– Antes te he dicho que habiamos perdido a Katherine Jennings, ?verdad? Que habia burlado al equipo de vigilancia. Bueno, pues agarrate. Ha entrado en la comisaria de policia de John Street hace una hora.

Las palabras fueron como una descarga electrica.

– ?Que? ?Por que?

– Dice que han secuestrado a su madre, una ancianita enferma. Un tipo amenaza con matarla.

– ?Has hablado con ella?

– Un agente del Departamento de Investigacion Criminal ha hablado con ella alli… Y ha descubierto que el hombre a quien acusa del secuestro es nada mas y nada menos que Chad Skeggs.

– ?Joder!

– Ya pense que te gustaria.

– Y ahora ?que?

– He mandado a Bella con una agente de relaciones familiares, Linda Buckley, para que la traigan aqui. Bella y yo vamos a interrogarla cuando llegue.

– Llamame en cuanto hayas hablado con ella.

– ?A que hora tienes el vuelo?

– Salgo a las seis de la tarde… Las once de la noche para ti.

La voz de Branson cambio de repente.

– Viejo, tal vez tenga que dormir en tu casa esta noche. Ari esta que se sube por las paredes. Anoche no llegue a casa hasta las doce.

– ?Dile que eres policia, no una puta canguro!

– Diselo tu. ?Quieres que la llame y te la paso?

– La llave esta donde siempre -se apresuro a decir Grace.

107

Octubre de 2007

El telefono de Abby permanecio callado. Parecia que su unico medio de contacto con el mundo habia muerto. Ya habian transcurrido casi tres horas desde la ultima vez que habia tenido noticias de Ricky.

Miro sombriamente por la ventana del vagon vacio, agarrando la bolsa de plastico en la que habia metido todos los medicamentos que encontro en el bano y el dormitorio de su madre. Le dijo a Doris que iba a llevarla a una residencia porque la inquietaba su capacidad de cuidar de si misma y que la llamaria para darle la nueva direccion de su madre y el telefono. Doris le dijo que la entristecia perder a su vecina, pero que era afortunada por tener una hija tan buena y generosa que se ocupara de ella.

«Que ironico», penso Abby.

El cielo era cada vez mas azul. Nubes grandes se deslizaban por el como si estuvieran en una mision urgente. Estaba quedando una tarde de otono maravillosa y ventosa. El tipo de tarde, en otra vida, cuando era libre, en que le encantaba deambular por el paseo maritimo, en particular por el camino al pie de los acantilados de Black Rock, por delante del puerto deportivo hacia Rottingdean.

Antes a su madre tambien le gustaba aquella caminata. A veces, iban toda la familia junta los domingos por la tarde: su madre, su padre y ella. Le encantaba cuando la marea estaba alta y las olas estallaban en las escolleras y a veces incluso subian hasta el espigon y la espuma les salpicaba.

Y hubo un tiempo, en algun momento de la noche de su infancia, en que recordaba haber sido feliz. ?Fue antes de que comenzara a acompanar a su padre a las mansiones donde trabajaba? ?Antes de ver que habia gente que era distinta, que llevaba una vida distinta?

?Fue ese su punto de inflexion?

A cierta distancia a su izquierda vio las colinas suaves de los Downs mientras el tren regresaba a Brighton, al lugar donde habitaban tantos recuerdos de su vida. Donde seguian viviendo sus amigos, que no sabian que ella estaba aqui y a quienes le habria encantado ver. Mas que nunca ahora le habria encantado tener la compania de sus amigos, desahogarse con alguien que no estuviera involucrado en todo esto. Alguien que pudiera pensar con claridad y le dijera si estaba loca o no. Pero se temia que ya era demasiado tarde para eso.

Los amigos eran una de las partes de la vida con las que no se podia jugar. Pero a veces era necesario desentenderse de ellos, por muy dificil que resultara.

Empezaron a humedecersele los ojos. Sentia nauseas en la boca del estomago. No habia comido nada en todo el dia excepto una galleta digestiva en casa de Hugo Hegarty y se habia bebido una Coca-Cola en el anden de la estacion de Gatwick hacia un rato. Notaba un nudo demasiado grande para tragar nada mas.

«Llama, por favor.»

Estaban pasando por Hassocks. Un poco despues, penetraron en el Clayton Tunnel. Escucho el rugido del tren rebotando en las paredes. Vio su reflejo palido y asustado devolviendole la mirada en la ventana.

Cuando volvieron a salir a la luz -la vegetacion de Mili Hill a su derecha, London Road a su izquierda-, vio consternada que tenia una llamada perdida.

«Mierda.»

Sin numero.

Luego volvio a sonar. Era Ricky.

– Cada vez estoy mas preocupado por tu madre, Abby. No estoy seguro de que vaya a aguantar mucho mas.

– Por favor, ?dejame hablar con ella, Ricky!

Hubo un silencio breve

– Creo que no esta en condiciones de hablar -dijo entonces.

Una oleada de miedo nuevo, mas oscuro, recorrio su cuerpo.

– ?Donde estas? -le pregunto-. Ire donde estes. Me reunire contigo donde sea, te dare todo lo que quieres.

– Si, Abby, se que lo haras. Nos veremos manana.

– ?Manana? -le grito-. ?Ni de cona! Vamos a hacerlo ahora, por favor. Tengo que llevarla al hospital.

– Lo haremos cuando yo diga. Ya me has causado suficientes molestias. Ahora podras vivir en carne propia lo que se siente.

– Esto no es una molestia, Ricky. Por favor, por el amor de Dios, es una anciana enferma. No ha hecho nada malo. No te ha hecho dano. Pagalo conmigo, no con ella.

El tren estaba frenando, acercandose a Preston Park, que era donde queria bajarse.

– Por desgracia, Abby, la tengo a ella y no a ti.

– Me cambiare por ella.

– Muy gracioso.

– Por favor, Ricky, quedemos y ya esta.

– Quedaremos manana.

– ?No! ?Ahora! Por favor, hoy. Puede que mi madre no aguante hasta manana. -Estaba histerica.

– Seria una pena, ?verdad? Que muriera sabiendo que su hija es una ladrona.

– Dios santo, eres un cabron insensible.

– Vas a necesitar un coche -dijo Ricky obviando el comentario-. He enviado la llave del Ford que alquile por correo a tu piso. Llegara manana por la manana.

– Le han puesto un cepo -dijo Abby.

– Entonces tendras que alquilar otro.

– ?Donde quedaremos?

– Te llamare por la manana. Ve a alquilar un coche esta tarde. Y lleva los sellos contigo, ?vale?

– Por favor, ?podemos quedar ahora? ?Esta tarde?

Ricky colgo. El tren paro con una sacudida.

Abby se levanto de su asiento y se dirigio a la salida con paso inseguro, agarrando con fuerza el bolso y la bolsa de plastico con una mano y con la otra el pasamanos para bajar al anden. Eran las cuatro y cuarto de la

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