Glenn Branson tenia un poder de observacion impresionante. Si decia que habia visto a la arqueologa forense, era casi seguro que no se equivocaba. Grace subio al autobus, con el telefono pegado a la oreja. Era curioso que Glenn la hubiera visto conduciendo por su calle, pero no era nada del otro mundo.
– Tal vez sus hijos vayan al colegio por esta zona.
– Lo dudo. Vive en Burgess Hill. Tal vez fuera a dejarte algo.
– No tiene sentido.
– Quiza le ha pasado algo y queria verte.
– ?A que hora te has ido?
– Sobre las siete menos cuarto.
– A esa hora de la manana no pasas por casa de nadie para charlar. Si es urgente, llamas por telefono.
– Si. Eso es lo que se hace.
Grace le dijo que esperaba llegar al despacho a tiempo para la reunion, pero cuando subio a su coche decidio que, siempre que el trafico de hora punta no fuera muy denso, primero pasaria por casa. Le inquietaba algo que no podia acabar de precisar.
112
Octubre de 2007
A las ocho de la manana, cuando por fin sono su telefono, Abby ya llevaba dos horas largas levantada, vestida y preparada. No habia podido dormir bien en toda la noche y se habia quedado tumbada en la cama dura, con su almohada diminuta, escuchando el trafico del paseo maritimo, el quejido ocasional de las sirenas, los gritos de los gamberros borrachos y las puertas de los coches cerrandose.
Estaba preocupadisima por su madre. ?Podria aguantar otra noche sin su medicacion? ?La angustia y los espasmos podrian provocar un infarto o una apoplejia? Maldita sea, se sentia tan impotente… Y sabia que ese maton jugaria con eso. Contaria con ello.
Pero tambien era muy consciente de que Ricky habia visto las artimanas de que ella era capaz, por el tiempo que habian pasado juntos en Melbourne y ahora por los acontecimientos de los ultimos dias. No iba a ser facil. No iba a confiar en ella ni un apice.
?Donde le diria que quedaran? ?En un aparcamiento de varias plantas? ?En un parque de la ciudad? ?En el puerto de Shoreham? Intento pensar donde citaban a la gente en las peliculas para entregar a la victima de un secuestro. A veces la tiraban de coches en marcha; o la dejaban en un coche abandonado en alguna parte.
Todas y cada una de sus especulaciones toparon con obstaculos. No sabia nada, no podia predecir nada. Pero algo que habia decidido, y que era total y absolutamente no negociable, era que querria una prueba evidente, ver con sus propios ojos que su madre estaba viva antes de hacer nada.
?Podia confiar en la policia? ?Que ocurriria si Ricky la veia y le entraba el panico?
Por el contrario, debia plantearse hasta que punto podia confiar en que le devolviera a su madre. Si es que aun estaba viva. Ricky habia demostrado ser un mierda insensible por llevarse a una anciana y hacerla pasar por aquel tormento.
En la pantalla aparecio el habitual «Numero privado».
Pulso la tecla para contestar.
113
Octubre de 2007
Grace observaba con incredulidad mientras recorria su calle justo pocos minutos despues de las ocho de la manana. Tambien reconocio el peculiar Fiat plateado alargado que estaba estacionado delante de su casa. Pero fue el vehiculo en el camino de entrada el que mas le asombro. Era una de las furgonetas blancas del Departamento de apoyo cientifico de la policia de Sussex.
Tambien en la calle, detras del coche de Joan Major, habia un Ford Mondeo marron. Por la matricula supo que era uno de los coches del Departamento de Investigacion Criminal. ?Que diablos estaba pasando?
Grace se detuvo, se bajo del coche y entro corriendo en la casa. Estaba en silencio.
– ?Hola? ?Hay alguien ahi? -grito.
Ninguna respuesta.
Fue a la cocina a comprobar que el alimentador automatico fijado a la pecera de Marlon funcionaba. Entonces, por la ventana, miro el jardin trasero.
La imagen que vieron sus ojos resultaba imposible de creer.
Joan Major y dos agentes del SOCO que conocia trabajaban en su cesped. La arqueologa forense, en el centro, sujetaba un aparato electrico de un metro y medio de altura con forma de remo, colgado del hombro por un asa, y con una especie de pantalla en el centro. El agente del SOCO que tenia a su derecha miraba fijamente la pantalla, mientras que el de la izquierda anotaba algo en una libreta grande.
Anonadado, Grace abrio la puerta trasera y salio corriendo.
– ?Eh! ?Disculpad! Joan, ?que demonios estas haciendo?
Joan Major se puso roja de verguenza.
– Oh, buenos dias, Roy. Mmmm… Suponia que sabias que estabamos aqui.
– No tenia ni idea. ?Quieres ponerme al corriente? ?Que es eso? -Senalo el aparato con la cabeza-. ?Que diablos esta pasando?
– Un RDS -contesto ella.
– ?Un RDS?
– Un Radar de Deteccion Subterranea.
– ?Que haces con el?
Joan aun se puso mas roja. Entonces, como producto de una pesadilla, Grace vio por el rabillo del ojo a uno de los pocos policias del Departamento de Investigacion Criminal que le caian realmente mal. En general, por la experiencia que habia vivido, la mayoria de los agentes se llevaban razonablemente bien. Solo de vez en cuando habia topado con alguno cuya actitud le irritara de verdad, y entrando por la verja de su jardin, en este preciso momento, aparecio un joven agente al que no podia soportar. Se llamaba Alfonso Zafferone.
Era un hombre arrogante y hurano de casi treinta anos, de belleza latina y pelo brillante y despeinado, e iba pulcramente vestido con una elegante gabardina beis encima de un traje color habano. Aunque era un detective perspicaz, Zafferone tenia un problema de actitud grave y Grace habia escrito un informe mordaz sobre el despues de la ultima vez que trabajaron juntos.
Ahora Zafferone estaba cruzando a grandes zancadas el cesped, mascando chicle y con una clase de papel en la mano que Grace conocia demasiado bien.
– Buenos dias, senor comisario. Me alegro de volver a verle. -Zafferone le ofrecio una sonrisa melosa.
– ?Quieres decirme que esta ocurriendo aqui?
El joven agente levanto el documento firmado.
– Es una orden de registro -dijo Zafferone.
– ?Para mi jardin?
– Y tambien para la casa. -Dudo un momento y luego anadio a reganadientes-: Senor.
Ahora Grace estaba practicamente fuera de sus casillas. Aquello no estaba pasando. Era imposible. Imposible del todo.
– ?Es una broma? ?Quien cono es el responsable?
Zafferone sonrio, como si tambien estuviera al tanto de aquello y disfrutara de su momento de poder, y dijo: -El comisario Pewe.