.
– Estoy tan cansada de huir… -dijo Elizabeth en voz baja.
– Lo se.
– No se que hacer.
– Yo tampoco, pero huir ahora no seria una solucion. Cuentaselo todo, Elizabeth. Haz que lo entienda.
Elizabeth levanto la cabeza.
– ?Sabes cuanto lo quiero?
– Si -dijo Shauna-. Lo se.
– No quiero hacerle dano.
Shauna dijo:
– Demasiado tarde.
Estaban frente a frente, a un palmo de distancia. Shauna habria querido acercarsele y abrazarla, pero permanecio inmovil en su sitio.
– ?Tienes algun numero de telefono para ponerme en contacto con el? -pregunto Elizabeth.
– Si, tengo el de un movil…
– Dile la palabra Dolphin. Dile que nos encontraremos en ese sitio esta noche.
– No entiendo que diablos significa.
Elizabeth paso rapidamente a su lado, saco la cabeza por la puerta para atisbar y salio.
– El lo entendera -dijo.
Habia desaparecido.
41
Como de costumbre, Tyrese y yo nos sentamos en el asiento trasero del coche. El cielo de la manana era ceniciento, el color de las lapidas funerarias. Indique a Brutus donde debia girar despues de cruzar el puente George Washington. Tyrese me observaba con atencion escudado en las gafas de sol. Por fin pregunto:
– ?Donde vamos?
– A ver a mis suegros.
Tyrese se quedo a la espera de mas explicaciones.
– Mi suegro es poli -anadi.
– ?Como se llama?
– Hoyt Parker.
Brutus sonrio. Tyrese hizo lo mismo.
– ?Lo conoces?
– No he trabajado con el directamente pero, si, se quien es.
– ?A que te refieres cuando dices trabajar?
Tyrese eludio la respuesta con un gesto. Estabamos cruzando la frontera de la ciudad. En los ultimos tres dias habia pasado por diferentes experiencias surrealistas, una de ellas pasearme por mis antiguos barrios con dos traficantes de droga en un coche con cristales oscuros. Di a Brutus unas cuantas indicaciones antes de que aparcara en Goodhart, un lugar cuyo terreno se desplegaba a dos niveles y que estaba cargado de recuerdos.
Baje. Brutus y Tyrese salieron de estampida. Me acerque a la puerta y oi el largo tintineo del timbre. Las nubes eran ahora mas oscuras. Un relampago abrio una brecha en el cielo. Volvi a pulsar el timbre. Una corriente de dolor recorrio mi brazo. Seguia doliendome todo el cuerpo despues de la tortura y el sobreesfuerzo del dia anterior. Me pare a pensar un momento en lo que habria podido ocurrir de no haber aparecido Tyrese y Brutus. Pero aparte a un lado aquellos pensamientos.
Por fin oi que Hoyt preguntaba:
– ?Quien es?
– Beck -dije.
– Esta abierto.
Tendi la mano hacia el picaporte pero la mano se detuvo en el aire, dos centimetros antes de asirlo. Era extrano. Habia visitado aquella casa incontables veces en mi vida, pero no recordaba que Hoyt hubiera preguntado nunca quien llamaba a la puerta. Era una de esas personas que prefieren la confrontacion directa. No se habia hecho para Hoyt Parker el recurso de esconderse entre matorrales. Era un hombre que no se arredraba ante nada y lo demostraba a cada momento. Llamabas a su puerta, la abria y te miraba a la cara.
Me volvi. Tyrese y Brutus habian desaparecido, no eran tan estupidos como para andar remoloneando delante de la casa de un policia en un barrio de blancos.
– ?Beck?
No habia opcion. Me acorde de la Glock. Y al tiempo que ponia la mano izquierda en el picaporte, acerque la derecha a mi cadera. Por si acaso. Hice girar el picaporte, empuje la puerta y acerque la cabeza a la rendija.
– Estoy en la cocina -grito Hoyt.
Acabe de entrar y cerre la puerta detras de mi. La habitacion olia a desinfectante con perfume de limon, uno de esos productos que se conectan a un enchufe y se utilizan para enmascarar otros olores. Era empalagoso.
– ?Quieres comer algo? -pregunto Hoyt.
Todavia no habia aparecido.
– No, gracias -respondi.
Atravese la moqueta de hebra corta en direccion a la cocina. Distingui las viejas fotografias en la repisa de la chimenea sin que esta vez me causaran ninguna impresion. Cuando mis pies tocaron el linoleo, deje vagar los ojos por la habitacion. Vacia. Iba a darme la vuelta cuando senti la frialdad del metal en la sien. De pronto una mano se deslizo alrededor del cuello y tiro bruscamente de mi hacia atras.
– ?Vas armado, Beck?
No me movi ni hable.
Sin mover el arma del sitio, Hoyt me retiro el brazo del cuello y me palpo el cuerpo con la mano. Encontro la Glock, la saco y la arrojo sobre el linoleo.
– ?Quien te ha traido?
– Un par de amigos -consegui decir.
– ?Que clase de amigos?
– Pero ?que diablos te pasa, Hoyt?