preparado una reunion con el patologo.

– Suena bien -dijo Potting-. Pero quiero empezar por Chad Skeggs.

– Ahora hablaremos de eso -dijo Burg.

– ?Os gusta el vino tinto, chicos? -dijo George Fletcher-. ?El syrah australiano? Es viernes, asi que Troy y yo hemos pensado llevaros a almorzar a un sitio que nos gusta.

En estos momentos, Nick Nicholl se moria por un cafe solo, no por beber alcohol.

– Ya lo creo -dijo Potting.

– George conoce bien el syrah australiano -dijo Troy Burg.

– ?Tambien vamos a verte el fin de semana, Troy? -pregunto Potting.

– El domingo -dijo George-. Manana Troy esta ocupado.

– El domingo os llevare al rio -dijo Troy-. Os ensenare donde encontramos el coche.

– ?No podriamos hacer todo eso manana? -pregunto Nicholl, preocupado por no perder ni un segundo de su preciado tiempo.

– La mayoria de los sabados esta ocupado -dijo George Fletcher-. Cuentales que haces los sabados, Troy.

Al cabo de unos momentos, un poco sonrojado, el sargento australiano contesto.

– Toco el banjo en bodas.

– ?Es broma? -dijo Norman Potting.

– Esta muy demandado -dijo George Fletcher.

– Es mi forma de desconectar.

– ?Que tocas? -dijo Norman Potting-. ?Duelo de banjos? ?Has visto esa peli, Defensa?

– Aja, la he visto, si.

– ?Cuando esos paletos atan al chico al arbol y le dan por el culo? ?Con la musica de banjo de fondo?

Burg asintio.

– Eso es lo que deberian tocar en las bodas, no la marcha nupcial -dijo Potting-. Cuando un hombre se casa eso es lo que le pasa al pobre capullo. Su mujer lo ata a un arbol y le da por el culo.

George Fletcher se rio cordialmente.

– ?Sabes en que se parecen las mujeres a la dentadura? -pregunto Potting, que estaba en racha.

Fletcher dijo que no con la cabeza.

– Creo que me lo se -murmuro Burg.

– En que si les das pasta y las cepillas todos los dias, te duran toda la vida.

Nick Nicholl miro por la ventana abatido. Ya habia oido el chiste en el avion, dos veces. Mas adelante vio una hilera de bloques de pisos bajos. Estaban recorriendo una calle de tiendas de una planta. Un tranvia blanco cruzo delante de ellos. Un rato despues, atravesaron el rio Yarra y pasaron por delante de un edificio geometrico en una plaza ancha que parecia un centro de arte. Ahora se adentraban en una zona del centro muy concurrida.

Troy Burg giro a la izquierda y entro en una calle estrecha y sombreada y aparco delante de una tienda que se anunciaba como licoreria. Mientras Nick Nicholl se bajaba del coche, vio que el comercio tenia una ventana en saliente y una fachada de estilo Regencia que parecia una imitacion de las tiendas de antiguedades de los Lanes de Brighton. El escaparate estaba lleno de expositores de sellos y monedas raros. Encima, en letras doradas antiguas decia: Chad Skeggs, comerciantes internacionales y subastadores de monedas y sellos.

Entraron y pito un timbre. Detras de un mostrador de cristal, donde habia expuestos mas sellos y monedas, habia un joven delgaducho y moreno de unos treinta y pocos anos con el pelo de punta rubio decolorado y un pendiente de oro grande. Vestia una camiseta con una tabla de surf y vaqueros descoloridos y los saludo como si fueran viejos amigos a los que hacia tiempo que no veia.

George Fletcher le mostro su placa.

– ?Esta el senor Skeggs?

– No, colega, esta en viaje de negocios.

Norman Potting le enseno una fotografia de Ronnie Wilson y observo los ojos del hombre. Nunca le habia cogido el tranquillo a la tecnica de Roy Grace para detectar a un mentiroso, pero de todos modos creia que se le daba bastante bien intuirlo por si mismo.

– ?Ha visto alguna vez a este hombre? -pregunto.

– No, colega. -Entonces el australiano se toco la nariz, un gesto que lo delato al instante.

– Eche otro vistazo. -Potting le mostro dos fotografias mas.

El chico aun parecio mas incomodo.

– No. -Se toco la nariz otra vez.

– Creo que si -dijo Potting, insistiendo.

George Fletcher intervino y le dijo al dependiente:

– ?Como se llama?

– Skelter -contesto-. Barry Skelter. -Lo pronuncio como si fuera una pregunta.

– De acuerdo, Barry -dijo George Fletcher. Senalo a Potting y a Nicholl-. Estos caballeros son inspectores de Inglaterra que han venido a ayudar a la policia de Victoria en una investigacion de asesinato. ?Lo entiendes?

– ?Una investigacion de asesinato? Bien, de acuerdo.

– Ocultar informacion en una investigacion de asesinato es un delito, Barry. Si quieres conocer el termino legal tecnico, se llama «obstaculizacion de la justicia». En una investigacion de asesinato, eso supone una condena minima de cinco anos de carcel. Pero si el juez no estuviera satisfecho, podrian caerte de diez a catorce anos. Solo quiero asegurarme de que te queda claro. ?Te queda claro?

La cara de Skelter cambio de color de repente. -?Puedo ver esas fotos otra vez? -solicito.

Potting volvio a mostrarselas.

– En realidad, ?saben?, no puedo jurarlo, pero ahora que lo pienso, se parece a uno de los clientes del senor Skeggs.

– ?El nombre de David Nelson le ayudaria a pensar con mayor claridad? -pregunto Potting.

– ?David Nelson? Oh, si. ?David Nelson! Por supuesto. Quiero decir, esta un poco cambiado desde que se tomaron estas fotos, veran, por eso no le he reconocido de inmediato. ?Me entienden?

– Le entendemos perfectamente -dijo Potting-. Ahora pasemos a ver la agenda de direcciones de sus clientes, ?quiere?

Despues, cuando salieron, Norman Potting se volvio hacia George Fletcher.

– Ha sido genial, George -dijo-. De diez a catorce anos. ?Es cierto?

– Yo que se, joder -dijo-. Me lo he inventado. Pero ha funcionado, ?no?

Por primera vez desde que habia puesto los pies en Australia, Nick Nicholl sonrio.

110

Octubre de 2007

El paisaje cambio deprisa. Delante de ellos, Nicholl vio el brillo tremulo del oceano. La calle ancha por la que bajaban tenia un aire de centro turistico, con edificios bajos blanqueados a cada lado. Le recordo a algunas calles de la Costa del Sol, en Espana, que era hasta donde se extendian los limites de sus horizontes antes de aquel viaje.

– Port Melbourne -dijo George Fletcher-. El rio Yarra desemboca aqui, en la Bahia Hobson. Muchas propiedades caras por aqui. Una comunidad joven y adinerada. Banqueros, abogados, gente de la tele, etcetera. Compran pisos bonitos con vistas a la bahia antes de casarse y luego se trasladan a una casa un poco mayor en las afueras.

– Como tu -dijo Troy para tomarle el pelo a su companero.

– Como yo. Excepto que, para empezar, yo ya no podria permitirme vivir aqui.

Aparcaron delante de otra licoreria, luego subieron hasta la entrada distinguida de un pequeno bloque de pisos y George llamo al timbre del conserje.

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