«Extrana costumbre — pense-; pero, que remedio, debe de ser lo normal.» — Cuarenta anos. ?Por que?
— Por nada. Pensaba que tenias cien.
Sonrei.
«Si quieres, puedo tenerlos. Lo gracioso es que es la verdad», me dije.
— ?Que te apetece?
— ?De beber? Nada, gracias.
— Como quieras.
Se dirigio a la pared, donde se abrio algo parecido a un pequeno bar. Su cuerpo tapo la abertura. Cuando se volvio, llevaba una pequena bandeja con vasos y dos botellas. Destapo una y lleno uno de los vasos de un liquido igual que la leche. — Gracias — dije —, para mi no…
— ?No te iba a dar nada! — se sorprendio.
Comprendi que habia cometido un error, aunque ignoraba cual, asi que murmure algo y tome el vaso. Ella se sirvio de la otra botella. El liquido era aceitoso, incoloro, formaba ligeras burbujas bajo la superficie y se oscurecio en seguida, como por efecto del contacto con el aire.
Ella se sento, rozo el vaso con los labios y pregunto como de pasada:
— ?Quien eres?
— Kol — repuse. Levante el vaso para observarlo; aquella leche no tenia ningun olor. No probe la bebida.
— No, en serio — dijo —. Pensaste que queria gastarte una broma, ?verdad? Pues no. Solo fue un kals. Estaba con el seis, ?sabes? Pero acabo siendo muy aburrido. Me harte…, y ya me iba cuando tu te sentaste a la mesa.
Ahora ya comprendia algo; al parecer me habia sentado a su mesa sin darme cuenta, mientras ella estaba…, ?bailando, quiza? Calle diplomaticamente.
— Desde lejos parecias tan… — no pudo encontrar la expresion adecuada.
— ?Solido…? — sugeri. Sus parpados temblaron. ?Tendria tambien alli una piel metalica? No, era pintura. Levanto la cabeza.
— ?Que quiere decir eso?
— Pues…, hum…, digno de confianza…
— Hablas de un modo muy comico. ?De donde eres?
— De muy lejos.
— ?Marte?
— Aun mas lejos.
— ?Vuelas?
— Ya he volado.
— ?Y ahora?
— Nada. He vuelto.
— ?Volveras a volar?
— No lo se. Creo que no.
La conversacion languidecio un poco. Se me antojo que la muchacha ya estaba arrepentida de su invitacion algo atolondrada, y trate de facilitarle las cosas.
— ?Acaso deseas que me vaya? — pregunte, todavia con la bebida intacta en la mano.
— ?Por que? — se sorprendio.
— Creia que… era tu deseo.
— No — dijo ella —, quieres decir… No, ?por que? ?No quieres beber?
— Si, ahora bebere.
Era leche, en efecto. [A esta hora, en estas circunstancias! Estaba tan desconcertado que ella lo observo.
— ?Que pasa? ?Esta mala?
— La…, esta leche… — murmure. Mi expresion debia ser la de un completo idiota.
— ?Que? ?Que es leche? Esto es brit…
Me limite a suspirar.
— Escucha, Nais…, ahora me ire. Si, sera lo mejor.
— Pero, entonces, ?por que has bebido? — inquirio.
La mire en silencio. El lenguaje en si no habia cambiado mucho, pero yo no entendia absolutamente nada. Nada. Son ellos los que han cambiado.
— Como quieras — dijo por fin —. Nadie te retiene. Pero ahora… — Estaba confusa. Bebio su limonada, como yo llamaba en mi mente su burbujeante bebida; y de nuevo me quede sin saber que decir. ?Que dificil era todo!
— Hablame de ti — le propuse —. ?Quieres?
— Claro… ?Y despues me contaras cosas de ti mismo?
— Si.
— Estoy en el Kawut desde hace dos anos. Pero ultimamente me he dejado ir un poco, ya no plastificaba con regularidad, y…, bueno, eso. Mi seis no es interesante, mejor dicho, no lo tengo… Es comico…
— ?Que?
— No tenerlo…
De nuevo esta oscuridad. ?De quien hablaba? ?Que era lo que no tenia? ?Padres?
?Amante? ?Amigos? Abs tenia razon al decir que no conseguiria arreglarmelas sin ocho meses en el ADAPT. Pero ahora queria mucho menos que antes volver contrito a la escuela.
— ?Y que mas? — pregunte, y como aun tenia el vaso en la mano, tome otro trago de aquella leche. Los labios de Nais dibujaron una sonrisa burlona. Apuro su vaso, tiro de la aterciopelada cobertura de su hombro y la desgarro; no se desabrocho ni se desnudo, sino que simplemente fue tirando hacia abajo y solto los jirones como si fueran basura.
— Al fin y al cabo, ya nos conocemos un poco — me dijo. Parecia mas libre. Sonrio. Habia momentos en que era maravillosamente bella, sobre todo cuando pestaneaba y su labio inferior dejaba ver los dientes brillantes. Su rostro tenia algo de egipcio. Una gata egipcia. El cabello algo mas que negro; y cuando arranco el terciopelo de los hombros y el pecho, vi que no era tan delgada como me parecio al principio. Pero ?por que se habia desgarrado el vestido? ?Acaso tenia un significado? — . ?Ahora habla tu! — exclamo, mirandome por encima del vaso.
— Esta bien — conteste, y me senti tan nervioso como si de mis palabras dependiera Dios sabe que —. Era…, era piloto. La ultima vez que estuve aqui…, ?no te asustes!
— No. ?Habla!
Sus ojos brillaban de atencion.
— Hace ciento veintisiete anos. Yo tenia treinta, entonces. La expedicion… Era piloto de la expedicion a Fomalhaut. Una distancia de veintitres anos luz. Entre ida y vuelta, volamos ciento veintisiete anos en tiempo de la Tierra y diez anos en tiempo de a bordo. Hemos regresado hace cuatro dias… El Prometeo, mi nave, se quedo en la Luna. Hoy he llegado de alli. Eso es todo.
Me miro. No dijo nada. Sus labios se movieron, se abrieron y volvieron a cerrarse. ?Que habia en sus ojos? ?Asombro? ?Admiracion? ?Temor?
— ?Por que no dices nada? — pregunte. Tuve que carraspear.
— Y… asi, ?cuantos anos tienes realmente?
Sonrei, pero no fue una sonrisa amable.
— ?Que significa «realmente»? Biologicamente, tengo cuarenta anos, pero tal como se mide el tiempo en la Tierra, ciento cincuenta y siete…
Un largo silencio, y de pronto:
— ?Habia mujeres alli?
— Espera — conteste —. ?Tienes algo de beber?
— ?Como dices?
— Algo fuerte, ya sabes. Alcohol…, ?o es que ya no se bebe?