la manguera, abrio la puerta de incendios y cruzo el descansillo.
Entonces se quedo inmovil, muy asustada. ?Y si estaba dentro?
Claro que no. Estaba con su madre en la guarida donde la hubiera encerrado. No obstante, introdujo cada llave haciendo el menor ruido posible, las giro en su cerradura y abrio la puerta sigilosamente; no queria anunciar su presencia.
Las sombras la asaltaron cuando entro. Dejo la puerta entornada y no encendio las luces. Entonces cerro la puerta de golpe, para obligarle a salir si estaba aqui y se habia quedado dormido, y volvio a abrirla de inmediato. La cerro de golpe y volvio a abrirla una segunda vez. Silencio total.
Enfoco la luz de la linterna hacia el pasillo. La bolsa de plastico con las herramientas que Ricky habia traido para amenazarla -seguramente robada de los obreros de abajo- seguia en el suelo delante del bano de invitados.
Manteniendo todas las luces apagadas por si estaba fuera en algun lugar, observando, recorrio todo el piso, habitacion por habitacion. Encontro el spray Mace encima de la mesita de cafe del salon y se lo guardo en el bolsillo. Luego volvio corriendo a la puerta de entrada y paso las cadenas de seguridad.
Hambrienta y sedienta, se tomo una Coca-Cola de un trago y un yogur de melocoton de la nevera, luego entro en el bano de invitados, cerro la puerta y encendio la luz. En esta habitacion no habia ninguna ventana que diera a la calle, asi que era un lugar seguro.
Paso por delante del inodoro y la enorme mampara de la ducha, abrio la puerta del lavadero minusculo, abarrotado con la lavadora y la secadora. Arriba en el estante a la izquierda estaban sus propias herramientas. Bajo un martillo y un cincel y los llevo de nuevo al bano.
Luego lanzo una ultima mirada breve y orgullosa a su esplendido trabajo, coloco la punta del cincel sobre la lechada entre dos azulejos hacia el centro de la pared y golpeo con fuerza. Luego otra vez.
Al cabo de unos minutos, habia arrancado suficientes azulejos y pudo alcanzar la pared falsa que habia detras. Sintio un profundo alivio cuando sus dedos tocaron el envoltorio de burbujas impermeable con el que habia protegido cuidadosamente el sobre acolchado tamano DIN-A4 antes de meterlo alli dentro el dia que se mudo a este piso.
El casero no iba a quedarse demasiado impactado por los desperfectos en la pared del bano. Si hubiera tenido tiempo, gracias a las habilidades que habia aprendido de su padre, habria podido arreglarlo tan bien que ni siquiera hubiera advertido las juntas. Pero en estos momentos, unos azulejos rotos eran el menor de sus problemas.
Se cambio de ropa interior, hizo la maleta por segunda vez aquella semana con todo lo que penso que podria necesitar, luego accedio a Internet y busco hoteles baratos en Brighton y Hove.
Cuando tomo una decision, llamo para pedir otro taxi.
97
Octubre de 2007
La anciana empezaba a ser un problema mayor de lo que habia imaginado. Ricky estaba en la minuscula cocina del edificio de madera que funcionaba como vestuario del club de tenis y banos y duchas del camping.
La mujer llevaba ya quince minutos en el retrete.
Ricky salio por la puerta a la lluvia que caia a cantaros. Comenzaba a pensar que matarla tal vez fuera la mejor opcion y, ansioso, miro a traves del campo hacia la autocaravana holandesa. Detras de las cortinas corridas, las luces estaban encendidas. Solo esperaba con todas sus fuerzas que nadie decidiera salir y utilizar estas instalaciones mientras ella se encontrara dentro, aunque tenia la seguridad de que sus amenazas la tenian lo bastante asustada como para no decir nada a nadie o cometer alguna estupidez.
Transcurrieron cinco minutos mas. Volvio a mirar su reloj: eran las nueve y media. Habian pasado tres horas desde que Abby le habia colgado el telefono. Tres horas durante las que ella habria pensado en lo ocurrido. ?Estaria entrando en razon?
Ahora seria un buen momento, decidio.
Abrio la tapa del movil y envio a Abby la fotografia que habia tomado hacia un rato, de la cabeza de su madre asomando por la alfombra enrollada.
Anadio las palabras: «Comoda y enrolladita en la alfombrita».
98
Octubre de 2007
Roy estaba sentado con Pat y Dennis a una mesa de madera en el restaurante del enorme local abierto de la Chelsea Brewing Company, que era propiedad del primo de Pat. A su derecha habia una barra larga de madera y detras de el habia hileras de cubas relucientes de cobre tan altas como casas y kilometros de tuberias de acero inoxidable y aluminio. Con sus hectareas de suelos de madera y limpieza inmaculada, parecia mas un museo que una empresa con un gran volumen de trabajo.
Visitar este lugar se habia convertido en una parada ritual y obligatoria para tomar algo cada vez que Roy iba a Nueva York. Era evidente que Pat estaba orgulloso del exito de su primo y disfrutaba haciendo sudar tinta a un ingles con la cerveza americana.
Delante de cada uno de los tres policias habia seis variedades distintas en vasos de muestra. Los vasos estaban colocados sobre un circulo azul en el salvamanteles disenado especialmente con los nombres de las cervezas. El primo de Pat, que tambien se llamaba Patrick, un hombre corpulento e intenso de cuarenta y tantos anos que llevaba gafas, estaba explicandole a Roy los diferentes procesos de elaboracion de cada una.
Roy solo le escuchaba a medias. Estaba cansado; era tarde segun la hora del Reino Unido. El dia de hoy no habia aportado nada, solo un resultado negativo tras otro, aparte de la compra exitosa de una muneca Bratz de aspecto precoz para su ahijada. En su opinion, la muneca parecia una Barbie que trabajaba en la industria del sexo. Pero, como reflexiono luego, ?que sabia el sobre los gustos de las ninas de nueve anos?
El director del W anadio poco a lo que Grace ya sabia, aparte de que Ronnie habia visto una pelicula porno de pago a las once de la noche, por si la informacion servia de algo.
Y ninguno de los siete comerciantes de sellos que habia visitado aquella tarde habia reconocido ni el nombre de Wilson ni su fotografia.
Mientras el primo de Pat seguia parloteando sobre la ciencia que habia detras de la cerveza que mas le gusto a Roy, la Checker Cab Blonde Ale, el miraba la noche por la ventana. Veia las jarcias de yates en el puerto deportivo y detras, mas alla de la oscuridad del Hudson, las luces de Nueva Jersey. Esta ciudad era inmensa. Tantas personas yendo y viniendo… Vivir aqui, como en cualquier ciudad grande, significaba ver miles de caras todos los dias. ?Que probabilidades habia de encontrar a alguien que recordara una cara de seis anos atras?
Pero debia intentarlo. Llamar a las puertas, el viejo metodo de la policia. Las probabilidades de que Ronnie siguiera aqui eran escasas. Lo mas probable era que estuviera en Australia, sin duda las ultimas pruebas senalaban en esa direccion. Mientras Patrick pasaba a explicar como se conseguian los sabores sutiles a caramelo de la Sunset Red Ale, intento hacer un calculo mental rapido de los husos horarios.
Eran las siete de la tarde. En Melbourne eran diez horas mas que en el Reino Unido, asi que ?cuantas iba por delante de Nueva York, donde eran cinco horas mas, no, menos, que en el Reino Unido? Dios mio, los calculos le daban dolor de cabeza.
Y durante todo el rato no dejo de asentir educadamente a las palabras de Patrick.
Eran quince horas mas, resolvio. Media manana. Con suerte, adelantandose a la visita de Norman y Nick, la policia de Melbourne comenzaria a comprobar si Ronnie Wilson habia entrado en Australia en algun momento despues de septiembre de 2001.
Habia algo mas, recordo de repente, mientras sacaba a escondidas su libreta y pasaba un par de paginas hasta llegar a las notas que habia tomado durante la reunion con Terry Biglow: la lista de conocidos y amigos de Ronnie