– Hay un abogado que vive en Hoxton. Su nombre es Blyth. Se encargo de algunos asuntos mios la semana pasada, solo que salio mal, porque no actuo con la prudencia que requeria la situacion. Es por eso que yo misma tuve que ir a Kent para arreglarlo.
– ?Oh, ya veo! -dijo el hombre mostrando un sutil interes-. Le gustaria que le diera a ese abogado una buena leccion, ?me equivoco?
– Ha dado en el clavo, senor Hopkins.
– Bueno, creo que podre encargarme de eso -dijo con toda tranquilidad, mientras soplaba el te-. Es… curioso el manuscrito, ?verdad?
– Para mi no -dijo la senora Holland-. Conozco ya toda la historia de memoria.
– ?Ah, si? -dijo el senor Hopkins con mucho tiento.
– Pero si que podria ser interesante para esa jovencita. Estoy segura de que si leyese esto, seria un gran desastre. Todos mis planes se vendrian abajo.
– ?De verdad?
– Asi que creo que sera mejor que tenga un accidente.
Se hizo el silencio. El no sabia como ponerse en la silla.
– Bien -dijo el por fin-, no estoy seguro de que quiera saber nada sobre eso, senora Holland.
– Pues yo creo que no tiene otra opcion, senor Hopkins -le respondio la senora, hojeando las paginas del diario-. Por Dios, estas paginas estan sueltas. Espero que no haya perdido ninguna.
– No la entiendo, senora H., ?que quiere decir con eso de que no tengo otra opcion?
Pero ella ya no le escuchaba. Sus ojos de anciana se habian concentrado en la lectura; leyo la ultima pagina del diario, volvio atras, hojeo el resto, lo volvio a leer, sostuvo el manuscrito en alto y lo sacudio, y finalmente lo cerro de golpe profiriendo una maldicion. El senor Hopkins se echo atras, inquieto.
– ?Que sucede? -dijo el.
– ?Estupido! ?Maldito idiota! ?Es usted un autentico inepto! ?Ha perdido la pagina mas importante de todo el maldito diario!
– Pensaba que habia dicho que conocia su contenido de memoria, senora.
Le lanzo el diario de malas maneras.
– Lea esto, si puede. ?Lealo!
La senora hinco un dedo, calloso y arrugado, en el ultimo parrafo del manuscrito. El lo leyo en voz alta:
– «Por tanto, he sacado el rubi del banco. Es la unica oportunidad que me queda de redimirme y salvar algo de mi desastrosa vida. El testamento que hice, siguiendo las instrucciones de esa mujer, ha quedado invalidado; su abogado no consiguio encontrar ninguna solucion a lo que ya estaba firmado. Morire sin testamento. Pero quiero que tengas la piedra. La he escondido y, para asegurarme aun mas, ocultare el lugar exacto mediante un mensaje en clave. Esta en…»
Ya no habia nada mas. El la miro.
– Si, senor Hopkins -dijo ella con una sonrisa-. ?Se da cuenta de lo que ha hecho? El se encogio de miedo.
– No estaba en el diario, senora -dijo el-. ?Se lo juro!
– He dicho algo acerca de un accidente, ?verdad? El hombre trago saliva.
– Bien, como he dicho antes, yo…
– Si, hombre, si, usted se encargara de que tenga un pequeno accidente. Lo hara muy bien, senor Hopkins. Una simple mirada al periodico de manana y hara lo que yo quiera.
– ?Que quiere decir?
– Espere y lo vera -dijo ella-. Va a conseguir el trozo de papel, senor Hopkins, lo tiene que tener ella en alguna parte, y entonces la eliminara.
– No puedo hacerlo -respondio con tristeza.
– Por supuesto que lo va a hacer, senor Hopkins. No le quepa la menor duda.
Consecuencias financieras
Hopkins no tardo mucho en encontrar el articulo en el periodico. Parecia que la noticia fuera a abalanzarse sobre el, con las sirenas, los silbatos de los policias y el ruido metalico de unas esposas.
MUERTE MISTERIOSA DE UN COMANDANTE RETIRADO
EL AMA DE LLAVES ASEGURA HABER VISTO A UN HOMBRE CON UN TRAJE A CUADROS, UN SUPERVIVIENTE
La policia de Kent ha sido avisada esta manana de la misteriosa muerte del comandante George Marchbanks, en Foreland House, Swaleness.
Su ama de llaves, la senora Thorpe, descubrio el cuerpo en la biblioteca de su vivienda, una casa aislada situada en las afueras del pueblo. Al parecer, le dispararon. Se ha encontrado una pistola descargada en los alrededores.
El comandante estaba retirado y el ama de llaves era la unica sirvienta que tenia. Segun la declaracion realizada por el comisario Hewitt, del cuerpo de policia de Kent, se esta siguiendo la pista de un hombre que lleva un traje a cuadros, un bombin y un alfiler de diamantes en la corbata. Dicho hombre visito al comandante Marchbanks la manana en que murio, por lo que se cree que debio de producirse una violenta discusion entre ellos.
El comandante Marchbanks era viudo y sin familia. Sirvio en la India durante muchos anos…
Hopkins estaba ciego de ira y tuvo que sentarse para tranquilizarse y recuperar el aliento.
– Vieja bruja -murmuro-. Eres una mala pecora. Lo tenias todo calculado… ?maldita perra! Te…
Pero estaba atrapado, y lo sabia. Si no hacia lo que ella queria, la senora Holland inventaria alguna prueba irrefutable que le enviaria directamente a la horca por un asesinato que el no habia cometido. Empezo a respirar con cierta dificultad y fue inmediatamente a cambiarse de ropa; se puso un traje nuevo, azul obscuro, mientras se preguntaba a que clase de juego estaba jugando la senora Holland. Si no habia dudado en recurrir al asesinato, lo que buscaba debia de tener un valor incalculable.
La sirvienta de la senora Rees, Ellen, odiaba a Sally, y no sabia por que. Seguramente debia de ser por envidia y despecho, y se sentia tan mal por tanta concentracion de sentimientos negativos en su interior que, cuando encontraba una excusa para poder mostrar su antipatia, la aprovechaba sin pensarlo dos veces.
Hopkins le proporciono esa excusa. La senora Holland habia conseguido sonsacar a uno de los empleados del abogado la direccion de Sally y la refinada educacion de Hopkins habian hecho el resto. Se presento a Ellen como un inspector de policia y le dijo que Sally era una ladrona que habia robado unas cartas, que era un asunto especialmente delicado, que el mas minimo escandalo en una familia tan bien considerada…, la mas noble de la zona, etcetera. Todo eso, por supuesto, no tenia ningun sentido, pero era el tipo de cosas que llenaban las paginas de las revistas que Ellen leia, y mordio el anzuelo al instante.
Su conversacion tuvo lugar al pie de la escalera. Pronto la convencio de que su deber con ella misma, con su senora y su pais la obligaba a dejar entrar en secreto a Hopkins en la casa, cuando todo el mundo se hubiera ido a dormir. Asi pues, hacia la medianoche, la sirvienta abrio la puerta de la cocina, y Hopkins, alentado por algunas copas de conac, se encontro subiendo las escaleras hacia la habitacion de Sally. Tenia ya experiencia en este tipo de asuntos, aunque el preferia robar carteras, un juego limpio y de hombres. Se movio muy sigilosamente. Hizo senas a la sirvienta para que se fuera a la cama y le dejara continuar con su trabajo, y espero en el rellano hasta que estuvo seguro de que Sally estaba dormida. Una petaca de plata le acompanaba; bebio un par de largos tragos para tranquilizarse, antes de decidir que habia llegado el momento de actuar.
Hizo girar el pomo de la puerta y la abrio, pero no demasiado, sobre todo porque Ellen le habia dicho que chirriaba. La luz de la farola de gas que habia en la calle se filtraba a traves de las finas cortinas y dejaba ver casi toda la habitacion. Se quedo bastante quieto durante dos minutos mas, orientandose y fijandose especialmente en el suelo; no habia nada peor que tropezar con un pliegue de la alfombra o una prenda de ropa que se le hubiese caido a Sally por despiste.
Lo unico que se oia en la habitacion era la respiracion de Sally. De vez en cuando, tambien el traqueteo de