– Hola, Roy -dijo Pewe. Incluso en la distancia telefonica, Grace tuvo la impresion de que la cara petulante de nino guapo de Pewe estaba pegada claustrofobicamente a la suya-. Alison Vosper me ha sugerido que te llamara, para ver si necesitabas que te echara una mano.

– Bueno, eres muy amable, Cassian -contesto Grace- Pero en realidad no, el cadaver esta intacto… Tengo sus dos manos aqui.

Hubo un silencio. Pewe emitio un sonido parecido a cuando un hombre orina en una valla electrificada, una especie de carcajada forzada.

– Vaya, muy gracioso, Roy -dijo con condescendencia. Luego, despues de un silencio extrano, anadio-: ?Tienes todos los miembros del SOCO y agentes de registros que necesitas?

Grace noto que se tensaba. De algun modo logro contenerse y no decirle al hombre que se buscara otra cosa que hacer este sabado.

– Gracias -contesto.

– Bien. Alison se alegrara. Se lo dire.

– Bueno, ya se lo dire yo -dijo Grace-. Si necesito tu ayuda se la pedire a ella, pero de momento nos las apanamos perfectamente. Ademas, creia que no empezabas a trabajar hasta el lunes.

– Si, por supuesto, Roy, correcto. Alison pensaba que ayudarte durante el fin de semana podria ser una buena forma de aclimatarme.

– Aprecio su preocupacion -logro decir Grace antes de colgar. Le hervia la sangre.

– ?El comisario Pewe? -le pregunto Potting con las cejas levantadas.

– ?Le conoces?

– Si, le conozco. Conozco a los de su calana. Dale suficiente cuerda a un capullo presuntuoso y se ahorcara. Nunca falla.

– ?Tienes alguna cuerda por ahi? -le pregunto Grace.

18

11 de septiembre de 2001

Ronnie Wilson habia perdido totalmente la nocion del tiempo. Estaba inmovil, paralizado, sujetando el asa de su maleta como si fuera una muleta y contemplando como se desarrollaba ante sus ojos algo que no podia comprender.

Del cielo caian cosas sobre la plaza y las calles de los alrededores. Llovian del cielo un aguacero interminable de escombros, separadores de despachos, mesas, sillas, cristales, cuadros, marcos de fotos, sofas, pantallas de ordenador, teclados, archivadores, papeleras, retretes, lavabos, confeti blanco de hojas DIN-A4. Y cuerpos. Caian cuerpos. Hombres y mujeres que estaban vivos en el aire y luego explotaban y se desintegraban al aterrizar contra el suelo. Queria darse la vuelta, gritar, correr, pero era como si un dedo enorme de plomo le presionara la cabeza hacia abajo, obligandole a quedarse quieto, a observar en silencio y petrificado.

Tenia la sensacion de estar contemplando el fin del mundo.

Parecia como si todos los bomberos y policias de Nueva York corrieran hacia las Torres Gemelas. Un torrente infinito entraba en los edificios abriendose paso a empujones entre la marea de hombres y mujeres desconcertados que se alejaba a media marcha, tambaleandose como si salieran de otro planeta, cubiertos de polvo, despeinados, algunos con los brazos o las caras manchados de sangre, la expresion contraida por el shock. Muchos de ellos llevaban el movil pegado a la oreja.

Entonces hubo el terremoto. Al principio solo fue una ligera vibracion bajo sus pies, luego se volvio mas rotunda y tuvo que agarrarse con fuerza al asa de la maleta para no caer.

De repente, los zombies que salian de la Torre Sur parecieron despertar y acelerar el paso.

Echaron a correr.

Ronnie miro hacia arriba y vio por que, pero por un momento penso que tenia que ser un error. ?Era imposible! Era una ilusion optica. Tenia que serlo.

El edificio estaba derrumbandose como un castillo de naipes, salvo que…

De repente, un coche de policia quedo aplastado a poca distancia delante de el.

Luego tambien un coche de bomberos quedo sepultado.

Una nube de polvo avanzo hacia el como una tormenta de arena del desierto. Oyo un trueno. Un trueno que se aproximaba, resonaba, lo envolvia todo.

Un torrente de gente desaparecio debajo de los escombros.

La nube gris oscuro se elevo en el aire como un enjambre de insectos furiosos.

El trueno le anestesio los oidos.

No era posible.

La puta torre estaba desplomandose.

La gente corria para salvar la vida. Una mujer perdio un zapato, siguio caminando renqueando sobre un pie, luego se quito el otro. Se oyo un ruido atroz en el aire que ahogo las sirenas, como si un monstruo gigante estuviera partiendo el mundo por la mitad con sus zarpas.

La gente pasaba corriendo por delante de el. Una persona, luego otra, y otra, el panico grabado en sus rostros. Algunas llevaban mascaras blancas, otras estaban empapadas por el agua de los sistemas de aspersion, otras chorreaban sangre o estaban cubiertas de cristales. Eran actores secundarios en un extrano carnaval matinal.

De repente, un BMW salto por los aires a cientos de metros de donde se encontraba Ronnie y aterrizo del reves sin el capo. Entonces vio que la nube negra se levantaba y avanzaba directa hacia el como un tsunami.

Agarrando el asa del trolley, se dio la vuelta y siguio a la gente. Sin saber adonde iba, simplemente corrio, poniendo un pie delante del otro, arrastrando la maleta, sin estar seguro de si el maletin aun estaba encima, aunque tampoco le importaba.

Corria para seguir por delante de la nube negra, de la torre que se desmoronaba y del ruido que oia rugiendo, retumbando en sus oidos, en su corazon, en su alma.

Corria para salvar su vida.

19

Octubre de 2007

Ahora el ascensor parecia vivo, como una criatura sobrenatural. Cuando Abby respiraba, el aparato suspiraba, crujia, gemia. Cuando ella se movia, se balanceaba, retorcia, mecia. Tenia la boca y la garganta secas; notaba la lengua y el interior de la boca como si fuera un papel secante que absorbia al instante cada gota minuscula de saliva que producia.

Una corriente fria y persistente le soplaba en la cara. Hurgo en la oscuridad buscando el cursor de su telefono movil, luego lo pulso para activar la luz de la pantalla. Lo hacia cada pocos minutos, para comprobar si habia senal y para aportar un rayo pequeno pero desesperadamente bienvenido a su celda inestable y bamboleante.

No habia senal.

La hora en la pantalla marcaba las 13.32.

Intento llamar al 112 una vez mas, pero la senal debil habia desaparecido.

Con un escalofrio, volvio a leer el mensaje que habia recibido: Se donde estas.

A pesar de que el remitente habia ocultado su numero, sabia quien era; solo habia podido enviarlo una persona. ?Pero como habia conseguido su telefono? Aquello era lo que la preocupaba de verdad. «?Como diablos sabes mi numero?»

Era un movil de tarjeta que habia pagado en efectivo. Habia visto suficientes series policiacas en television como para saber que era lo que hacian los criminales para impedir que rastrearan sus llamadas; eran los telefonos que utilizaban los traficantes de droga. Lo habia comprado para estar en contacto con su madre, que ahora vivia en

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