El tecnico asintio.

– Voy a mover la furgoneta. Los guardias de aqui son como la Gestapo.

Mientras se alejaba, Troutt se dirigio al conserje.

– Tiene una inquilina en el piso 82, Katherine Jennings.

– Es nueva. Solo lleva unas semanas. Contrato corto.

– ?Puede contarme algo sobre ella?

– No hablo mucho con ella, menos domingo, cuando se quedo encerrada en ascensor. Tiene mucho dinero, lo se por alquiler.

– ?Quien cree que destrozo el ascensor? ?Unos gamberros? ?O tiene algo que ver con ella?

El conserje se encogio de hombros.

– Creo que ese no quiere reconocer que hay problema mecanico. ?Quiza protege a el o empresa?

Troutt asintio, pero no entro en ese juego. Se formaria su propia opinion al respecto despues de visitar la sala de maquinas con el tecnico.

– Entonces, ?no sabe como se gana la vida?

El conserje nego con la cabeza.

– ?Esta casada? ?Tiene hijos?

– Vive sola.

– ?Tiene idea de sus movimientos?

– Yo estoy otro lado de edificio, no veo a inquilinos de esta ala si no tienen problemas. ?Tiene problemas con policia?

– No, no es nada de eso. -Sonrio al hombre para tranquilizarlo-. Deberia presentarme, soy el agente Troutt. Soy uno de los policias de barrio. -Saco una tarjeta.

El conserje la cogio y la miro con recelo, como si fuera de un vendedor de ventanas dobles.

– Espero que venga por aqui viernes y sabados noche, tarde. Viernes pasado noche unos cabrones incendiaron cubo de basura -refunfuno.

– Si, bueno, justamente de eso trata esta iniciativa -dijo el joven agente con seriedad. -Creere cuando veo.

85

Octubre de 2007

– Eh, viejo, ?ya has despegado?

Grace, en calcetines en la terminal sur del aeropuerto de Gatwick, vio aparecer sus zapatos en la cinta al otro lado del escaner. Con el movil pegado a la oreja, contesto:

– De momento, solo mis malditos zapatos. Me cabrea, todo esto -explico-. Cada vez que vuelas tienes que quitarte mas ropa, joder. ?Solo porque un lunatico intento prender fuego a sus cordones hara como cinco anos! Y tengo que facturar la bolsa, porque es demasiado grande segun la nueva normativa, lo que significa que voy a tener que esperar a que salga. ?Vaya perdida de tiempo!

– O sea que has tenido mala noche, ?no?

Grace sonrio al recordar la noche tan dulce que habia pasado con Cleo.

– En realidad, no. Ha sido mucho mejor que la noche anterior. No he tenido que aguantar la mierda de un tipejo triste contandome sus penas.

– ?Y el perro no volvio a vomitarte encima? -contesto el sargento, haciendo caso omiso a la indirecta.

Grace, que se habia puesto traje porque queria tener un aspecto formal cuando llegara a Nueva York, se esforzo por atarse el zapato derecho mientras sujetaba el telefono pegado a la oreja. Dejo de intentarlo de pie y se sento.

– No, solo dejo una caca en el suelo.

– ?Estas bien, tio? Tu voz suena apagada.

– Estoy bien, intento ponerme los zapatos. ?Llamas por algo importante o solo es una charla para socializar?

– ?Que sabes sobre sellos? -pregunto Branson.

– ?De primera o segunda clase?

– Muy gracioso.

– Se un poquito sobre los British Colonials -dijo Grace- Mi padre los coleccionaba, sobres de primer dia. Solia comprarme cuando era pequeno. No valian nada. Mi madre me pidio que llevara toda la coleccion a una tienda filatelica cuando murio, no me dieron ni dos duros por ellos. Si estas pensando en tener un hobby, prueba a coleccionar mariposas… O ?que me dices de observar trenes?

– ?Si, si! ?Has terminado?

Grace gruno.

– Escucha, Bella y yo acabamos de estar con los Klinger, ?vale? Ese dinero, todas esas transacciones que hizo Lorraine Wilson, los tres millones y pico de libras, ?sabes? Creo que es posible que comprara sellos.

– ?En serio?

De repente, Grace dejo de atarse el zapato y se concentro. Pensaba en la conversacion que habia mantenido con Terry Biglow el martes.

– Si. Stephen Klinger me ha dicho que es un mundillo pequeno, el comercio de sellos caros. Que todo el mundo se conoce y eso.

– ?Te ha dado una lista de comerciantes de la ciudad?

– Algunos nombres, si.

– Escucha, Glenn: cuando das con un grupo muy reducido, la gente intenta cerrar filas, para protegerse tanto a si misma como a cualquier persona sobre la que den informacion. Asi que ve y destrozales, ?entendido?

– Aja.

– Di que se trata de una investigacion de asesinato, y que si retienen cualquier informacion podriamos acabar acusandoles de encubrimiento. Dejaselo bien claro.

– Si, jefe. Que tengas un vuelo agradable. Saluda a la Gran Manzana de mi parte. Diviertete.

– Te mandare una postal.

– No olvides el sello.

86

Octubre de 2007

Bella llamo por radio a uno de los miembros de la Operacion Dingo al centro de investigaciones y le pidio que recopilara una lista completa de todas las tiendas de sellos del area de Brighton y Hove. Luego, con Glenn al volante otra vez, se dirigieron a Queens Road a ver al comerciante que habia mencionado Stephen Klinger.

Justo pasada la estacion, Hawkes parecia uno de esos lugares que llevaban toda la vida alli. Tenia ese tipo de escaparates que no cambiaban nunca, sino al que iba anadiendose algo de vez en cuando. Estaba lleno de cajas con colecciones de monedas, medallas, sobres de primer dia en sobres de plastico y postales antiguas.

Corrieron dentro, para protegerse de la llovizna que arreciaba, y vieron a dos mujeres de unos treinta anos que podrian ser hermanas, las dos de pelo claro y guapas, muy lejos de la imagen que Branson tenia en mente de un comerciante de sellos. Habia imaginado que la filatelia era un territorio de hombres bastante raritos.

Las mujeres estaban sumidas en una conversacion y no prestaron atencion a los policias, como si estuvieran acostumbradas a los curiosos que les hacian perder el tiempo. Glenn y Bella recorrieron la tienda, esperando educadamente a que terminaran. Dentro, el local aun estaba mas abarrotado. Gran parte del suelo estaba ocupado por mesas de caballetes en las que habia cajas de carton llenas de postales antiguas picantes y viejas escenas de

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