Lorraine lo agarro de la muneca fuerte y velluda y la atrajo hacia su cara.
– Me siento tan segura contigo, Ronnie. Por favor, no te vayas. Podrias esconderte aqui.
– Si, claro.
– ?Que si!
El nego con la cabeza.
– ?No podemos hacer algo para no perder la casa? Cuentamelo otra vez, ?que dinero vamos a recibir?
Encendio el cigarrillo y dio una calada honda.
– Tengo un seguro de vida, con Norwich Union, por valor de un millon y medio de libras. Encontraras la poliza en una caja de seguridad en el banco. La llave esta en mi escritorio. Parece que va a haber una dispensa especial para las victimas del 11-S. Las companias de seguros van a pagar las polizas, incluso en los casos en que no se haya encontrado el cadaver, en lugar de esperar los siete anos que establece la ley.
– ?Un millon y medio de libras! Podria llevar la poliza al director del banco. ?Dejaria que me quedara con la casa!
– Puedes intentarlo, pero ya se que dira, el cabron. Te dira que no es seguro que te paguen, o cuando, y que las companias de seguros siempre se las ingenian para escaquearse.
– ?Entonces la nuestra podria escaquearse?
– No, no pasara nada, supongo. Esta situacion es demasiado emotiva. Luego habra un fondo de compensacion para los familiares de las victimas del 11-S. Me han dicho que podriamos estar hablando de dos millones y medio de dolares.
– ?Dos millones y medio?
El asintio emocionado.
Lorraine lo miro fijamente, haciendo un calculo mental rapido.
– ?Eso seria alrededor de un millon setecientas mil libras? Entonces, ?hablamos de unos tres millones setecientas cincuenta mil libras, mas o menos?
– Mas o menos. Y libres de impuestos. Por un ano de dolor.
Ella se quedo quieta unos momentos. Cuando por fin hablo, lo hizo con un deje de sobrecogimiento en la voz.
– Eres increible.
– Soy un superviviente.
– Por eso te quiero. Por eso siempre he creido en ti. Siempre, lo sabes, ?verdad?
Ronnie le dio un beso.
– Si.
– ?Somos ricos!
– Casi. Lo seremos. No seas impaciente, diablilla…
– Estas raro con barba.
– ?Si?
– Como mas joven.
– ?Y menos muerto que el viejo Ronnie?
Ella sonrio.
– Anoche estabas mucho menos muerto.
– He esperado mucho tiempo para eso.
– ?Y ahora me dices que esperemos un ano? ?Quiza mas?
– El fondo de compensacion pagara deprisa en caso de dificultades economicas. Tu eres uno de esos casos.
– Daran prioridad a los estadounidenses antes que a los extranjeros.
El nego con la cabeza.
– Yo no he oido eso.
– ?Tres millones setecientas cincuenta mil libras! -repitio Lorraine con ojos sonadores, y giro el cigarrillo en el plato para echar la ceniza.
– Podras comprarte un monton de trapitos.
– Tendriamos que invertirlo.
– Tengo planes. Lo primero que tenemos que hacer es sacarlo del pais… Y sacarte a ti tambien.
Ronnie se puso de pie de un salto, fue al pasillo y regreso con una mochila. Saco un sobre marron, que dejo sobre la mesa y deslizo hacia ella.
– Ya no soy Ronnie Wilson. Tendras que acostumbrarte. Ahora soy David Nelson. Y dentro de un ano tu dejaras de ser Lorraine Wilson.
Dentro del sobre habia dos pasaportes. Uno era australiano. La fotografia era de ella, pero apenas se reconocio. Tenia el pelo castano oscuro y corto y le habian puesto gafas. El nombre que figuraba en el era «Margaret Nelson».
– Contiene un visado sellado para residir permanentemente en Australia. Valido para cinco anos.
– ?Margaret? -dijo ella-. ?Por que Margaret?
– ?O Maggie!
Ella nego con la cabeza.
– ?Tengo que llamarme Margaret…? ?O Maggie?
– Si.
– ?Durante cuanto tiempo?
– Para siempre.
– Genial -dijo Lorraine-. ?Ni siquiera me das la oportunidad de elegir mi propio nombre?
– Tampoco te la dieron cuando naciste, ?tonta!
Lorraine pronuncio el nombre en voz alta, con recelo:
– Margaret Nelson.
– Nelson es un buen apellido, tiene clase.
Lorraine saco un segundo pasaporte de la bolsa.
– ?Y este?
– Es para cuando te marches de Inglaterra.
Dentro habia otra fotografia de ella, pero en esta tenia el pelo gris y parecia veinte anos mayor. El nombre decia «Anita Marsh».
Lo miro perpleja.
– He encontrado el mejor modo de desaparecer. La gente recuerda a las mujeres guapas, los tios en particular. No se acuerdan de las ancianitas, son casi invisibles. Cuando llegue el momento, compraras dos billetes por adelantado en el ferry de Newhaven a Dieppe para una travesia nocturna. Un billete a tu nombre y el otro a nombre de Anita Marsh. Y reservaras un camarote a nombre de Anita Marsh. ?De acuerdo?
– ?Quieres que lo apunte?
– No. Vas a tener que memorizarlo. Me pondre en contacto contigo. Lo repasaremos un monton de veces antes de que llegue el dia. Lo que haras sera dejar una nota de suicidio… Escribiras que no puedes soportar la vida sin mi, que te sientes desgraciada trabajando de nuevo en Gatwick, que la vida es una mierda… Y el medico podra confirmar que estabas tomando antidepresivos, todo ese rollo.
– Si, bueno, no sera mentira.
– Te subiras al ferry como Lorraine Wilson, tan guapa como puedas, y te aseguraras bien de que la gente te vea. Dejaras la bolsa, con una muda, en el camarote reservado a nombre de Anita Marsh. Luego iras al bar y empezaras a fingir que estas triste, y a beber mucho, y no estaras de humor para hablar con nadie. La travesia dura cuatro horas y cuarto, asi que dispondras de mucho tiempo. Cuando estes en medio del Canal, te marcharas del bar y le diras al camarero que sales a cubierta. Pero bajaras al camarote y te transformaras en Anita Marsh, con una peluca y vestida de mujer mayor. Luego cogeras tu ropa, tu pasaporte y tu telefono movil y los tiraras por la borda.
Lorraine lo miraba absolutamente estupefacta.
– En Dieppe cogeras un tren a Paris. Alli romperas tu pasaporte de Anita Marsh y compraras un billete de avion a Melbourne a nombre de Margaret Nelson. Yo te estare esperando al otro lado cuando llegues.
– Joder, has pensado en todo, ?verdad?