Capitulo IV

Los servicios del Sub-Ingeniero principal Miqueut se agrupaban en el ultimo piso del edificio ocupado por el conjunto del Consortium. Un corredor central servia para un cierto numero de escritorios que se comunicaban entre si por una serie de puertas interiores. En el centro de gravedad reinaba Leon-Charles, encuadrado por Rene Vidal a la derecha y Emmanuel Pigeon del otro lado. Al costado del escritorio de Vidal, se encontraba el de Victor Leger que lo compartia con Henri Levadoux. Pigeon tenia frente a frente a Adolphe Troude y Jacques Marion ocupaba al lado de ellos un escritorio situado en el extremo del corredor. Enfrente estaban los escritorios de las secretarias y la cabina telefonica.

Leger salio por el escritorio de Vidal.

– ?Bajo! -exclamo al pasar.

Vidal ya habia oido bajar a Miqueut, detenerse para orinar en los lavatorios, lo que hacia inmutablemente cada vez que dejaba su escritorio, y tomar la escalera. Pigeon, de oido fino, junto a los otros dos y Levadoux vino a completar la asamblea.

Se reencontraban en lo de Vidal cuando el Sub-Ingeniero principal bajaba a discutir con Toucheboeuf con quien tenia reunion.

Por lo comun, Adolphe Troude se quedaba en su escritorio y cubria innumerables hojas de borradores que provenian de viejos Nothons anulados, con una secuela de signos comparables a la elucubracion de un himenoptero analfabeto y dipsomano.

Marion dormia con el menton comodamente apoyado en la extremidad de una regla de peral bifurcado. Acababa de casarse; esto parecia no resultarle. Es verdad que habia estado mucho tiempo en el ejercito antes de entrar al C.N.U. y estos golpes conjugados podian tener efectos.

– Senores -declaro Pigeon-, nuestros precedentes acuerdos nos han aportado preciosas referencias sobre los comportamientos del Sub-Ingeniero principal Miqueut. Para resumir, aqui esta lo que ya sabemos, gracias a nuestras observaciones personales: a) Dice 'al placer' [6] por telefono;

b) Emplea a menudo la expresion tan conocida: 'con respecto a eso que';

c) Se rasca los alrededores de la bragueta;

d) Solo deja de rascarse para comerse las unas.

– Estamos de acuerdo -respondio Vidal.

– Mis cogitaciones recientes -continuo Pigeon- me incitan por el contrario a afirmar que no estamos de acuerdo sobre el ultimo punto:

– No se come las unas.

– ?Siempre esta chupandose los dedos! -protesto Leger.

– Si -respondio firmemente Pigeon-, despues de haberselos metido en la nariz. El processus es el siguiente: se rasca los dientes con las unas, para afilar estas despues las introduce en la nariz y las retira de nuevo con su cargamento. Alisa su bigote por medio de la baba que cubre la extremidad de las falanges y saborea por fin el fruto de sus busquedas.

– ?Aprobado! -dijo Levadoux-. Nada que agregar. Nada por el momento.

– ?Aunque -concluyo Vidal-, lo que uno puede aburrirse!

– ?Es la locura, lo que uno se aburre! -aprobo Pigeon.

– ?Se estaria tan bien afuera! -dijo Levadoux, y esta original observacion hizo pasar por el fondo de sus ojos de topacio quemado una nube de nostalgia galopante.

– Yo -dijo Leger- no me aburro. Por el contrario acabo de darme cuenta gracias a un calculo de los mas astutos que he leido en un Boletin de los aseguradores de consejos hereticos de Francia que ya he sobrepasado la mitad de mi existencia normal. Lo mas duro esta hecho.

Bajo esta nocion consoladora, se separaron entonces. Pigeon volvio a su escritorio para hacer una suma, Victor se remitio al estudio del ingles y Levadoux al Cepeha, un examen muy dificil que presentaba a fin de ano. Pensaba, en efecto, abandonar el C.N.U. y el diploma del Cepeha le seria extremadamente util para volver mas tarde.

Rene Vidal se dedico a copiar algunas partituras. Tocaba la trompeta armonica en la orquesta de jazz aficionada de Claude Abadie y eso le llevaba mucho tiempo.

Accesoriamente, todos redactaban proyectos de Nothons de los cuales el Sub-Ingeniero principal Miqueut, grandeza de alma sin igual, asumia la entera responsabilidad cuando estaban terminados.

Capitulo V

Al volver a quedar solo en su escritorio, Rene Vidal volvio a su trabajo del momento, que consistia en la perforacion de un cierto numero de hojitas destinadas a recibir sus anotaciones personales.

Apenas llevaba diez minutos haciendo agujeros cuando el chirrido del telefono interior resono.

Descolgo.

– ?Hola? ?Senor Vidal? Aqui la senorita Alliage.

– Buenos dias, senorita -dijo Vidal.

– Buenos dias, senor. Senor, aqui hay un visitante que quisiera ver al senor Miqueut.

– ?Por que asunto? -pregunto Vidal.

– Un asunto de guantes blancos, pero su conversacion es dificil de seguir.

– ?De guantes blancos? -murmuro Vidal-. ?Es cuero o tejido?… Entonces es para mi. Hagalo subir, senorita. Voy a recibirlo yo porque el senor Miqueut esta en reunion. ?Como se llama?

– Es el senor Tambretambre, senor. Entonces, se lo envio.

– Eso es.

Vidal volvio a colgar.

– Basta, muchachos -dijo entreabriendo la puerta de Leger y Levadoux-. Tengo un visitante.

– ?Diviertase! -dijo Leger con desden y, sin transicion se puso a declamar: 'My tailor is rich', la primera leccion de su metodo.

Vidal barrio con un movimiento circular y centripeto del brazo derecho la superficie atestada de su escritorio y hundio el monton de papelotes en el cajon de la izquierda, lo que dio al conjunto un aire mas digno. Despues tomo un documento roneote y se puso a estudiarlo atentamente. Siempre era el mismo que le servia. Tenia siete anos, pero era muy grueso y parecia muy serio. Trataba de la unificacion de las clavijitas para ruedas traseras de carretillas ligeras de transporte de materiales de construccion de dimensiones inferiores a 17.30.15 centimetros y no susceptibles de constituir un peligro notable para su manutencion. El problema no estaba aun solucionado pero el documento no se habia deteriorado.

Dos golpes sonaron en la puerta.

– ?Entre! -grito Vidal.

Antioche entro.

– Buenos dias, senor -dijo Vidal-. Sientese, por favor.

Le adelanto una silla.

Los dos hombres se miraron durante unos instantes y constataron que se parecian de una manera curiosa, lo que los animo mucho.

– Senor -dijo Antioche-, desearia ver al senor Miqueut por un asunto personal. De hecho, para pedirle la mano de su sobrina.

– Permitame congratularlo… -dijo Rene Vidal disimulando una sonrisa piadosa.

– No lo haga, es para un amigo -agrego vivamente Antioche.

– ?Y bien! Si su amistad se traduce en servicios como este le estaria infinitamente reconocido si me considerara de ahora en adelante como un enemigo posible -dijo Vidal en el mas puro estilo del C.N.U.

– En otros terminos -concluyo Antioche, que gustaba de un lenguaje simple-, el Sub-Ingeniero Miqueut es un jodido.

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