– Si que suena un poco raro, senor.
– Para serle sincero -dijo Hegarty-, si hoy no hubiera revisado los archivos para recopilar esa lista para ustedes, dudo que hubiera recordado que coincidian con tanta exactitud.
– Parece que hemos tenido un golpe de suerte. Agradezco que nos lo haya contado. ?Le pregunto donde los habia obtenido?
Hegarty bajo la voz, como si le pusiera nervioso que lo escucharan.
– Me ha dicho que los habia heredado de una tia en Australia y que alguien que habia conocido en una fiesta en Melbourne le habia dicho que yo era uno de los comerciantes con quienes debia hablar.
– ?Con usted en lugar de con alguien de Australia, senor?
– Ha dicho que le dijeron que conseguiria un precio mejor en Reino Unido o en Estados Unidos. Como iba a volver aqui para cuidar a su madre anciana, penso que lo intentaria primero conmigo. Va a venir manana por la manana a las diez para ensenarmelos. He pensado que podria hacerle algunas preguntas discretas.
Branson consulto sus notas.
– ?Esta interesado en comprarlos?
Mientras Hegarty contestaba, casi noto la contraccion en los ojos del hombre.
– Bueno, ha dicho que le urgia vender, y normalmente es el mejor momento para comprar. No hay muchos comerciantes que dispongan del dinero suficiente para comprar esta partida de una tacada, seria mas habitual dividirla en lotes para subastarlos. Pero querria asegurarme de que estan todos certificados. No soportaria desembolsar esa cantidad de dinero y recibir una visita de ustedes unas horas despues. Por eso les he llamado.
Naturalmente. Hugo Hegarty no era un ciudadano consciente de sus deberes, sino que intentaba cubrirse las espaldas, penso Glenn Branson. De todos modos, asi era la naturaleza humana, no podia culparle.
– Aproximadamente, ?que valor diria que tienen, senor?
– ?Como comprador o como vendedor? -Ahora todavia parecia mas astuto.
– Como ambos.
– Bueno, el valor total segun catalogo a los precios actuales… estariamos hablando de unos cuatro o cuatro millones y medio. Asi que, como vendedor, es lo que querria conseguir.
– ?De libras?
– Oh, si, de libras.
Branson estaba estupefacto. Los tres millones y cuarto de libras originales que Lorraine Wilson habia recibido se habian incrementado en un treinta por ciento, y eso despues de que, seguramente, varios de los sellos hubieran sido vendidos.
– ?Y como comprador, senor?
De repente, Hegarty parecio reticente.
– El precio que estaria dispuesto a pagar dependeria de su procedencia. Necesitaria mas informacion.
El cerebro de Branson iba a mil por hora.
– ?Va a ir a verle manana a las diez? ?Seguro?
– Si.
– ?Como se llama?
– Katherine Jennings.
– ?Le ha dejado una direccion o un telefono?
– No.
El sargento anoto el nombre, le dio las gracias y colgo.
Luego se acerco el teclado, pulso las teclas para abrir el registro de incidentes e introdujo el nombre de Katherine Jennings. Al cabo de unos segundos, aparecio un resultado.
94
Octubre de 2007
Roy Grace estaba sentado en la parte de atras del Ford Crown Victoria gris de la policia. Mientras se dirigian hacia el tunel Lincoln, se pregunto si un viajero con la experiencia suficiente podia identificar cualquier ciudad del mundo solo por el ruido del trafico.
En Londres, el rugido constante de los motores de los coches de gasolina, la vibracion de los diesel y el quejido de los autobuses Volvo de nueva generacion que dominaban Nueva York eran completamente distintos; principalmente el tac-tac-tac constante de los neumaticos sobre el asfalto estriado o agrietado y lleno de baches y los pitidos de las bocinas.
Ahora, un camion enorme que tenian detras tocaba el claxon.
El inspector Dennis Baker, que era quien conducia, levanto una mano al retrovisor y enseno el dedo corazon.
– ?Que te jodan, capullo!
Grace sonrio. Dennis no habia cambiado.
– A ver, por el amor de Dios, ?que quieres que haga, capullo? ?Pasar por encima del gilipollas que tengo delante? ?Dios mio!
Acostumbrado desde hacia tiempo a la forma de conducir de su companero, el inspector Pat Lynch, sentado a su lado en el asiento del copiloto, se giro hacia Roy sin hacer ningun comentario al respecto.
– Me alegro de volver a verte, tio. Cuanto tiempo. ?Demasiado!
Roy tambien se alegraba. Estos tipos le habian caido bien desde el momento en que los conocio, hacia algo mas de seis anos. Le habian mandado a Nueva York para interrogar a un banquero estadounidense gay cuyo companero habia sido hallado estrangulado en un piso de Kemp Town. Nunca se presentaron cargos contra el banquero, y este murio de sobredosis un par de anos despues. Roy habia trabajado con Dennis y Pat algun tiempo en aquel caso y habian mantenido el contacto.
Pat llevaba unos pantalones y una chaqueta vaquera encima de una camisa beis con una camiseta debajo. Con su cara marcada por la viruela y un peinado juvenil grenudo, tenia el fisico tosco de un tipo duro de pelicula, pero su caracter era sorprendentemente dulce y generoso. Habia empezado trabajando de estibador en los muelles y su poderosa corpulencia le habia sido muy util para ese empleo.
Dennis llevaba un anorak grueso negro con la leyenda Brigada de Casos Abiertos y el escudo de la policia de Nueva York grabados encima de una camisa azul y vaqueros. Mas bajo e ironico que Pat y de mirada intensa, le gustaban muchisimo las artes marciales. Anos atras, habia alcanzado el septimo dan en los estilos de Ruy Te e Isshin Ryu del karate de Okinawa y era una especie de leyenda en la policia de Nueva York por sus aptitudes en las peleas callejeras.
Los dos hombres se encontraban en la comisaria de Brooklyn de Williamsburg East a las 8.46 de la manana del 11-S, cuando impacto el primer avion. Como estaban literalmente a kilometro y medio del lugar, al otro lado del puente de Brooklyn, se dirigieron hacia alli de inmediato, con su jefe, y llegaron justo cuando choco el segundo avion, que alcanzo la Torre Sur. Durante las semanas siguientes formaron parte del equipo que rebusco entre los escombros de la Zona Cero, en lo que describieron como la «panza de la bestia». Luego Dennis fue trasladado a la tienda de campana de la escena del crimen y Pat al centro de duelo del Muelle 92.
A lo largo de los anos posteriores, los dos hombres, que habian gozado de una salud de hierro, desarrollaron asma, ademas de problemas mentales relacionados con el trauma vivido, y fueron trasladados del mundo duro y agitado de la policia de Nueva York a las aguas mas tranquilas de la unidad de investigaciones especiales de la fiscalia del distrito.
Pat puso al dia a Grace sobre su empleo actual, que consistia principalmente en transportar e interrogar a mafiosos.
Ahora conocian los bajos fondos de Estados Unidos como nadie. Pat le explico que la mafia ya no tenia el «poderio» de antes. ?Quien no intentaba llegar a un trato, pregunto Pat, cuando te enfrentabas a una condena entre veinte anos y cadena perpetua?
Esperaba que durante las proximas veinticuatro horas pudieran encontrar a alguien que hubiera conocido a