Aterrizo con un golpazo que lo dejo sin aliento y le sacudio todos los huesos del cuerpo, y con una fuerza que le hizo rodar varias veces, con impotencia, como si hubiera salido disparado de una atraccion de feria. Luego, por fin, aterrizo con la cara en la hierba mojada, con la boca aplastada en el barro.
Por un instante, no tuvo la seguridad de si estaba vivo o muerto. Le estallaron los oidos. Hubo un momento de silencio. El viento aullaba. Entonces oyo un grito horrible, pero no tenia ni idea de donde provenia.
Se puso en pie con dificultad y se cayo de inmediato. Era como si alguien hubiera cogido el suelo y le hubiera dado la vuelta. Volvio a levantarse, balanceandose atolondrado, examinando la escena. El capo del Honda, inclinado de un modo extrano, estaba incrustado en la parte trasera destrozada de la camioneta de los helados. El conductor del Honda parecia aturdido y empujaba la puerta mientras dos policias con chalecos antipunaladas tiraban de ella. De debajo de la furgoneta, salia humo. Varios agentes mas corrian hacia el lugar.
Entonces volvio a oir el chillido.
?Donde estaba su coche?
Y, de repente, le invadio un terror terrible y escalofriante.
«?No! ?Oh, Dios mio, no!»
Volvio a oir el chillido.
Y otra vez mas.
Venia de debajo de la cima del acantilado.
Se tambaleo hacia el borde y, luego, deprisa, retrocedio un paso. Habia sufrido vertigo toda la vida y el mero desnivel hasta el mar era mas de lo que podia soportar mirar.
– ?Socooooooooorrooo!
Se puso a cuatro patas y comenzo a avanzar lentamente, consciente del dolor que sentia en el cuerpo. Hizo caso omiso y llego al borde, donde se encontro mirando a la parte de abajo de su coche, que estaba atrapado en varios arboles pequenos, el morro en el acantilado y la parte de atras hacia fuera, balanceandose como un trampolin. Dos ruedas estaban girando.
La primera parte del desnivel era una pendiente corta y pronunciada llena de arboles. Acababa en un borde cubierto de hierba, unos seis metros mas abajo, y luego caia unos cien metros, hacia las rocas y el agua. A Grace le dio mucha impresion y retrocedio hasta donde se sentia mas seguro. Entonces volvio a oir el grito.
– ?Socorro! ?Dios mio, socorro! ?Ayudadme, por favor!
Era Cassian Pewe, comprendio. Pero no le veia.
Enfrentandose a su miedo, camino despacio otra vez hacia el borde, miro abajo y grito:
– ?Cassian? ?Donde estas?
– Ayudame. Por favor, ayudame. Ayudame, Roy, por favor.
Grace miro hacia atras desesperado, pero todos los demas parecian ocupados con la furgoneta y el Honda, que parecia a punto de arder.
Volvio a mirar abajo.
– ?Ya voy! Por el amor de Dios, ya voy.
El terror que tenia la voz del hombre le impulso a actuar. Respirando hondo, se inclino, agarro una rama y la evaluo, esperando que resistiera. Luego se balanceo por encima del borde. Al instante, sus zapatos de piel resbalaron en la hierba mojada, el brazo con el que se agarraba a la rama se le desencajo y sintio un dolor atroz. Y en ese momento se dio cuenta de que lo unico que impedia que se deslizara por aquel desnivel pronunciado hasta el borde del acantilado, y cayera en el olvido, era esta unica rama a la que se aferraba con la mano derecha.
Y ahora comenzaba a ceder. Notaba como se desprendia.
Estaba verdaderamente aterrado.
– ?Ayudame, por favor! ?Me estoy cayendo! -volvio a gritar Pewe.
Presa del panico, Roy encontro deprisa otra rama y, luego, agarrandose a ella mientras el viento lo zarandeaba, como si intentara tirarle por el acantilado, bajo un poco mas.
«No mires abajo», se dijo.
Se golpeo el dedo del pie con la ladera y encontro un pequeno lugar resbaladizo donde apoyarse. Luego encontro otra rama. Ahora estaba junto al chasis sucio y parcialmente hundido de su coche. Las ruedas habian dejado de girar y el vehiculo se columpiaba como un balancin.
– Cassian, ?donde demonios estas? -grito, intentando no mirar mas alla del coche.
El viento se llevo al instante sus palabras.
La voz de Pewe quedaba amortiguada por el terror.
– Debajo. Te veo. ?Date prisa, por favor!
De repente, horrorizado, Roy vio que la rama a la que se agarraba cedia. Por un momento terrible, penso que iba a caer. Busco otra a toda prisa y la cogio, pero se partio. Estaba cayendo, deslizandose al lado del coche. Deslizandose hacia el borde de hierba y el vacio. Asio otra rama, llena de hojas afiladas, que le resbalo por la palma de la mano y se la quemo, pero era joven, mullida y fuerte. Aguanto, pero casi se le solto el brazo. Entonces encontro otra rama con la mano izquierda y se aferro a ella desesperadamente. Aliviado, comprobo que era mas robusta.
Oyo gritar a Pewe otra vez.
Vio una sombra enorme encima de el. Era su coche. Colgado a seis metros sobre su cabeza, como una plataforma, meciendose peligrosamente. Pewe estaba suspendido boca abajo de la puerta del copiloto, los pies enrollados en el cinturon de seguridad, que era lo unico que impedia que se despenara.
Grace miro abajo y al instante deseo no haberlo hecho. Estaba justo en el borde del acantilado. Miro un momento el agua que se estrellaba contra las rocas. Noto la gran fuerza de la gravedad en los brazos y el viento feroz e incesante que lo azotaba. Un resbalon. Solo un resbalon.
Jadeando, aterrado, comenzo a dar puntapies en el terreno para tener donde apoyarse. De repente, la rama que sujetaba con la mano derecha se movio un poco. Dio otra patada mas fuerte a la tierra de caliza mojada y al cabo de unos momentos habia hecho un espacio lo bastante grande como para meter el pie y auparse.
Pewe volvio a gritar.
Intentaria ayudarle enseguida, pero primero debia intentar salvarse el. Muerto no iba a servir de ayuda a ninguno de los dos.
– ?Roooooy!
Dio patadas con el pie izquierdo, para cavar otro agujero. Al cabo de un rato, con los dos pies bien asentados, se sintio un poco mejor, aunque no del todo seguro.
– ?Me estoy cayendo, Rooooy! Dios mio, sacame de aqui. Por favor, no me dejes caer. No me dejes morir.
Roy estiro el cuello, tomandose su tiempo para cada movimiento, hasta que vio la cara de Pewe a unos tres metros encima de el.
– ?Manten la calma! -grito-. Intenta no moverte.
Oyo un crujido fuerte cuando una rama cedio. Miro deprisa arriba y vio que el coche se balanceaba. Descendio varios centimetros, meciendose mas peligrosamente aun. Mierda. El puto coche iba a aplastarle.
Con cuidado, centimetro a centimetro, saco su radio, aterrado por si se le caia, y llamo para pedir ayuda. Le aseguraron que ya estaba en camino, que ya estaba organizandose un helicoptero de rescate.
«Dios mio. Tardara una eternidad en llegar.»
– ?Por favor, no me dejes morir! -sollozo Pewe.
Miro hacia arriba, examinando el cinturon con cuidado y tan bien como pudo. Parecia bien enrollado en el pie de su companero. El viento mantenia abierta la puerta abollada. Luego miro como se mecia el coche. Demasiado. Las ramas comenzaban a ceder, crujian, se rompian. Era un sonido terrible. ?Cuanto tiempo iban a aguantar? Cuando cedieran, el coche se deslizaria boca abajo por la pendiente, tan pronunciada como una rampa de saltos de esqui, y caeria al vacio por el acantilado.
Pewe empeoraba las cosas al doblar el cuerpo cada rato, intentando levantarse, pero era imposible que pudiera conseguirlo.
– Cassian, deja de retorcerte -grito Grace, con la voz casi ronca-. Trata de quedarte quieto. Necesito ayuda para auparte. No me atrevo a hacerlo solo. No quiero arriesgarme a que el coche se desplace.
– ?Por favor, no me dejes morir, Roy! -dijo Pewe llorando, retorciendose como un pez en un anzuelo.
Hubo otra rafaga feroz. Grace se agarro a las ramas con fuerza, el viento llenaba su chaqueta, tirando de ella como de una vela, dificultandole todavia mas las cosas. Durante varios momentos, hasta que el viento amaino, no se atrevio a mover ni un musculo.