Pension Holland

Muelle del Ahorcado

Wapping

Estimada Sra. Holland:

Le agradezco su atenta carta del 25 del corriente. Tengo el honor de informarle que la propuesta de su cliente me ha interesado y me gustaria poder concertar una entrevista con el en mi oficina el jueves 31 a las 10 de la manana.

Su humilde y atento servidor

S. Selby

«Ya esta -penso mientras la echaba al buzon-, a ver que es lo que trae» La verdad es que tenia sus dudas de que ese cliente existiera; parecia mas una simple habladuria de los muelles que otra cosa. Simplemente eso.

El miercoles por la manana hacia frio, y una ligera neblina flotaba en el aire. Frederick le anuncio a Sally a la hora del desayuno (huevos escalfados) que iria con ella a Oxford. Asi tambien aprovecharia para hacer algunas fotos, dijo el, y ademas, era conveniente que hubiera alguien con ella en el tren para mantenerla despierta, por si se quedaba dormida otra vez. El muchacho le hablaba de forma desenfadada, pero la chica sabia que Fred era consciente del peligro que corria. Sin su pistola se sentia aun mas vulnerable, por lo que estuvo contenta de que la acompanara.

El viaje transcurrio rapidamente. Llegaron a Oxford hacia el mediodia y almorzaron en el Hotel del Ferrocarril.

Sally habia hablado mucho en el tren -hablar con Frederick y escucharle parecia la cosa mas natural y agradable del mundo-, pero en el restaurante se sintio, una vez sentada a la mesa delante de el, con los cubiertos, servilletas y vasos puestos, absurdamente cohibida.

– ?Te pasa algo? -pregunto Frederick en un momento dado.

Sally habia estado mirando fijamente al plato, intentando encontrar algun tema de conversacion. Y ahora se ruborizaba.

– No, ?por que me tiene que pasar algo? -contesto como si fuera una nina mimada, y ella misma se dio cuenta de ello.

El muchacho arqueo las cejas y no dijo nada mas.

La comida, en resumen, no fue precisamente un exito, y se separaron inmediatamente despues: ella para coger un taxi e ir a la Parroquia de St. John, y el para hacer fotografias de algunos edificios.

– Ten cuidado -dijo el muchacho cuando Sally se iba. A Sally le hubiese gustado volver atras y explicarle por que se habia quedado en silencio durante el almuerzo, pero ya era demasiado tarde.

La Parroquia de St. John estaba situada a poco mas de tres kilometros del centro de Oxford, en el pueblo de Summertown.

El taxi la llevo hasta Banbury Road, pasando por los grandes chales de ladrillo recien construidos en la zona norte de Oxford. La parroquia estaba junto a la iglesia, en una pequena y tranquila calle, flanqueada por hileras de olmos.

La neblina matinal ya se habia disipado a esas horas y la palida luz del sol brillaba debilmente mientras Sally llamaba a la puerta.

– El parroco no esta, pero el senor Bedwell si, senorita -dijo la sirvienta que le abrio la puerta-. Por aqui, por favor, en el estudio…

El reverendo Nicholas Bedwell era un hombre rubio, bajo y robusto, con una expresion divertida en la cara. Sus ojos se abrieron completamente cuando Sally entro, y ella observo con sorpresa la mirada de admiracion del sacerdote. Bedwell le ofrecio una silla y arrastro su silla para sentarse frente a ella.

– Digame, senorita Lockhart -dijo jovialmente-, ?En que puedo ayudarla? ?Desea casarse?

– Le he venido a traer noticias de su hermano -contesto la chica.

Bedwell se puso en pie de un salto. Su rostro mostraba una subita y desbordante excitacion.

– ?Lo sabia! -grito el, golpeandose la palma de la mano con el puno-. ?Esta vivo? ?Matthew esta vivo? Sally asintio.

– Se aloja en una pension, en Wapping. Al menos lleva alli una semana o diez dias, creo, y… fuma opio. Pero me parece que esta atrapado.

La cara del sacerdote se ensombrecio de golpe y luego se desplomo sobre su silla. Sally le explico brevemente como se habia enterado y el sacerdote la escucho en silencio, moviendo la cabeza de un lado a otro mientras ella terminaba el relato.

– Hace dos meses recibi un telegrama -dijo el-. Me dijeron que estaba muerto, que su barco se habia hundido. La goleta Lavinia, era el segundo de a bordo.

– Mi padre tambien estaba a bordo -anadio Sally.

– Oh, ?mi pobre nina! -exclamo el-. Dijeron que no habia habido supervivientes.

– Se ahogo.

– Lo siento muchisimo…

– Pero… ?me ha dicho que sabia que su hermano estaba vivo?

– Somos gemelos, senorita Lockhart. Siempre, a lo largo de nuestras vidas hemos sentido las emociones del otro, hemos sabido lo que el otro hacia, y yo no tenia ninguna duda de que estaba vivo. ?Tan cierto como que estoy sentado en esta silla! ?Sin ninguna duda! Pero por supuesto que no sabia donde estaba. Ha mencionado el opio…

– Quiza esa es la razon por la que no puede escapar.

– Esa droga es una invencion del diablo. Ha arruinado muchas vidas, echado a perder aun mas fortunas y envenenado aun mas cuerpos que el alcohol. A veces, ?sabe?, he sentido el deseo, por voluntad propia, de dejar esta parroquia y todo por lo que he luchado y dedicar mi vida a la lucha contra esa droga… Mi hermano empezo a ser adicto al opio hace tres anos, en Oriente. Yo… yo tambien lo senti y si no lo deja, si nadie le ayuda, al final le matara.

Sally permanecia en silencio. El sacerdote se quedo ensimismado observando con furia las cenizas de la chimenea, como si fueran restos de esa droga. Sus punos se abrian y se cerraban lentamente; Sally se dio cuenta de que eran enormes, fuertes, espantosos. Su rostro parecia el de un luchador: tenia una cicatriz en la mejilla y la nariz un poco achatada. Aparte del habito que llevaba, no se parecia en nada a un clerigo.

– Pero, ya ve -dijo Sally al cabo de un rato-, su hermano sabe algo sobre la muerte de mi padre. Tiene que saberlo. La nina dijo que el tenia un mensaje para mi.

El reverendo alzo la mirada de repente.

– Claro, lo siento, esto tambien la afecta a usted, ?verdad? Bueno, ahora… pongamonos en marcha. Debemos sacarle de ese lugar lo mas pronto posible. No puedo dejar la parroquia ni hoy ni manana; tengo una misa de visperas esta noche y un funeral manana…

El reverendo estaba hojeando una agenda.

– El viernes lo tengo libre. Bueno, no del todo, pero nada que no se pueda aplazar. Hay un hombre en Balliol que puede celebrar el servicio por mi. Sacaremos a Matthew de alli el viernes.

– ?Pero que me dice de la senora Holland?

– ?La senora Holland?

– Adelaide nos explico que lo tiene atrapado y…

– Es el opio lo que lo tiene atrapado. ?Esto es Inglaterra! ?Aqui no se puede retener a nadie contra su propia voluntad!

Su expresion era tan feroz que Sally incluso se compadecio de cualquiera que se atreviera a interponerse en su camino.

– Aun hay algo mas -prosiguio, con mas calma-. Necesitara esa asquerosa droga para ir tirando. Le traere aqui y lo rehabilitare, pero sin droga nunca lo conseguira. Tengo que desintoxicarlo poco a poco…

– ?Como lo sacara de alli?

– Con mis punos, si es necesario. Le voy a traer conmigo. Pero… ?podria hacerme un favor? ?Podria conseguir

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