algo de opio?

– Lo podria intentar. Si, lo hare. ?Pero no lo venden en Oxford? ?En la farmacia?

– Solo en forma de laudano. Y el adicto necesita la goma, o la resina, o lo que sea esa endemoniada sustancia. De hecho, no queria preguntarselo, pero… si no puede, nos las arreglaremos sin droga.

– Claro que puedo intentarlo -dijo ella.

Metio la mano en el bolsillo y saco tres soberanos.

– Tenga. Compre todo lo que pueda. Y si finalmente Matthew no la necesita, entonces al menos estara fuera del alcance de cualquier otro desgraciado.

La acompano hasta la puerta y se dieron la mano.

– Gracias por haber venido -dijo el-. Es un gran alivio saber donde esta mi hermano. Asi pues, ire el viernes a su casa en Burton Street. Espereme alli hacia el mediodia.

Sally volvio andando a Oxford para ahorrarse el dinero del taxi. El camino era ancho y placentero, con mucho trafico de carros y carruajes, casas tranquilas y jardines con mucha vegetacion, que parecian pertenecer a un planeta totalmente distinto del lugar obscuro, misterioso y salpicado de muertes al que volvia. Paso por delante de una casa donde tres jovenes, el mayor practicamente de su misma edad, estaban preparando una hoguera en un agradable aunque descuidado jardin.

Sus gritos y risas le provocaron una sensacion de frio e indefension; ?donde habia ido a parar su infancia? Y a pesar de todo solo hacia una hora o dos se habia sentido muerta de verguenza por comportarse como una nina, por no tener la desenvoltura de un adulto. Hubiese dado cualquier cosa para poder olvidarse de Londres, de la senora Holland y de Las Siete Bendiciones, y vivir en una de esas grandes y confortables casas con ninos, animales, hogueras, lecciones y juegos…

Quiza tampoco era demasiado tarde para convertirse en institutriz, o en enfermera, o…

Pero la realidad era esa. Su padre habia muerto, algo iba mal y solo ella podia solucionarlo. Apreto el paso y entro en la ancha calle de St. Giles, que llevaba al centro de la ciudad.

Aun quedaba una hora y media para encontrarse con Frederick.

Mientras esperaba, dio una vuelta por la ciudad, al principio sin rumbo, ya que los antiguos edificios de la universidad no le interesaban mucho.

Pero entonces vio una tienda fotografica y se dirigio hacia alli enseguida. Se paso una hora hablando con el propietario y examinando el genero; salio con las ideas mas claras y mucho mas contenta, habiendose olvidado completamente (al menos por unos instantes) de Wapping, el opio y el rubi.

– Sabia que teniamos que venir a Oxford -dijo Frederick en el tren-. No adivinarias nunca con quien he estado hablando esta tarde.

– Dimelo, venga -dijo Sally.

– Bueno, fui a ver a un antiguo amigo del colegio en New College. Y el me presento a un chaval llamado Chandra Sen, que es indio. Es de Agrapur.

– ?De verdad?

– Es matematico. Un tipo de temperamento muy cientifico y austero. Pero hablamos un poco de criquet, me cogio confianza y le pregunte lo que sabia sobre el rubi de Agrapur. Se quedo asombrado. Parece que hay mas historias sobre esa piedra que sobre cualquier otra roca de la India. Y nadie la ha vuelto a ver desde el Motin. ?Sabias que el Maharaja fue asesinado?

– ?Cuando? ?Por quien?

– Fue durante esa epoca, evidentemente, porque su cuerpo fue encontrado despues de la liberacion de Lucknow. Pero nadie sabe quien lo hizo. El rubi desaparecio y desde entonces aun no ha aparecido. Habia tal confusion en esa epoca y tanta muerte y destruccion… Me pregunto como es que habia oido hablar de eso y le explique que habia leido algo en un viejo libro de viajes. Entonces me comento algo muy extrano. Ni el mismo se lo creia, demasiado racional. Hizo referencia a una leyenda que cuenta que la maldad de la piedra persistiria hasta que descansara para siempre con una mujer que fuera su igual. Le pregunte que significaba y me dijo con cierto desden que no tenia ni idea, que solo era una supersticion. Buen chaval, pero bastante remilgado. Pero bueno, al menos nos hemos enterado de algo, aunque no sepamos lo que significa.

– El comandante Marchbanks decia al principio de su libro que el momento culminante fue… Me he olvidado de sus palabras exactas, pero… que fue horrible, creo…

– El asesinato del Maharaja. ?Crees que fue obra suya?

– No. Imposible.

Sally nego con la cabeza y se quedo en silencio durante unos instantes.

Entonces dijo Fred:

– ?Que has averiguado? En la estacion me dijiste que tenias algo que contarme.

Con un gran esfuerzo alejo la India de sus pensamientos.

– Fotografias estereograficas -dijo Sally-. Estuve mas o menos una hora en la tienda de un fotografo. ?Sabes cuanta gente entro en la tienda mientras yo estaba alli para comprar fotografias estereograficas? Seis personas, en solo una hora. ?Sabes cuanta gente ha entrado en tu tienda y las ha pedido?

– No tengo ni la menor idea.

– Trembler dice que es lo que mas le solicitan. Y ?por que comprar todos esos estereoscopios si no vendes las fotografias?

– Pero vendemos camaras estereograficas. La gente puede hacerse ella misma las fotografias.

– No quieren. Hacer fotografias estereograficas es cosa de profesionales. Y de todas formas, a la gente le gustan las fotografias de paises lejanos y cosas de ese tipo…, porque ellos no pueden visitarlos.

– Pero…

– Quiza la gente las compraria como si fuesen libros o revistas. ?Comprarian cientos de ellas! ?Que tipo de fotografias has hecho hoy?

– Estaba probando un nuevo objetivo Voigtlander de 200 milimetros, con un diafragma variable que estoy intentando ajustar.

– Pero ?que tipo de fotografias?

– Oh, edificios y otras cosas.

– Bien, podrias hacer fotografias estereograficas de lugares como Oxford y Cambridge y venderlas como una coleccion: «Universidades de Oxford», o «Puentes de Londres» o «Castillos famosos». Francamente, Frederick, podrias vender miles de fotografias.

El chico se estaba rascando la cabeza. Su pelo rubio estaba totalmente de punta; su cara, viva y expresiva como la de su hermana, reflejaba a la vez sentimientos contradictorios.

– No lo se -dijo el-. Es bastante facil, no es mas dificil que hacer fotografias normales. Pero no las podria vender.

– Yo si podria hacerlo.

– Ah, eso es diferente. Pero la fotografia esta cambiando, ?sabes? Dentro de algunos anos ya no se utilizaran esas enormes y bastas placas de cristal. Haremos fotos con negativos en papel utilizando camaras ligeras. Trabajaremos a velocidades increibles. Se esta investigando mucho en ese sentido… Bueno, yo tambien estoy trabajando en ello. Y entonces ya nadie volvera a interesarse por los viejos estereografos.

– Pero yo estoy hablando de ahora. En este momento, la gente las quiere y las paga. ?Y como puedes hacer algo interesante en el futuro si no ganas ahora dinero?

– Bueno, puede que tengas razon ?Tienes alguna idea mas?

– Muchisimas. Para empezar, debemos colocar el genero de forma diferente. Y hacer publicidad. Y…

Sally se callo y miro hacia fuera. El tren estaba pasando al lado del Tamesis; estaba obscureciendo rapidamente y el rio parecia gris y frio. «El agua pronto pasara por delante del Muelle del Ahorcado -penso-. Tambien nosotros iremos hacia alli.»

– ?Que pasa?

– Frederick, ?Me podrias ayudar a conseguir opio?

Madame Chang

Вы читаете La maldicion del rubi
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату