Su mirada, de pronto, hizo un barrido de la sala. Cogio el arma, se levanto y volvio a mirar por la ventana. Habria querido preguntarle que esperaba ver, pero no queria alterar el ritmo de sus actos.

– Mi hermano y yo llegamos tarde al lago. Demasiado tarde. Queriamos pararles los pies a medio camino. Ya sabes, donde hay aquellas dos rocas.

Echo una ojeada a la ventana, despues me miro de nuevo a mi. Sabia de que rocas me hablaba. Estaban en el camino de tierra, a casi un kilometro de distancia del lago Charmaine. Eran enormes las dos, redondeadas, de dimensiones casi exactas, perfectamente situadas a uno y otro lado del camino. Se contaban muchas leyendas sobre como habian llegado alli.

– Ken y yo nos escondimos detras de ellas. Cuando se acercaron, les revente un neumatico de un tiro. Bajaron a ver que pasaba. Cuando bajaron les dispare un tiro en la cabeza.

Tras mirar otra vez por la ventana, Hoyt volvio al sillon. Dejo el arma y volvio a fijar la mirada en la bebida. Frene la lengua y espere.

– Griffin Scope habia contratado a los dos hombres -dijo-. Se suponia que interrogarian a Elizabeth y que despues la matarian. Ken y yo tuvimos noticia de la maniobra y fuimos al lago para pararles los pies -levanto la mano como queriendo silenciar una pregunta, pese a que yo no me habia atrevido a abrir la boca-. Los comos y los porques no tienen ninguna importancia. Griffin Scope queria ver a Elizabeth muerta. No tienes por que saber mas. Y no se detendria por el simple hecho de que hubieran matado a un par de sus muchachos. Los tenia en cantidad. Es como una de esas bestias miticas que, si les cortas la cabeza, les crecen otras dos -me miro-. Son fuerzas contra las que no puedes luchar, Beck.

Tomo un largo trago. Yo estaba inmovil.

– Quiero que te traslades a aquella noche y te pongas en nuestro lugar -continuo al tiempo que se acercaba un poco mas a mi como tratando de involucrarme-. Dos hombres yacen muertos en aquella carretera polvorienta. Enviados por uno de los hombres mas poderosos del mundo para matarte. Un hombre que no tiene ningun escrupulo en cargarse a un inocente con tal de poder eliminarte. ?Que puedes hacer? Supon que hubieramos decidido acudir a la policia. ?Que habriamos contado? Un hombre como Scope no deja rastro tras de si y, aunque hubiera dejado alguno, tiene a mas policias y jueces en el bolsillo que cabellos tengo yo en la cabeza. Nos habrian matado. Te lo estoy preguntando, Beck. Estas alli, hay dos hombres muertos en el suelo, sabes que la cosa no terminara ahi. ?Que haces?

Me tome la pregunta como pura retorica.

– O sea que se lo expuse todo a Elizabeth igual que te lo expongo a ti ahora. Le dije que Scope nos quitaria de en medio con tal de llegar hasta ella. Si ella desaparecia, si por ejemplo se escondia, entonces el nos torturaria a nosotros hasta que se la entregasemos. O se lanzaria contra mi mujer. O contra tu hermana. Haria lo que fuera con tal de asegurarse de que se habia localizado a Elizabeth y de que la habian matado. -Se me acerco un poco mas-. ?Te das cuenta ahora? ?Ves que solo hay una respuesta?

Asenti porque de pronto todo me parecio transparente.

– Claro, tenias que conseguir que pensaran que Elizabeth estaba muerta.

Sonrio, pero a mi alrededor aparecieron nuevas lagunas.

– Yo tenia un dinerillo ahorrado. Y mi hermano tenia mas. Tambien teniamos contactos. Elizabeth se escondio. La sacamos del pais. Se corto el pelo, aprendio a disfrazarse, aunque en esto probablemente nos excedimos. En realidad, no la buscaba nadie. En esos ultimos ocho anos ha rondado de aqui para alla a traves de paises del tercer mundo, trabajando para la Cruz Roja, para UNICEF o para cualquier organizacion con la que pudiera enrolarse.

Segui a la espera. Quedaban todavia muchas cosas que no me habia aclarado, pero no me movi del sitio. Deje que las consecuencias de aquello fueran penetrandome y me llegasen al fondo. Elizabeth. Estaba viva. Habia estado viva aquellos ocho anos. Respiraba, vivia, trabajaba… Eran demasiadas cosas, uno de aquellos incomprensibles problemas matematicos que obligan al ordenador a callar.

– Seguro que te estas preguntando por el cadaver del deposito.

Me permiti asentir con la cabeza.

– Esto fue muy sencillo. Disponemos siempre de cadaveres de mujeres que nadie reclama. Permanecen almacenados en el departamento de patologia hasta que llega un dia en que alguien se harta de verlos. Entonces los trasladamos a un cementerio de pobres de la isla de Roosevelt. Asi es que no tuve mas que esperar a que apareciera una nueva desconocida caucasica con rasgos similares a los de Elizabeth. Tardo mas de lo que habia supuesto. Una chica cosida a navajazos, probablemente por su chulo aunque, naturalmente, no podia asegurarse. Tampoco podiamos dejar abierto el asesinato de Elizabeth. Necesitabamos una cabeza de turco, Beck. Asi quedaria cerrado el asunto. Escogimos a KillRoy. Era cosa sabida que KillRoy marcaba las caras de sus victimas con la letra K. Asi pues, marcamos el cadaver. El unico problema que quedaba pendiente era el de la identificacion. Barajamos la idea de quemarlo, pero esto habria significado pruebas dentarias y otras cosas por el estilo. O sea que corrimos el riesgo. El cabello cuadraba. El color de la piel y la edad eran mas o menos los mismos. Trasladamos el cadaver a un pueblo con un modesto laboratorio forense. Nosotros mismos nos encargamos de hacer la llamada anonima a la policia. Nos aseguramos de llegar al despacho del forense a la misma hora que el cadaver. Lo unico que quedaba era la comedia de las lagrimas en el momento de la identificacion. Asi se identifican la gran mayoria de victimas de un asesinato. El encargado es un miembro de la familia. Asi pues, la identifique yo y Ken corroboro la identificacion. ?Quien podia ponerla en duda? ?Por que iban a mentir el padre y el tio de la victima?

– Corriste un riesgo muy grande -dije.

– ?Que alternativa nos quedaba?

– Seguramente habia otras posibilidades.

Se acerco mas. Le oli el aliento. Debajo de los ojos le colgaban los pliegues de las ojeras.

– Te lo repito, Beck, situate en aquel camino polvoriento delante de los dos cadaveres… ?Cono, tu ahora estas aqui sentadito y ves las cosas en perspectiva! Anda, dimelo: ?que podiamos hacer?

Pero yo no tenia respuesta.

– Habia otros problemas ademas -anadio Hoyt, recostandose ligeramente en el respaldo-. No podiamos estar totalmente seguros de que la gente de Scope se tragaria todo aquel montaje. Por suerte para nosotros, se habia planeado que los dos granujas abandonasen el pais despues de cometido el asesinato. Encontramos en su ropa unos pasajes para Buenos Aires. Eran unos facinerosos de mucho cuidado. Todo ayudaba. La gente de Scope se lo trago, pero nos tenian vigilados, no tanto porque pensasen que ella seguia viva sino porque les preocupaba que nos hubiera podido pasar material comprometedor.

– ?Que clase de material comprometedor?

Paso la pregunta por alto.

– Tu casa, tu telefono, probablemente tu consultorio. Seguro que durante todos estos anos te han puesto escuchas y vigilancias por todas partes. Y en lo que a mi respecta, lo mismo.

Ahora se explicaba el porque de tanta cautela en los mensajes que yo habia recibido. Pasee los ojos por la habitacion.

– Ayer inspeccione toda la casa -dijo-. Esta limpia.

Cuando callo uno momento, me arriesgue a hacerle una pregunta:

– ?Por que Elizabeth ha decidido volver de pronto?

– Porque es estupida -dijo y percibi indignacion por vez primera en su voz. Le di un tiempo para que se calmase. Se calmo y la repentina rubicundez de su rostro fue atenuandose paulatinamente-. Enterramos los dos cadaveres -dijo con voz tranquila.

– ?Que ha pasado con ellos?

– Elizabeth se enteraba de las noticias por Internet. Cuando supo que los habian descubierto, se figuro, al igual que yo, que los Scope sabrian la verdad.

– ?Que ella seguia viva?

– Si.

– Pero si se encontraba al otro lado del mar, dificilmente habrian podido encontrarla.

– Eso le dije yo. Pero ella me respondio que nada les detendria. Se lanzarian contra mi. O contra su madre. O contra ti. Pero… -y volvio a callar, bajo la cabeza-. No se hasta que punto es importante todo este asunto.

– ?Que quieres decir?

– A veces pienso que ella tenia ganas de que ocurriera. -Movio el vaso, hizo sonar el hielo-. Ella tenia ganas de volver a tu lado, David. Me parece que los cadaveres solo fueron una excusa.

Espere de nuevo. Entretanto bebio un poco mas. Se levanto para atisbar de nuevo por la ventana.

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