palma de su mano, porque durante un tiempo, en su vida anterior, habia residido en un piso cerca de Seven Dials.
Corrio deprisa, comprobando cada pocos pasos que aun llevaba el paquete firmemente atado a la cintura y que el dinero seguia bien guardado en sus bolsillos, luego miraba hacia atras. Acelero la marcha en una calle de casas adosadas flanqueada de arboles. Gracias a aquel tiempo horrible, habia poca gente por la calle que pudiera fijarse en ella. El ejercicio y el golpeteo de la lluvia en su cara la ayudaron a despejarse un poco.
La ayudaron a pensar.
Abby se dirigio colina arriba, hacia el Dials, luego giro a la derecha, recorrio otra calle residencial y salio por encima de la estacion. Retirandose, para que nadie la viera desde la carretera, vio pasar varios coches y vehiculos comerciales, luego cruzo corriendo Buckingham Road y accedio a otra calle justo por encima de la estacion. La recorrio a toda prisa y, de nuevo, esperando con cuidado, cruzo otra carretera principal, New England Hill, y subio otra colina a traves de un laberinto de calles residenciales de casas adosadas y un mar de tablones de anuncios de inmobiliarias.
Le entro flato y se detuvo unos momentos, luego comenzo a caminar a paso de peaton, engullendo el aire, sudando profusamente. Casi habia dejado de llover y soplaba un viento fuerte, refrescante, que le sento bien en la cara.
Ahora ya pensaba con claridad, con mas claridad que hacia unas horas, como si la impresion de lo que habia visto en el Argus la hubiera reactivado. A grandes zancadas y con determinacion, siguio caminando por calles secundarias, girando la cabeza constantemente por si vislumbraba un coche azul o marron, o cualquier otro coche con dos personas dentro, pero no vio nada que la inquietara.
?Habia visto Ricky la noticia del Argus? ?Habrian publicado la noticia tambien otros periodicos? Seguro que la veria. Alli donde estuviera, tendria diarios, radio, television.
Entro en un kiosco y hojeo deprisa algunos rotativos nacionales. Ninguno se hacia eco todavia de la historia. Compro el Argus y se quedo delante de la tienda, mirando durante un buen rato la cara del hombre de la portada. Sentia un torbellino de emociones.
Luego, todavia clavada en el mismo lugar de la calle, releyo todo el articulo. Le sirvio para llenar las lagunas del pasado de Dave. Los silencios, las respuestas esquivas, los cambios rapidos de conversacion cada vez que sacaba el tema a colacion. Y los comentarios de Ricky para comprobar cuanto sabia ella sobre Dave.
?Cuanto sabria Ricky sobre Dave?
Camino unos pasos, luego se sento en un portal mojado con la cabeza entre las manos. Nunca en su vida habia estado tan asustada. No solo por su madre, sino por el futuro.
«La vida es un juego», le gustaba decir a Dave. Le gustaba recordarselo. «Un juego.» Todo esto habia comenzado como un juego.
Algun tipo de juego.
«En la vida no hay victimas, Abby. Hay ganadores y perdedores.»
Las lagrimas volvian a empanar sus ojos. La voz lastimera de su madre resonaba en sus oidos, en su corazon. Marco su numero de movil, luego el de Ricky, en vano.
«Llamame. Por favor, llamame. Hare un trato.»
Al cabo de unos minutos, se levanto y bajo una colina. Luego recorrio una calle por la que se veia la via del tren de la linea Londres-Brighton a traves de las verjas que habia detras. Bajo unas escaleras de piedra, atraveso un tunel corto y subio a la taquilla de la estacion de Preston Park.
Era una pequena estacion de cercanias, concurrida en hora punta, desierta casi el resto del dia. Si la policia estaba siguiendola, si la habian visto en el centro, cerca de la estacion central de Brighton, tal vez fuera alli donde estuvieran buscandola. Era menos probable que anduvieran por aqui, decidio.
«La vida es un juego.»
Estudio el horario y busco una ruta que la llevara a Eastbourne, evitando la estacion central de Brighton, y luego al aeropuerto de Gatwick, que ahora formaba parte del nuevo plan que estaba cristalizando en su cabeza.
Su movil pito de repente. Lo saco, deseando desesperadamente que fuera un mensaje de Ricky, pero no lo era. Decia: «?El silencio es oro? Besos».
De repente, cayo en la cuenta de que no habia respondido el ultimo mensaje de Dave. Se quedo pensando unos momentos, luego contesto: «Problemas. Besos».
Al cabo de unos minutos, mientras se subia al tren, su telefono volvio a pitar y recibio la respuesta: «El amor, como los rios, abre un camino nuevo cuando encuentra un obstaculo».
Se acomodo en su asiento, demasiado abatida como para pensar en una cita para contestarle. Asi que respondio con un unico «Besos».
Entonces miro sombriamente por la ventana a la pared de piedra caliza que se elevaba a cada lado mientras el tren salia de la estacion. Un miedo gelido y oscuro la envolvio.
106
Octubre de 2007
El interior del hotel Marriott Financial Center tenia un ambiente moderno, ligeramente zen, penso Roy Grace mientras se alejaba de la recepcion y cruzaba el vestibulo con su bolsa. Y parecia muy nuevo por las lamparas de las mesas, que eran como copas de Martini opacas invertidas, y los jarrones blancos y finos de las mesas negras, de los que salian tallos largos, tan elegantes y perfectos que parecian disenados mas que cultivados.
Le resultaba dificil creer que este lugar, situado justo al lado de la Zona Cero, hubiera quedado destrozado el 11-S. Parecia importante, solido, indestructible, como si siempre hubiera estado aqui y siempre fuera a estar.
Paso por delante de un grupo de hombres de negocios vestidos de traje oscuro y corbata que hablaban muy serios. Pat Lynch le esperaba, de pie sobre una alfombra roja en el centro del suelo de marmol color crema. Se habia puesto ropa informal: un chaleco verde sobre una camiseta negra, vaqueros azules y zapatos negros solidos. Roy adivino donde llevaba el arma por el bulto.
Pat levanto las manos.
– ?Todo arreglado? Dennis esta aparcado fuera. Estamos listos.
Grace lo siguio hacia la puerta giratoria. El mundo cambio de repente cuando salio al otro lado de aquella manana humeda de octubre. El trafico, que ocupaba varios carriles, circulaba con lentitud. Una hormigonera daba vueltas delante de el. Un portero, cuya elegancia quedaba estropeada por un gorro de ducha encima de la gorra del uniforme, sujetaba la puerta de un taxi amarillo para que entraran tres hombres de negocios japoneses.
Mientras caminaban por la acera hacia el Crown Victoria, Dennis senalo una franja ancha de cielo. Estaba limitada por unos rascacielos estrechos a un lado y la masa mucho mas densa del centro de Nueva York al otro. De un edificio verde y bajo en forma de respiradero salia vapor o humo. Casi justo delante de ellos se erigia lo que parecia un puente provisional que cruzaba la calle.
– ?Ves ese espacio, colega? -dijo Pat, senalando el cielo.
Grace asintio.
– Alli es donde estaban las Torres. -Echo un vistazo a su reloj-. Media hora antes que ahora, la manana del 11 de septiembre, habrias contemplado el World Trade Center. No verias cielo, habrias visto esos edificios tan hermosos.
Luego llevo a Roy mas alla del coche hacia una esquina y senalo a su derecha la mole ennegrecida de un edificio alto del que colgaban unas tiras enormes de un material oscuro que cubria el exterior como si fueran persianas negras gigantes.
– Te hable del edificio del Deutsche Bank, ?verdad? Donde hace poco encontraron mas restos humanos. Es ese. Perdimos a dos bomberos alli, en verano, en agosto. ?Y sabes que? Esos dos hombres estuvieron en la Zona Cero el 11-S. Entraron en el World Trade Center y sobrevivieron. Pero luego murieron aqui, seis anos despues.
– Que triste -dijo Roy-. E ironico.
– Ironico, si. Hace que te preguntes si este lugar estara gafado… Ya sabes, maldito.
Subieron al Crown Victoria. Un camion marron de UPS intentaba aparcar marcha atras en un espacio muy justo