Absolutamente horrorizado y petrificado, Ronnie se percato de que era el motor del avion.

De que era la Torre Sur.

El despacho de Donald Hatcook estaba alli. En la planta 87. Intento contar los pisos.

Dos aviones.

El despacho de Donald. Por sus calculos rapidos, el despacho de Donald se encontraba justo donde se habia producido el impacto.

«?Que diablos esta pasando? Dios mio, ?que diablos ocurre?»

Contemplo el motor en llamas. Notaba el calor. Vio a los policias alejandose de su coche.

El cerebro de Ronnie le decia que no iba a celebrarse ninguna reunion, pero intento no hacerle caso. Su cerebro se equivocaba, sus ojos se equivocaban; conseguiria sacar adelante esa reunion, como fuera. Tenia que seguir avanzando. Avanzando. «Puedes celebrar la reunion. Todavia puedes celebrar la reunion. ??Necesitas esa puta reunion!!»

Y otra parte de su cerebro le decia que si bien un avion chocando contra las Torres Gemelas era un accidente, dos era algo distinto. Dos no auguraban nada bueno.

Propulsado por una desesperacion absoluta, agarro el asa de la maleta y camino con determinacion.

Segundos despues oyo un ruido apagado, como si cayera un saco de patatas. Noto una bofetada humeda en la cara. Entonces vio algo blanco y destrozado que rodaba por el suelo hacia el y se detenia a unos centimetros de sus pies: era un brazo humano. Algo mojado se deslizaba por su mejilla. Deprisa, se llevo la mano a la cara y sus dedos tocaron algo liquido. Los miro y vio que estaban manchados de sangre.

Se le revolvio el estomago como cemento humedo en una hormigonera. Se dio la vuelta y vomito el desayuno alli mismo, casi ajeno a otro ruido que se oia a unos pasos de alli. Las sirenas gemian, eran sirenas que salian de las profundidades del infierno. Sirenas en cada rincon, por todas partes. Luego otro ruido, otra salpicadura en la cara y las manos.

Miro hacia arriba. Llamas y humo y figuras del tamano de hormigas y vidrios y un hombre, en mangas de camisa y pantalones, dando vueltas en el aire en caida libre. Perdio un zapato, que giro y giro. Se centro en el, rodando una y otra vez, una y otra vez. Personas del tamano de soldados de juguete y escombros, indistinguibles los unos de los otros al principio, caian del cielo.

Ronnie se quedo quieto mirando. Le vino a la mente una coleccion de sellos de correos que habia cambiado un dia que conmemoraba la representacion de la muerte y el infierno del pintor holandes El Bosco. Es lo que era esto: el infierno.

Ahora, el aire asfixiante y fetido estaba lleno de ruidos: gritos, sirenas, lloros, el batir de las palas de un helicoptero en el cielo. Policias y bomberos corrian hacia los edificios. Un coche de bomberos con las palabras Escalera 12 se detuvo delante de el obstruyendole la vista. Lo rodeo por la parte de atras mientras los bomberos, protegidos con cascos, salian corriendo.

Hubo otro ruido sordo. Ronnie vio a un hombre rollizo con traje que aterrizaba sobre su espalda y explotaba.

Volvio a vomitar, balanceandose atolondradamente, luego cayo sobre una rodilla, tapandose la cara con las manos, y se quedo alli unos momentos, temblando. Cerro los ojos, como si asi fuera a desaparecer todo aquello. Entonces se dio la vuelta de repente, presa del panico, por si alguien le habia robado el trolley y el maletin. Pero ahi estaban, justo detras de el: su elegante maletin Louis Vuitton de imitacion. Nadie iba a preocuparse en estos momentos por quien diablos lo habia fabricado, o de si era autentico o falso.

Al cabo de unos minutos, Ronnie se recupero y se levanto. Escupio varias veces intentando quitarse el sabor a vomito de la boca. Entonces sintio que un destello de ira se transformaba en unos segundos en una colera violenta. «?Por que hoy? ?Por que no otro dia, joder? ?Por que ha tenido que pasar todo esto hoy?»

Vio un rio de gente que salia de la Torre Norte, algunas personas cubiertas de polvo blanco, otras sangrando, caminando despacio, como en trance. Entonces oyo un nino-nino-nino distante de otro coche de bomberos. Luego otro, y otro mas. Alguien delante de el sujetaba una camara de video.

«Las noticias -penso-. La television.» La estupida de Lorraine estaria alarmada si veia aquello. Se alarmaba por todo. Si habia un choque en cadena en una autopista le llamaba al instante para asegurarse de que estaba bien, incluso cuando tendria que saber, solo si hubiera pensado un poco, que era imposible que estuviera a ciento cincuenta kilometros del accidente.

Saco el movil del bolsillo y marco su numero. Recibio un pitido agudo, luego aparecio un mensaje en la pantalla: Red OCUPADA.

Volvio a intentarlo, dos veces mas, luego se guardo el telefono en el bolsillo.

Un poco mas tarde comprenderia, al reflexionar sobre ello, la suerte que habia tenido de que esa llamada no se cursara.

16

Octubre de 2007

«?Tendrias que iluminarte, joder!» En la oscuridad total, negra como el carbon, Abby se acerco el reloj a la cara hasta que noto el acero frio y el cristal en su nariz; aun asi, no vio un pijo.

«?Pague por un reloj con luz, maldita sea!»

Acurrucada en el suelo duro, tenia la sensacion de haber dormido, pero no sabia cuanto rato. ?Era de dia o de noche?

Notaba los musculos como agarrotados y tenia el brazo dormido. Lo agito en el aire, intentando que volviera a circular la sangre. Era como un peso plomo. Se arrastro unos centimetros y volvio a agitarlo, luego se estremecio de dolor al chocar contra un lado del ascensor con un ruido apagado.

– ?Hola! -dijo con voz ronca.

Volvio a dar golpes, luego otra vez y otra.

Noto que el ascensor se balanceaba con sus esfuerzos.

Dio otro golpe. Otro. Otro.

Le volvieron a entrar ganas de mear. Ya habia llenado una bota. El hedor a orina estancada era cada vez mas intenso. Tenia la boca seca. Cerro los ojos, luego volvio a abrirlos, se acerco el reloj hasta que noto el frio en la nariz. Pero seguia sin poder ver la hora.

Retorciendose por un panico repentino, se pregunto si se habria quedado ciega.

?Que hora era, joder? La ultima vez que habia mirado, antes de que se apagaran las luces, eran las 3.08 de la madrugada. En algun momento despues, habia meado en la bota. O al menos hizo lo que pudo a oscuras.

Se habia sentido mejor y habia podido pensar con claridad, pero ahora las ganas de mear volvian a embotar sus pensamientos. Intento alejar de su mente aquella urgencia. Hacia algunos anos habia visto un documental en television sobre personas que habian sobrevivido a desastres. Una mujer joven de su misma edad habia sido una de las pocas supervivientes de un accidente de un avion que tuvo que realizar un aterrizaje de emergencia y se incendio. La mujer creia haber sobrevivido porque mantuvo la calma cuando el resto de la gente se dejo llevar por el panico, penso con logica e imagino a pesar del humo y la oscuridad donde se encontraba la salida.

Todos los demas supervivientes repitieron la misma idea: mantener la calma, pensar con claridad. Era lo que habia que hacer.

Pero del dicho al hecho…

Los aviones tenian salidas de emergencia, y azafatas con expresion de mujeres perfectas que senalaban las salidas y sostenian los chalecos salvavidas naranjas y tiraban de las mascaras de oxigeno, como si en todos los vuelos se dirigieran a una convencion de sordomudos con retraso mental. Ahora que Inglaterra se habia convertido en un maldito estado paternalista, ?por que no se habia aprobado una ley que garantizara una azafata en todos los ascensores? ?Por que no habia una rubia estupida que te entregara una tarjeta plastificada donde estuvieran senalizadas las puertas? ?Que te diera una chaleco salvavidas naranja por si el ascensor se inundaba cuando estabas dentro? ?Que te colocara una mascara de oxigeno en la cara?

De repente, escucho dos pitidos agudos.

?Su telefono!

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