Septiembre de 2007
La camioneta Holden azul metalico se dirigia hacia el oeste, alejandose de Melbourne. MJ, un joven alto de veintiocho anos con el pelo negro azabache y cuerpo de surfista que llevaba una camiseta amarilla y bermudas, conducia con una mano en el volante y el brazo libre rodeando los hombros de Lisa.
El coche se asentaba sobre los amortiguadores, sobre las llantas anchas calzadas con unos neumaticos que se agarraban bien en las curvas de la carretera sinuosa. Este vehiculo era el orgullo y la alegria de MJ, quien escuchaba con satisfaccion el ronroneo del motor V8 de 5,7 litros por los tubos de escape mientras conducian por el campo grande y abierto. A su derecha se extendian kilometros de llanuras de vegetacion quemada. A su izquierda, a media distancia detras de una alambrada de puas raida, se elevaban las montanas marrones onduladas, resecas y aridas, cortesia de seis anos de sequia casi ininterrumpida. Habia algunas hileras delgadas de arboles desperdigadas al azar, como pelos de barba olvidados por la maquinilla de afeitar.
Era sabado por la manana y durante dos dias enteros MJ podia olvidarse de sus estudios intensivos. Dentro de un mes tenia que hacer los duros examenes de corredor de Bolsa, que tenia que aprobar para asegurarse un empleo fijo en su empresa actual, Macquarie Bank. Este ano, a pesar de la sequia, la primavera habia tardado mucho en llegar y este fin de semana prometia ser el primero con un tiempo verdaderamente estupendo despues de los deprimentes meses de invierno. Estaba decidido a sacarle el maximo partido.
Conducia con tranquilidad. Como le quedaban solo seis puntos en el carne, procuraba no sobrepasar los limites de velocidad. Ademas, no tenia ninguna prisa. Estaba contento, muy contento, solo con estar alli con la chica a la que queria, disfrutando del viaje, del paisaje, de aquella sensacion de sabado por la manana cuando se tiene todo el fin de semana por delante.
Estaba dandole vueltas a algo que habia leido un dia: «La felicidad no es conseguir lo que quieres. Es desear lo que tienes».
Dijo la frase en voz alta a Lisa y ella comento que eran unas palabras muy bonitas y que estaba de acuerdo totalmente. Le dio un beso.
– Dices cosas tan bonitas, MJ. -El se ruborizo.
Lisa pulso un boton y la musica de los Whitlams resono a todo volumen en el equipo de sonido carisimo que habia instalado. El material de camping y las latas de cerveza VB comenzaron a retumbar atras en la cabina debajo de la lona reforzada con listones, y su corazon tambien retumbaba. Era agradable estar aqui, sentirse tan vivo, sentir en la cara el aire calido que entraba por la ventanilla abierta, oler el perfume de Lisa, sentir sus rizos rubios en su muneca.
– ?Donde estamos? -pregunto ella, aunque no le importaba demasiado. Tambien estaba disfrutando del viaje. Disfrutaba descansando de su rutina semanal visitando a medicos como comercial de medicamentos para la hemofilia del gigante farmaceutico Wyeth. Disfrutaba llevando solo una camiseta ancha blanca y unos pantalones cortos rosa, en lugar de los trajes chaqueta que debia llevar durante la semana. Pero principalmente disfrutaba del tiempo valioso que estaba pasando con MJ.
– Casi hemos llegado -dijo el.
Pasaron por delante de una senal hexagonal amarilla con una bicicleta negra y se detuvieron en un cruce en forma de T, junto al tronco esqueletico de un pino radiata coronado por un macizo grueso de agujas, como un tupe horroroso. Justo delante de ellos se levantaba una colina pelada y empinada, con arbustos aislados que parecian pegados con velcro.
Lisa, que era inglesa, solo llevaba dos anos en Australia. Se habia marchado de Perth a Melbourne hacia unos meses y el terreno era totalmente nuevo para ella.
– ?Cuando estuviste aqui por ultima vez? -le pregunto.
– Hace anos, diez quiza. Veniamos aqui de camping con mis padres, cuando era pequeno -respondio-. Era nuestro lugar preferido. Te va a encantar. ?Yujuuu!
Con un estallido repentino de euforia, piso el acelerador. El coche salio propulsado hacia delante y tomo una curva a la izquierda en la autopista con un chirrido de neumaticos y un rugido atronador de los tubos de escape.
Al cabo de unos minutos, pasaron por delante de un cartel en un poste que ponia Rio Barwon. Entonces MJ redujo y comenzo a mirar a la derecha cuando dejaron atras otro cartel que decia Stonehaven y Fuerte Pollocks.
Un rato despues, freno bruscamente y giro a la derecha en un camino de arena.
– ?Estoy seguro de que es aqui! -dijo.
Avanzaron dando botes durante quinientos metros mas o menos. Campo abierto a su derecha, arbustos a su izquierda y un terraplen que acababa en un rio que no podian ver. Pasaron por delante de un puente de vigas de acero montado sobre viejos contrafuertes de ladrillo a su izquierda, luego unos arbustos densos les taparon la vista. De repente, el camino descendia abruptamente, luego volvia a subir al final. Al cabo de unos minutos se ensanchaba unos metros y terminaba, y se convertia en hierba detras de la cual habia una densa maleza.
MJ detuvo el coche y puso el freno de mano. Una nube de polvo se arremolino sobre ellos.
– Bienvenida al paraiso -dijo.
Se besaron.
Luego, unos momentos despues, bajaron a un silencio calido y total. El motor chisporroteo. El aroma a hierba seca floto en el aire. Un ave del paraiso emitio un sonido como si alguien silbara «?Yuuju!», luego callo. Abajo, serpenteando a lo lejos, estaba el agua brillante y, mas alla, bajo el sol implacable del mediodia, habia colinas marrones peladas con alguna acacia y algun eucalipto. El silencio era tan intenso que por un momento se sintieron como si fueran las unicas personas del planeta.
– Dios mio -dijo Lisa-, esto es precioso.
Una mosca zumbo delante de su cara y ella la aparto con la mano. Llego otra y tambien la aparto.
– Las viejas moscas de siempre -dijo MJ-. ?Es justo aqui!
– ?Es obvio que se acuerdan de ti! -dijo Lisa cuando una tercera mosca se poso sobre su frente.
MJ le dio un punetazo jugueton, antes de agitar la mano deprisa varias veces delante de su cara, brindando un saludo a la australiana para apartar a las moscas que seguian molestandole. Luego, rodeandola con el brazo, MJ guio a Lisa hasta una abertura en la maleza.
– Aqui era donde botabamos la canoa -explico.
Lisa vio una ladera empinada y arenosa llena de helechos que formaba una grada natural hasta el rio, mas de unos treinta metros hacia abajo. El agua, de unos veinte metros de ancho, estaba quieta como un espejo. Sobre la superficie se habian posado algunos caballitos del diablo que se alimentaban de larvas de mosquito o ponian huevos, y habia mas rondando por encima. Los reflejos de la maleza en la otra orilla aparecian bien enfocados.
– ?Guau! -exclamo Lisa-. ?Guaaaaau! Esto es increible.
Entonces se fijo en los palos blancos plantados a lo largo de la grada. Cada uno tenia unas marcas precisas en negro.
– Cuando era pequeno -dijo MJ-, el nivel del agua llegaba hasta aqui arriba. -Senalo el marcador mas alto.
Lisa conto ocho palos descubiertos que llegaban hasta el agua.
– ?Tanto ha bajado?
– El maravilloso calentamiento global -contesto el.
Entonces Lisa vio la cuerda atadas la rama larga de un arbol grueso como la pata de un elefante.
– ?Saltabamos desde alli! -dijo MJ-. Era una caida corta.
Ahora habria unos cinco metros buenos.
Se quito la camiseta.
– ?Vienes?
– ?Primero montemos la tienda!
– ?Joder, Lisa, tenemos todo el dia para montar la tienda! ?Tengo calor! -Siguio desvistiendose-.Y las moscas odian el agua.
– Dime como esta… ?Me lo pensare!
– ?Eres una blandengue!
Lisa se rio. MJ se quedo desnudo, luego desaparecio unos momentos en la maleza. Un instante despues, lo vio trepando por la rama larga. Alcanzo la cuerda, que parecia peligrosamente desgastada, se dio la vuelta y se agarro