En aquel momento no supo si estaba contenta o enfadada.
– Si, bueno, no he tenido mucho mas que hacer, la verdad.
– Prometeme una cosa… Todo este dinero… No tienes pensado meterlo en algun negocio, ?verdad?
– Que va. He aprendido la leccion, nena. Lo he pensado muchisimo. El problema es que cuando te endeudas entras en una espiral. Ahora somos libres, podemos volver a empezar. Empezar en Australia y luego tal vez irnos a otra parte, vivir en un lugar soleado. ?A mi me suena bien! Con el tiempo, podemos meter el dinero en el banco y vivir de los intereses.
Lorraine miro a Ronnie con recelo.
El senalo el sobre.
– Ahi dentro hay algo mas para ti.
Ella saco una bolsa de celofan. Dentro habia varios sellos sueltos.
– Para ayudarte a ir tirando -dijo-. Con los gastos. Date un par de caprichos para animarte. Encontraras un Somerset House de una libra de 1911, cuesta unas mil quinientas libras. Tambien hay uno de un centimo de 1881, por el que deberias sacar unas quinientas libras. En total valen todos unas cinco mil libras. Llevaselos a un tipo que conozco, el te ofrecera el mejor precio. Y cuando recibas la pasta gansa, iras a verlo a el para convertirla en sellos. Es de fiar. Nos hara la mejor oferta.
– ?Y no sabe nada?
– No, Dios mio. -Ronnie arranco un trozo en blanco de la contraportada de la revista Hello! que habia sobre la mesa de la cocina y anoto el nombre de Hugo Hegarty, junto con su numero de telefono y direccion-. Yo era buen cliente suyo.
– Hemos recibido algunas cartas y tarjetas de pesame durante las ultimas semanas.
– Me gustaria verlas, leer lo que dice la gente de mi.
– Cosas bonitas. -Solto una risa triste-. Sue me decia que debia empezar a pensar en el funeral. No habriamos necesitado un ataud muy grande, ?verdad? Para una cartera y un movil.
Los dos se rieron. Luego Lorraine se seco mas lagrimas que habian comenzado a deslizarse por su cara.
– Al menos podemos reirnos -dijo-. Eso esta bien, ?verdad?
Ronnie rodeo la mesa, se acerco a ella y la abrazo con fuerza.
– Si. Esta bien.
– ?Por que Australia?
– Esta muy lejos. Alli podemos ser anonimos. Ademas, tengo un colega que fue a vivir alli hace unos anos. Puedo confiar en el… Volvera a convertir los sellos en dinero, sin hacer preguntas.
– ?Quien?
– Chad Skeggs.
Lorraine lo miro con cara de susto, como si acabaran de pegarle un tiro.
– ?Ricky Skeggs?
– Si. Saliste con el antes de mi, ?verdad? Les decia a todas sus chicas que lo llamaran Ricky. Como si fuera un privilegio especial. Chad para los negocios, Chad para los colegas, pero Ricky para sus chicas. Siempre fue muy particular para estas cosas.
– Es el mismo nombre -dijo ella-. Los dos son diminutivos de Richard.
– Si, lo que tu digas.
– No, no me vengas con «lo que yo diga», Ronnie. Y no sali con el. Solo tuvimos una cita. Intento violarme, ?recuerdas? Te lo conte todo.
– Si… La violacion era su idea de los preliminares.
– Hablo en serio. Te conte la historia, ?no? A principios de los anos noventa, tenia un Porsche. Salimos una noche…
– Recuerdo ese Porsche. Un 911 Targa. Negro. Yo trabajaba para Brighton Connoisseur Cars, lo reparamos entero despues de que quedara siniestro total, al chocar contra un arbol. Unimos la parte trasera con la parte delantera de otro. Se lo vendimos barato. ?Era una puta trampa mortal!
– ?Y se lo vendiste a tu amigo?
– El sabia que no era fiable y no lo hacia correr demasiado. Solo lo utilizaba para presumir, y para atraer a bombones como tu.
– Si, bueno, despues de tomar unas copas en el bar, pense que me llevaria a cenar algo. Pero me llevo a los Downs, me dijo que a las chicas que se follaba les permitia llamarle Ricky, luego se bajo la cremallera y me dijo que se la chupara. Me quede muerta.
– Cabron asqueroso.
– Entonces, cuando le dije que me llevara a casa, intento sacarme del coche a rastras, me dijo que era una zorra desagradecida y que iba a ensenarme lo que era un buen polvo. Le arane la cara, luego toque la bocina y de repente aparecieron unos faros que se acercaban a nosotros. Le entro el panico y me llevo a casa
– ?Y?
– No dijo ni una palabra. Me baje del coche y eso fue todo. Le veia por la ciudad de vez en cuando, siempre con una mujer diferente. Luego alguien me dijo que se habia marchado a Australia. No lo bastante lejos en mi opinion.
Ronnie se quedo sentado en un silencio incomodo. Lorraine apago el cigarrillo, que se habia consumido hasta el filtro, y encendio otro. Por fin Ronnie hablo.
– Chad es buena gente. Seguramente esa noche lo pillaste cabreado. Tiene un ego importante, siempre lo ha tenido. Ya veras que ahora se ha moderado, con la edad.
Lorraine se quedo callada un buen rato.
– No pasara nada, nena -anadio Ronnie-. Saldra bien. ?Cuanta gente hay a quien se le brinde la oportunidad de comenzar de nuevo?
– Comenzar de nuevo relativamente -dijo ella con amargura-. La persona de la que vamos a depender por completo intento violarme una vez.
– ?Tienes un plan mejor? -le espeto Ronnie de repente-. Dime, ?tienes un plan mejor?
Lorraine lo miro. Parecia distinto de cuando se habia marchado a Nueva York. Y no solo fisicamente. No eran solo la barba y la cabeza rapada, algo mas parecia haber cambiado. Parecia mas autoritario, mas duro.
O, debido a la larga ausencia, quiza lo viera por primera vez tal como era en realidad.
– No -le contesto a reganadientes, era evidente que no tenia un plan mejor.
103
Octubre de 2007
Abby, que esperaba en el sofa de piel del despacho de Hugo Hegarty, soplo su te y bebio un sorbo. Luego cogio una galleta. No habia desayunado nada y notaba la necesidad de tomar azucar. Cuando Hegarty por fin regreso, parecia haberse ausentado mucho rato.
– Disculpe la espera -dijo con educacion, y se sento detras de su mesa. Luego volvio a mirar los sellos unos momentos-. Son todos de una calidad excelente -dijo-. Estan nuevos. Es una coleccion muy importante.
Abby sonrio.
– Gracias.
– ?Y quiere venderlos todos?
– Si.
– ?En que precio esta pensando?
– El valor de catalogo es algo superior a los cuatro millones de libras -contesto ella.
– Si, correcto, mas o menos. Pero me temo que nadie va a pagarle precios de catalogo. Cualquiera que los compre querra sacar un margen. Cuanto mejor sea su procedencia, mas bajo sera ese margen, por supuesto.
– ?Usted esta dispuesto a comprarlos? -le pregunto Abby-. ?A un precio reducido?
– ?Puede explicarme mas detalladamente como llegaron a sus manos? Anoche dijo que estaba vaciando y ordenando la casa de su tia.