fregarlos.

Sally se preguntaba como podian sobrevivir con solo una sopa, pero no tuvo la oportunidad de decir nada; cuando por fin llegaba una pausa en la conversacion, enseguida la acribillaban a preguntas, y antes de que acabaran de comer sabian tanto como ella sobre el misterio. O los misterios.

– De acuerdo -dijo Frederick, y de alguna forma, mientras comian el plumcake, habian empezado a tutearse sin darse cuenta-, dime entonces: ?por que no acudes a la policia?

– Pues de verdad que no se por que. Bueno…, si lo se. Parece que todo tiene alguna relacion con mi nacimiento, o con la vida de mi padre en la India…, con mi pasado… De todas formas, prefiero mantenerlo en secreto hasta que averigue mas al respecto.

– Pues claro que si -dijo Rosa-. ?La policia es tan estupida, Fred!… Acudir a ella es lo ultimo que deberia hacer.

– Te han robado -senalo Frederick-. Y ademas dos veces.

– Aun asi, prefiero no hacerlo. Hay tantas razones… Aun no se lo he contado ni al abogado, que me han robado.

– Y ahora te has ido de casa -dijo Rosa-. ?Donde vas a vivir?

– No lo se. Aun tengo que encontrar algun sitio donde alojarme.

– Bueno, eso es facil. Aqui tenemos mucho espacio. De momento puedes utilizar la habitacion del tio Webster. Trembler te mostrara donde esta. Ahora tengo que irme al ensayo. ?Nos vemos despues!

Y antes de que Sally le pudiera dar las gracias, ya habia desaparecido.

– ?Estas seguro? -pregunto Sally a Frederick.

– ?Pues claro que si! Y si queremos hacer las cosas como Dios manda, nos puedes pagar un alquiler.

Penso en el dia de la tienda de campana y se sintio desorientada, pero Frederick ya no la miraba y estaba escribiendo algo en un trozo de papel.

– Trembler -dijo el chico-, ?podrias ir a casa del senor Eeles y pedirle que te preste estos libros?

– De acuerdo, senor Fred. Pero aun tenemos que preparar las placas. Y el magnesio.

– Hazlo cuando vuelvas.

El hombre bajito se fue, y Sally le pregunto a Garland:

– ?Trembler es su verdadero nombre?

– Se llama Theophilus Molloy, pero, en serio, ?podrias llamar a alguien Theophilus? Yo no. Y sus compinches solian llamarle Trembler; supongo que de ahi se le quedo el nombre. Es un carterista fracasado. Le conoci cuando intentaba robarme la cartera. Se sintio tan aliviado cuando le pille que un poco mas y se pone a llorar de gratitud… y esta con nosotros desde entonces. Bueno, creo que deberias leer el periodico. Veo que tienes un ejemplar del The Times. Echa una ojeada a la pagina seis.

Sally, sorprendida, lo hizo. Cerca del pie de la pagina vio un pequeno parrafo que informaba de la misma noticia que habia aparecido en el periodico que Hopkins habia leido el dia anterior.

– ?El comandante Marchbanks muerto? -exclamo la chica, perpleja-. No me lo puedo creer. Y ese hombre -el del traje a cuadros- ?fue el que me robo el libro! ?El hombre del tren! ?Crees que tambien venia de…?

– Pero no subio en la estacion de Chatham, ?no? Desde luego, yo no lo vi en Swaleness. Quiza la senora Holland le envio un mensaje. Y entonces, anoche, regreso para recuperar el resto.

– Y tambien se llevo mi pistola.

– Es normal que lo hiciera, teniendola a su alcance. Pero ?no dices que guardas una copia de los papeles? Echemosles un vistazo.

Abrio su diario y paso las paginas justo hasta el punto que buscaban. El se inclino para leer:

– «… un lugar en la obscuridad, bajo una cuerda anudada. Tres luces rojas brillan claramente en un punto mientras la luna se refleja en el agua. Cogelo. Ahora te pertenece, por mi decision de regalartelo y por las leyes de Inglaterra. An-tequam haec legis…» ?Dios mio!

– ?Que? ?Sabes leer latin?

– ?No sabes lo que dice?

– No, ?que es?

– Dice: «Cuando leas esto, estare muerto. Que mi memoria sea…», ?como es esa palabra? Hum…, «que yo sea olvidado pronto».

La chica sintio un escalofrio.

– Sabia lo que iba a ocurrirle -dijo Sally.

– Quiza no fue un asesinato -anadio Frederick-. Quiza fue un suicidio.

– Pobre hombre -dijo la muchacha-. Era tan infeliz…

Sus ojos se llenaron de lagrimas. Era esa casa fria y vacia, y la gran amabilidad con que la habia tratado…

– Lo siento -musito ella.

El movio la cabeza y le ofrecio un panuelo limpio. Despues de que Sally se secara las lagrimas, Garland le dijo:

– Esta hablando de un escondite, ?te das cuenta? Te esta diciendo donde esta el rubi y que te pertenece a ti.

– Las leyes de Inglaterra… Pense que quiza se referia a algun tesoro encontrado…, pero en ese caso perteneceria a la Corona. No he podido descifrar lo que significa todo esto.

– Yo tampoco…, aun no. Y luego esta el tipo que fuma opio, Bedwell. Quiza es mas facil tratar con… Ah, aqui esta Trembler.

– Aqui tiene, senor Fred -dijo Trembler, que entro con tres grandes libros-. ?Puedo ir a preparar las placas?

– Por supuesto, ?aja!, Guia de sacerdotes anglicanos de Crockford. Bedwell… Bedwell… -Frederick hojeo las paginas de un solemne y voluminoso tomo hasta que encontro lo que estaba buscando-. Bedwell, reverendo Nicholas Armbruster. Nacido en 1842; educado en Rugby; licenciado en Letras por la Universidad de Oxford, 1864; sacerdote en St. John's, Summertown, Oxford.

– Son gemelos -comento Sally.

– Exactamente. Creo que si alguien puede sacar a ese hombre de la pension de la senora Holland, es su propio hermano. Iremos a visitarlo manana a Oxford.

Durante el resto del dia y de la noche le explicaron mas cosas sobre la familia Garland. Frederick tenia veintiun anos, Rosa dieciocho, y la casa y la tienda pertenecian a su tio, Webster Garland, que era, segun Frederick, el mejor fotografo de la epoca. Estaba de viaje en Egipto, y Frederick se habia hecho cargo de la casa; el resultado habia sido el pobre estado de las cuentas, lo que tanto habia enfurecido a Rosa. Trembler se lo habia contado mientras Sally, sentada en la trastienda, comenzaba a sacar algo en claro de la contabilidad. Frederick habia salido a las tres para hacer algunas fotografias en el Museo Britanico y Trembler habia empezado a hablar por los codos.

– Es un artista, senorita, ese es el problema -explico Trembler-. Se puede ganar mucho dinero con la fotografia si se quiere, pero al senor Fred no le interesan los retratos y las bodas. Le he visto pasar hasta una semana entera sentado, mas quieto que una estatua, en un solo sitio, esperando a que incidiera la luz correcta en una pequeno estanque de agua. Es realmente bueno, creame. Un dia se que inventara cosas, aunque eso significa gastar una cantidad de dinero que no se puede ni imaginar. La senorita Rosa es la que mantiene este negocio a flote.

Rosa era actriz, como Frederick habia dicho, y en ese momento tenia un papel en Vivo o muerto, en el Queen's Theatre. Solo un papel secundario, dijo Trembler, pero seguro que un dia llegaria a ser una estrella. Con su fisico y su temperamento, bueno, el mundo no podria resistirse a sus encantos. Hasta ahora las compensaciones eran escasas, aunque la mayor parte del dinero que entraba en el 45 de Burton Street eran los ingresos de la chica.

– Pero Frederick ha ganado bastante dinero -dijo Sally, mientras clasificaba un monton de recibos desordenados y facturas con garabatos, y ponia los ingresos en un lado y los gastos en el otro.

– En realidad, tenemos bastantes ingresos. Pero parece que todo se va tal como entra -dijo Rosa.

– Si encuentra la forma de que algo de ese dinero se quede aqui, senorita, les haria el favor mas grande de su vida. Ademas, el senor Frederick es incapaz de hacerlo.

Sally trabajo en ello durante toda la tarde, y poco a poco consiguio poner un poco de orden en aquel caos de facturas arrugadas e impagas. Aquello le encantaba. Por fin habia encontrado algo que entendia y podia manejar,

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