casa se sentia seguro, mas seguro que en ninguna parte, y aunque no tenia derecho a tomarse esta libertad, sospechaba que no seria mala cosa que al entrar le encontrase alli. Se quedaria sorprendida, tal vez, pero al mismo tiempo esto afirmaria una cuestion importante, la unica cuestion que era preciso dejar bien sentada. Ella veria que no habia forma de librarse de el, que el era ya un hecho ineludible en su vida. Dependiendo de como respondiera, el podria juzgar si lo habia entendido asi o no.
Su plan era fingir que dormia cuando ella llegase. Pero Lillian volvio tarde, mucho despues de la hora que habia mencionado aquella manana, y para entonces los ojos de Sachs se habian cerrado contra su voluntad y estaba dormido de verdad. Fue un desliz imperdonable -estaba despatarrado en el sofa con todas las luces encendidas-, pero al final no parecio tener gran importancia. El ruido de una puerta al cerrarse le sobresalto a la una y media y lo primero que vio fue a Lillian de pie en la puerta con Maria en los brazos. Sus ojos se encontraron, y durante un instante una sonrisa cruzo por sus labios. Luego, sin decirle una palabra, subio la escalera con su hija. El supuso que volveria a bajar despues de meter a Maria en la cama, pero al igual que habia ocurrido con otras muchas suposiciones que habia hecho en aquella casa, se equivoco. Oyo que Lillian entraba en el cuarto de bano del piso de arriba y se lavaba los dientes y luego, al cabo de un rato, siguio el sonido de sus pasos cuando entro en su dormitorio y encendio la television. El volumen estaba bajo y lo unico que distinguia era un murmullo de voces, un ruido sordo de musica que hacia vibrar las paredes. Se sento en el sofa, plenamente consciente ahora, suponiendo que bajaria en cualquier momento para hablar con el. Espero diez minutos, luego veinte, luego media hora, y al final la television se callo. Despues de eso espero otros veinte minutos y como ella no habia bajado aun, comprendio que no tenia intencion de hablar con el, que ya se habia dormido. Era un triunfo en cierto modo, penso, pero ahora que habia pasado, no estaba completamente seguro de como interpretar la victoria. Apago las lamparas del cuarto de estar, se acosto de nuevo en el sofa y se quedo alli tumbado en la oscuridad con los ojos abiertos, escuchando el silencio de la casa.
Despues de eso no se hablo mas de que se trasladara a un motel. El sofa del cuarto de estar se convirtio en la cama de Sachs y empezo a dormir alli todas las noches. Todos lo dieron por sentado y ni siquiera se menciono nunca el hecho de que ahora el pertenecia a la casa. Era algo natural, un fenomeno tan poco digno de ser comentado como un arbol o una piedra o una particula de polvo en el aire. Eso era precisamente lo que Sachs espero desde el principio, y sin embargo su papel entre ellas nunca estuvo claramente definido. Todo se habia organizado de acuerdo con un entendimiento secreto e inexpresado, y el sabia instintivamente que seria un error preguntarle a Lillian que queria de el. Tenia que averiguarlo el solo, encontrar su sitio basandose en los indicios y gestos mas pequenos, en los comentarios y evasivas mas inexcrutables. No era que temiese lo que pudiera suceder si cometia una equivocacion (aunque nunca dudo de que la situacion pudiera volverse en su contra, de que ella pudiera cumplir su amenaza y llamar a la policia), sino que mas bien queria que su conducta fuera ejemplar. Esa era en primer lugar la razon por la que habia ido a California: para reinventar su vida, para encarnar una idea de bondad que le permitiera tener una relacion completamente diferente consigo mismo. Pero Lillian era el instrumento que habia elegido y solo a traves de ella podria lograrse esta transformacion. Lo habia concebido como un viaje, como una larga travesia por las tinieblas de su alma, pero ahora que se encontraba en camino, no estaba seguro de viajar en la direccion correcta.
Tal vez no habria sido tan duro para el si Lillian hubiese sido otra persona, pero el esfuerzo de dormir bajo el mismo techo que ella todas las noches le tenia en permanente desequilibrio. Despues de solo dos dias, se asusto al descubrir lo desesperadamente que deseaba tocarla. Se dio cuenta de que el problema no era su belleza, sino el hecho de que su belleza era la unica parte de si misma que ella le permitia conocer. Si hubiese sido algo menos intransigente, menos reacia a tratarle de una forma directamente personal, el habria tenido algo mas en que pensar y el hechizo del deseo tal vez se habria roto. Pero ella se negaba a revelarse ante el, lo cual significaba que nunca se convirtio en algo mas que un objeto, algo mas que la totalidad de su yo fisico, y ese yo fisico tenia un tremendo poder: deslumbraba y asaltaba, aceleraba el pulso, echaba abajo cualquier resolucion elevada. No era esta la clase de lucha para la que Sachs se habia preparado. No encajaba en absoluto en el esquema que tan cuidadosamente habia trazado en su cabeza. Ahora su cuerpo se habia sumado a la ecuacion, y lo que antes le habia parecido sencillo se habia transformado en una marana de estrategias febriles y motivaciones clandestinas.
A ella le oculto todo esto. Dadas las circunstancias, su unico recurso era responder a su indiferencia con una calma inalterable, fingir que estaba satisfecho con que las cosas estuvieran de aquel modo. Adoptaba una actitud alegre cuando estaba con ella; se mostraba imperturbable, amistoso, acomodaticio; sonreia de vez en cuando; nunca se quejaba. Puesto que sabia que ella ya estaba en guardia, que ya habia sospechado que sus sentimientos eran aquellos de los que ahora se sentia culpable, era especialmente importante que nunca le pillara mirandola de la forma en que deseaba mirarla. Una sola mirada le habria destruido, especialmente con una mujer tan experta como Lillian. Durante toda su vida los hombres la habian mirado fijamente y seria sumamente sensible a sus miradas, al menor indicio de intencion en sus ojos. Esto le producia una tension casi insoportable siempre que ella estaba cerca, pero aguantaba valientemente y nunca abandonaba la esperanza. No le pedia nada, no esperaba nada de ella y rezaba para llegar a vencerla por agotamiento. Esa era la unica arma que tenia a su disposicion y la sacaba siempre que tenia la oportunidad. Se humillaba ante ella con ese proposito, con tan apasionada abnegacion que su misma debilidad se convertia en una especie de fuerza.
Durante los primeros doce o quince dias ella apenas le dirigio la palabra. El no tenia ni idea de que hacia durante sus largas y frecuentes ausencias de la casa y, aunque hubiese dado casi cualquier cosa por averiguarlo, nunca se atrevio a preguntarselo. La discrecion era mas importante que el conocimiento, pensaba, y antes que correr el riesgo de ofenderla, preferia guardarse su curiosidad y esperar a ver lo que pasaba. Casi todas las mananas ella salia de casa a las nueve o las diez, a veces regresaba por la tarde y otras veces no volvia hasta muy tarde, bien pasada la medianoche. A veces salia por la manana, regresaba a casa por la tarde para cambiarse de ropa y luego desaparecia durante el resto de la noche. En dos o tres ocasiones no volvio hasta la semana siguiente. Entonces entraba en la casa, se cambiaba de ropa y volvia a marcharse rapidamente. Sachs suponia que pasaba las noches en compania de algun hombre -tal vez siempre el mismo, tal vez diferentes hombres-, pero era imposible saber adonde iba durante el dia. Parecia probable que tuviese alguna clase de trabajo, pero eso era solo una suposicion. Que el supiera, tambien podia pasar las horas dando vueltas en el coche, yendo al cine, o a la orilla del mar mirando las olas.
A pesar de estas idas y venidas, Lillian nunca dejaba de decirle cuando volveria. Lo hacia mas por Maria que por el y, aunque solo daba una hora aproximada (“Volvere tarde”, “Hasta manana por la manana”), esto le ayudaba a organizar su tiempo y a evitar que la casa cayera en un estado de confusion. Estando Lillian fuera tan a menudo, la tarea de cuidar a Maria recaia casi toda en Sachs. Ese era el giro mas extrano de todos, porque por muy seca y distante que ella fuera cuando estaban juntos, el hecho de que Lillian no vacilara en dejarle al cuidado de su hija demostraba que ya confiaba en el, tal vez mas de lo que ella misma sabia. Sachs trataba de encontrar consuelo en esta paradoja. Nunca dudo de que en algun sentido ella se estaba aprovechando de el - cargando sus responsabilidades en un primo voluntario-, pero en otro sentido el mensaje parecia bastante claro: se sentia segura con el, sabia que no estaba alli para hacerle dano.
Maria se convirtio en su companera, su premio de consolacion, su infalible recompensa. Le preparaba el desayuno todas las mananas, la acompanaba al colegio, la recogia por la tarde, le cepillaba el pelo, la banaba, la metia en la cama por la noche. Eran estos placeres que el no podia haber imaginado, y a medida que el lugar que el ocupaba en la rutina de la nina se hacia mas solido, el afecto entre ellos se hacia mas profundo. Antes Lillian le encargaba a una mujer que vivia en la misma manzana el cuidado de Maria, pero aunque Mrs. Santiago era amable, tenia una familia numerosa y raras veces le hacia mucho caso a Maria excepto cuando alguno de sus hijos se metia con ella. Dos dias despues de que Sachs se instalara en la casa, Maria anuncio solemnemente que no volveria jamas a casa de Mrs. Santiago. Preferia la forma en que el se ocupaba de ella, dijo, y si no le molestaba demasiado, pasaria su tiempo con el. Sachs le dijo que estaria encantado. Iban andando por la calle, de vuelta del colegio, y un momento despues de darle esa respuesta sintio que su manita le agarraba el pulgar. Continuaron andando en silencio durante medio minuto y luego Maria se detuvo y dijo:
– Ademas, Mrs. Santiago tiene sus propios hijos, y tu no tienes ninos, ?verdad?
Sachs ya le habia dicho que no tenia hijos, pero nego con la cabeza para indicarle que su razonamiento era correcto.
– No es justo que alguien tenga demasiados y otra persona este completamente sola, ?verdad? -continuo Maria. De nuevo Sachs nego con la cabeza y no la interrumpio-. Creo que esto esta bien -dijo ella-. Ahora tu me tendras a mi y Mrs. Santiago tendra sus propios hijos, asi todo el mundo estara contento.