Wilson. «Chad Skeggs», habia escrito. «Emigrado a Australia.» Como consecuencia de lo que le habia contado Branson, y la posibilidad de que Ronnie Wilson estuviera en Australia, iba a convertir en asunto prioritario que Potting y Nicholl encontraran a Chad Skeggs.

Patrick termino por fin y fue a buscarle a Roy su jarra de Checker Cab. Los tres detectives levantaron sus vasos.

– Gracias por vuestro tiempo, chicos, os lo agradezco -dijo Grace-. Yo invito.

– Estas en el local de mi primo -dijo Pat-. No pagaras ni un centavo.

– Cuando estas con nosotros en Nueva York eres nuestro invitado -dijo Dennis-. Pero, joder, cuando vayamos nosotros a Inglaterra, ?sera mejor que rehipoteques la casa, tio!

Se rieron.

Entonces, de repente, Pat parecio triste.

– Oye, ?alguna vez te he contado eso del 11-S sobre los perros «psicologos»?

Grace dijo que no con la cabeza.

– Llevaron perros a la zona, a los escombros, ya sabes, a la panza de la bestia, para que los trabajadores los acariciaran.

Dennis asintio, respaldando su historia.

– Por eso los llamaron perros «psicologos».

– Era una especie de terapia -dijo Pat-. Encontrabamos cosas tan horribles… Imaginaron que acariciar a los perros nos transmitiria sensaciones positivas, el contacto con un ser vivo, alegre.

– ?Sabes? Creo que funciono -dijo Dennis-. Todo lo que ocurrio el 11-S, ?sabes?, saco lo mejor de las personas de esta ciudad.

– Y tambien hizo salir a muchos estafadores -le recordo Pat-. En el Muelle 92 dabamos dinero en efectivo, entre mil quinientos y dos mil quinientos pavos, dependiendo de las necesidades de cada persona, para ayudar a quienes estuvieran pasando por dificultades economicas inmediatas. -Se encogio de hombros-. Los estafadores no tardaron mucho en enterarse. Vinieron varios y nos timaron, dijeron que habian perdido a un familiar, y no era verdad.

– Pero los pillamos -dijo Dennis con una sonrisa de satisfaccion-. Los pillamos despues. Nos costo un poco, pero pillamos a todos esos cabrones.

– Salieron cosas buenas de aquel dia -dijo Pat-. Devolvio algo de corazon y alma a esta ciudad. Creo que ahora la gente es un poco mas amable.

– Y algunas personas son mucho mas ricas -dijo Dennis.

Pat asintio.

– Eso seguro.

Dennis se rio de repente.

– Rachel, mi mujer, tiene un tio que trabaja en el Garment District. Tiene un negocio de bordado, fabrica cosas para las tiendas de recuerdos. Un par de semanas despues del 11-S me pase a verle. Es un judio pequenajo, ?vale?, un kike, como los llamamos aqui. Tiene ochenta y dos anos y sigue trabajando catorce horas al dia. Es el tipo mas bueno que puedas conocer, su familia escapo del Holocausto y vino aqui; no hay nadie a quien no ayudaria. En cualquier caso, entre alli y nunca habia visto el local tan lleno. Habia trabajadores por todas partes. Pilas de camisetas, sudaderas, gorras de beisbol, gente bordando, planchando, cosiendo a maquina, metiendo el material en bolsas. -Bebio un trago de cerveza y sacudio la cabeza con incredulidad-. Habia tenido que contratar personal extra. No podia hacer frente a todos los pedidos. Todo lo que estaba fabricando eran articulos conmemorativos de las Torres Gemelas. Le pregunte como le iba. Estaba ahi sentado en mitad de todo aquel caos y me miro con una sonrisita en los labios y me dijo: «El negocio va bien, nunca ha ido mejor». -Dennis asintio, luego se encogio de hombros y torcio el gesto-. ?Sabes que? Siempre hay alguien que gana pasta con las tragedias.

99

2 de noviembre de 2001

Lorraine estaba tumbada en la cama. Las pastillas para dormir que le habia recetado el medico eran tan eficaces como un espresso doble.

Tenia el televisor encendido, ese portatil pequeno y mierdoso de la habitacion de invitados, el unico que no habian embargado los jueces porque no se debia ningun pago. Ponian una pelicula antigua. Se habia perdido el titulo, pero dejaba el aparato encendido siempre, como si la pantalla fuera un fondo de escritorio. Le gustaba la luz que emitia, los ruidos, la compania.

Steve McQueen y Faye Dunaway jugaban al ajedrez en una casa elegante con una iluminacion melancolica. Habia una atmosfera muy erotica y cargada entre ellos, con todo tipo de matices.

Ella y Ronnie solian jugar a juegos. Recordo aquellos primeros anos, cuando estaban locos el uno por el otro y a veces hacian cosas descabelladas. Jugaban al «strip-ajedrez» y Ronnie siempre la desplumaba y la dejaba desnuda mientras el se quedaba totalmente vestido. Y al «strip-Scrabble».

No volverian a jugar mas. Se sorbio la nariz.

Le costaba mucho concentrarse, pensar con claridad. No dejaba de pensar en Ronnie. Le echaba de menos. Sonaba con el las pocas veces que lograba dormir el rato suficiente para sonar. Y en sus suenos estaba vivo, sonreia, le decia que era estupida por creer que habia muerto.

Todavia temblaba cuando recordaba el contenido del sobre de FedEx que habia recibido a finales de septiembre, con fotografias de la cartera de Ronnie y de su telefono movil. Lo peor habia sido la instantanea de la cartera chamuscada. ?Habia muerto quemado?

De repente, la invadio una oleada de dolor. Empezo a sollozar. Agarrando la almohada, lloro a lagrima viva.

– Ronnie -murmuro-. Ronnie, mi querido Ronnie. Te queria tanto. Tanto.

Al cabo de unos minutos se tranquilizo, se recosto y miro la pelicula que parpadeaba en la pantalla. Y luego, total y absolutamente aterrada, vio que la puerta del dormitorio se abria de repente. Estaba entrando una figura, una sombra alta y negra. Un hombre, cuyo rostro casi oscurecido por completo quedaba dentro de la capucha de un impermeable, avanzaba hacia ella a grandes zancadas.

Ella retrocedio en la cama, aterrada, alargo la mano hacia la mesita de noche para coger algo que pudiera utilizar como arma. El vaso de agua se estrello contra el suelo. Intento gritar, pero solo consiguio proferir un sonido debil antes de que una mano le tapara la boca.

Y entonces oyo la voz de Ronnie. Un susurro agudo.

– ?Soy yo! -dijo-. ?Soy yo! Lorraine, nena, soy yo. ?Estoy bien!

Aparto la mano y se quito la capucha.

Ella encendio de inmediato la luz de la mesita. Lo miro totalmente incredula. Miro a un fantasma que se habia dejado barba y rapado la cabeza. Un fantasma que olia a la piel de Ronnie, al pelo de Ronnie, la colonia de Ronnie. Que le sujetaba la cara con unas manos que tenian el tacto de las manos de Ronnie.

Se quedo mirandolo total y absolutamente perpleja, mientras la alegria comenzaba a arder en su interior.

– ?Ronnie? Eres tu, ?verdad?

– ?Claro que soy yo!

Siguio mirandole. Boquiabierta. Mirandole. Y mirandole mas. Luego sacudio la cabeza con incredulidad, en silencio unos momentos.

– Todos dijeron… Dijeron que habias muerto.

– Perfecto -dijo-. Lo estoy.

Le dio un beso. Su aliento olia a tabaco, alcohol y un poco a ajo. En estos momentos le parecio el aroma mas maravilloso del mundo.

– Me mandaron fotografias de tu cartera y tu telefono.

Los ojos de Ronnie se iluminaron como los de un nino.

– ?Joder! ?Genial! ?Los encontraron! ?De puta madre!

Su reaccion la confundio. ?Estaba bromeando? Todo lo que estaba ocurriendo la confundia. Le toco la cara, las lagrimas rodaban por sus mejillas.

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